Claudia Durastanti: extranjera por partida doble

 Que 2020 fue un año horrible es una verdad contrastada. Una de las cosas buenas que me trajo a mí, sin embargo, fue el descubrimiento de Claudia Durastanti, una autora que lleva llamando la atención de propios y extraños desde hace una década.

 Nacida en Brooklyn en 1984, estudió Antropología en “La Sapienza” de Roma. Posteriormente, ha ejercido como traductora y escritora, siendo finalista del Premio Stega (el máximo galardón literario de Italia, su segunda patria) en 2019 gracias a “La Extranjera”.

 Traducido al castellano por la editorial “Anagrama”, e incluido en su serie “Panorama de Narrativas”, este libro cayó en mis manos hace cosa de un mes. Después de haberme encantado, me dispongo a reseñarlo.

'La Extranjera' de Claudia Durastanti
‘La Extranjera’ de Claudia Durastanti

Un viaje de ida y vuelta

“La Extranjera” es un libro de no-ficción que relata la historia de la familia de la propia autora con una sinceridad desgarradora, un humor cáustico, y un gran sentido de la ironía.

 Comienza con un repaso a las vidas de sus padres, sordos ambos (él de nacimiento y ella a causa de una meningitis en la infancia). Los dos son naturales del sur de Italia, y sus vidas parecen un par de carreras sin freno hasta el momento de encontrarse. Él es un muchacho apuesto con un historial delictivo y tendencias suicidas; y ella una persona excéntrica, dispersa, y con inclinaciones artísticas.

Padres de Claudia Durastanti
Padres de Claudia Durastanti

 Unidos debido a su incapacidad auditiva y a su sentido un tanto kamikaze de la vida, se juntan como un par de alimañas, más por instinto de supervivencia que por cariño. En un momento determinado, el joven matrimonio decide cruzar el charco y mudarse con su primer hijo a la misma colonia de inmigrantes italianos en la que residen los padres de ella, en Brooklyn. Es ahí donde nace Claudia, protagonista del relato.

 Pese a ser americana, recibe un tratamiento de extranjera por parte de sus congéneres. “Cloudy”, la llaman, “nublada”, en inglés, jugando con la pronunciación de su nombre. Cuando vuelve a Italia tras el divorcio de sus padres, la situación no mejora. En un pequeño pueblo mugriento de Basilicata, Claudia se siente, de nuevo, extranjera. La sordera de sus padres, además, propicia que su crianza difiera bastante de la de los demás niños, con los que no encaja.

Padre de Claudia en Chinatown
Padre de Claudia Durastanti en Chinatown

 “La Extranjera” sigue a Claudia desde su infancia hasta el momento presente, acompañándola a través de las dificultades propias del crecimiento, y algunas otras.

Discapacidad vital

 Claudia Durastani juega con el significado de la palabra “straniera”, en italiano, que puede referirse tanto a una persona de un país distinto como a alguien extraño, ajeno al resto de sus pares. Igualmente, en su idioma se utiliza el mismo verbo para “sentir” y “escuchar” (sinónimos, también, en algunas regiones de España), coincidencia lingüística de la que la autora hace uso a lo largo de todo su relato.

 “La Extranjera” no duda en meterse por lugares oscuros. Su lectura, sin embargo, no resulta pesada. Al revés. Claudia Durastanti ofrece un vistazo a su realidad sin dejar de darle una palmada amistosa al lector, de vez en cuando, o soltar alguna risilla maliciosa en el recuento de ciertos episodios que podrían resultar, de lo contrario, incómodos, o incluso desagradables.

 El libro cuenta con una naturalidad que provoca simpatía, así como un cierto encanto outsider. Entre los temas que trata, se encuentran la soledad, el afecto, nuestro concepto de normalidad y, sobre todo, el sentido de pertenencia (o la ausencia de ello). Del mismo modo, está marcado por un intenso deseo de huida, así como la noción de que todos, contemos o no con nuestros cinco sentidos, estamos un poco discapacitados para la vida.