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SEFF 2025: ‘Todo lo que fuimos’: el genocidio en palestina desde una mirada diacrónica

La directora, guionista y actriz, Cherien Dabis, estrena en la Sección Oficial Todo lo que fuimos, un duro relato sobre el conflicto árabe-israelí que abarca desde 1948 hasta 2022. Más de 70 años de guerra y masacre del pueblo Palestino que se reflejan a través de tres generaciones de una misma familia. Una historia personal, pero, al mismo tiempo, necesaria para entender un conflicto general.  

Cherien Dabis, la cineasta estadounidense y descendiente palestina, escribe una película muy pertinente en la actualidad. Durante el rodaje, de hecho, tuvieron que desplazarse por el genocidio en Gaza. El largometraje se estrenó en Sundance y ha sido seleccionado por Jordania para la carrera de los Óscar.  

Hanan, en un in media res donde ella habla desde el 2022, se retrotrae al pasado en 1948 para narrar la historia de sus antepasados y cómo han sufrido durante años el conflicto en Palestina. Un retrato generacional que muestra de forma brutal la longeva situación de guerra y devastación que ha vivido durante más de 70 años la población palestina. Como detonante, un conflicto en Cisjordania que implica a su joven hijo Noor.

Póster de Todo lo que fuimos.
Póster de Todo lo que fuimos.

Todo lo que fuimos: el acercamiento al genocidio en Palestina desde una historia familiar

Uno de los métodos más eficaces para que la sociedad entienda los conflictos internacionales es mostrarle una historia con la que pueda sentirse identificada. El individualismo que nos acucia es cada vez más demoledor, algo que se vive incluso en los ámbitos más privados. Si esto lo trasladamos a las guerras, solo aquellas que nos tocan más de cerca – por identificación o por interés -, son los que más nos preocupan. Sin embargo, después de más de 70 años, finalmente es ahora cuando nuestra mirada se ha trasladado a Palestina.

En estos últimos años, debido al genocidio que acontece en Gaza la mirada occidental se ha dirigido hacia la población asediada. Múltiples movimientos llenan las calles pidiendo paz – al igual que lo hicieron a las puertas de la inauguración de este mismo festival -. Pero esto no es algo que acabe de empezar, sino que hace muchas décadas que el horror llegó al pueblo palestino.

En el largometraje de Cherien Dabis, la cineasta traslada el foco a una historia familiar devastadora que acerca a la audiencia al terror que allí viven a diario. Una forma muy acertada de humanizar todos los titulares que llenan los telediarios y ponerles rostro.

Todo lo que fuimos.
Todo lo que fuimos.

Todo lo que fuimos: Sharif, Salim y Noor,tres generaciones viviendo el mismo horror 

La propia Cherien Dabis interpreta a la protagonista Hanan, madre de Noor. Su marido, Salim es el hijo de Sharif, protagonista de la época de 1948. Este último, es interpretado a la perfección por Adam Bakri. En el papel de la siguiente generación, la de su hijo Salim, encontramos a un soberbio Saleh Bakri (el hermano del anterior actor en la vida real). Así, como un árbol genealógico que crece de forma imparable gracias a unas fuertes raíces, todas las historias se ven atravesadas por una misma situación: el conflicto árabe-israelí.

No obstante, cada generación lo afronta de una forma diferente. Mientras que Sharif a mediados del siglo XX hace todo lo posible por mantener su hogar, Salim, su hijo, pone a su familia como la prioridad por encima del terreno. El concepto de hogar va transmutando para sobrevivir, aunque, en todos y cada uno de ellos, el lugar donde se asientan tiene un gran impacto en su vida diaria.

Tal y como ya articulaba Amin Maalouf en su libro Identidades Asesinas, cada persona está formada por diversas categorías que se entrecruzan para dar forma a nuestra identidad. En este sentido, el no tener un lugar que poder llamar hogar o patria supone que no sepamos a dónde pertenecemos y, por lo tanto, hacer que nuestra vida se tambalee en un limbo tanto emocional como burocrático.

Todo lo que fuimos: ponerse en el lugar de la otra persona

Una de las mejores habilidades de la cineasta reside en la capacidad de apelar a la audiencia para que le haga frente a sus privilegios. La mirada occidentalista se ve retada a ponerse en el lugar de las familias que sufren el genocidio. De este modo, la persona espectadora se siente incómoda e interpelada.

Esta forma de interpelar, además, es perfectamente construida a través de un exquisito uso de la ruptura de la cuarta pared. En el momento en que Hasan se dirige a la cámara y empieza a contar la historia, desde las butacas sentimos que nos habla a nosotras y, por lo tanto, es el momento de prestar atención y escuchar lo que nos quieren contar.

En esta línea, uno de los aspectos más interesantes de la historia reside en la reflexión sobre qué es moral o qué es inmoral. Quiénes son malas personas y quienes buenas. ¿Debemos generalizar y pensar que todas las personas que viven en Israel son malas? ¿Y viceversa? Esta serie de cuestiones se ponen sobre la mesa sin dejar de denunciar el genocidio que está teniendo lugar en Palestina, y las atrocidades que el ejército ejerce desde hace siete décadas.

Todo lo que fuimos.

Todo lo que fuimos: lo único que nos queda es la humanidad

El propio título de la película ya plantea la cuestión de ser conscientes de “todo lo que queda de nosotras”. Y todo lo que queda de nosotras para hacer frente a esta serie de situaciones es la humanidad. Dejar el frío individualismo a un lado y empezar a sentir lo que sienten las demás personas.

El principal rasgo que caracteriza al ser humano es la capacidad de afectar y ser afectado. Y si hemos llegado al punto en el que ni siquiera la crueldad ajena nos hace sentir nada, ¿qué es lo que queda de nosotras?

La traducción española del título también es apropiada. Con esta idea, perfectamente ligada a la mirada diacrónica del relato de Cherien Dabis, se plantea un concepto muy parecido al planteado en Els mals noms (Marc Ortiz, 2025): la importancia de recordar, de mirar hacia atrás y ser conscientes de que todo lo que somos ahora parte de todo lo que fuimos antes. Y que todo lo que somos ahora se sustenta en las raíces de lo que hicieron y sufrieron nuestros antepasados.