Diane di Prima. Memorias de una Beatnik

Con el corazón triste, recolectamos algunas de nuestras memorias de Diane di Prima, beatnik por derecho propio, madre y hermana revolucionaria. Para ello, repasamos su primer trabajo en prosa, libres y desinhibidos… como ella hubiera querido. Poned en marcha el fonógrafo, que allá vamos.

 Permitidme que os cuente una experiencia personal: eran las cuatro y cuarto de la tarde del 26 de octubre, ¿vale?, cuando me abrí una bolsa de “Palomitas” con sabor kétchup y mostaza. Eso y una “Mahou” iban a ser mi comida, al menos hasta que terminase de escribir este artículo. ¿Qué puedo decir? Mi cuerpo serrano no se mantiene solo, en fin.

 El caso es que llevaba la mitad del trabajo hecho cuando tiré de San Google para contrastar una información. Busqué “Diane de Prima”, el nombre de la autora del libro del que quiero hablar. Para mi gran sorpresa, comprobé que había fallecido el día anterior. Ella, una de mis autoras favoritas (sin asteriscos), la Loba en persona, a la que tanto admiro… muerta, ciao, caput.

 Mientras escribo, la causa de su muerte sigue sin especificarse. Tenía 86 años, y parece que no estaba muy bien de salud. Murió en San Francisco, en su casa. Su familia y el mundo literario la echarán de menos.

 Mucho.

Diane di Prima: A ritmo del beat

 “I belong to the beat generation”, cantaba Bob McFadden en 1959 con su lustroso tupé y su actitud despreocupada y desafiante.

 ¿Qué tenían en común Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Neil Cassady, Gary Snyder y Gregory Corso, aparte de que vivieron en la misma época y se les fue la mano con la benzodiazepina? Exacto, que eran todo tíos.

 Aunque me parece injusto aplicar los criterios actuales a tiempos pasados, es innegable que la llamada Generación Beat pasó por alto a sus muchos y muy meritorios miembros femeninos. Cosa sorprendente si tenemos en cuenta la manga ancha del grupo en lo concerniente a sexualidad o raza, por ejemplo. Sería por falta de conciencia, supongo. Ahora que la tenemos (espero), es nuestra responsabilidad y privilegio echar la vista atrás y colocar a aquellas mujeres en el lugar que les corresponde.

 Para ayudarnos en esta tarea contamos con un libro estupendo en castellano. En “Beat Attitude”, la poetisa mallorquina Annalisa Marí Pegrum habla de estas cuestiones, con mucho más criterio y autoridad que yo, en el prólogo de una excelente selección de poemas de mujeres beatniks. Fue gracias a este libro que descubrí a Diane di Prima hace 5 años.

 Hija de padres italoamericanos, nació en Brooklyn, Nueva York, en 1934. Empezó a escribir a la edad de 14 años, y por lo que sé ha seguido haciéndolo hasta sus últimos momentos, desplegando una ética de trabajo admirable. Su obra más conocida es el poemario “Loba” (en inglés en el original), seguida de la recolección de sus vivencias de juventud en prosa: “Memorias de una Beatnik”, que es de lo que va todo este rollo.

¡Ay, que me corro!

 Diane di Prima siguió la tradición de la novela confesional, típica de su generación. Publicado por “Olympia Press” en 1969, “Memorias de una Beatnik” es un relato de juventud en los años 50, contada en primera persona por una chica de 19 años, recién mudada a Manhattan, que intenta descubrir su lugar en el mundo, voz artística, y sexualidad.

Diane di Prima ilustra la portada de Memorias de una Beatnik, actualmente descatalogado.

 Di Prima describe esos días como duros y hermosos, dicotomía presente a lo largo de todo el libro. El West Village se nos presenta como una especie de País de Nunca Jamás para niños y niñas perdidas ávidas de sexo, drogas, y música jazz.

 Ruidosa y caótica como el propio Village, la novela nos va describiendo las peripecias de su protagonista con un marcado sentido de maravilla y descubrimiento. El olor del pavimento mojado se filtra por sus páginas como a través de una ventana abierta. Adentro, el pequeño dormitorio de di Prima huele a una mezcla de sudor, lefa, y café torrefacto.

 Ella escribe compulsivamente con dedos temblorosos, manchados de nicotina. Para sacarse unas pelas, posa para numerosos pintores y fotógrafos que proliferan por su barrio (y a veces se acuesta con ellos, depende). Personajes de este tipo, encantadoramente decadentes, se van sucediendo a lo largo del libro. Un humo de marihuana los envuelve como la porquería, entre densas volutas de rebelión y orgasmo.

 Di Prima realiza una celebración del sexo con hombres y mujeres, sin adornos innecesarios, pero dejando muestras de su notable sensibilidad poética, sobre todo, en su minucioso gusto por los detalles.

 “Memorias de una Beatnikes un ejercicio de sinceridad que no entiende de tabúes. En sus momentos de soledad e introspección, su protagonista reflexiona libremente sobre aquello que la inquieta: sus perspectivas de futuro, relaciones personales, condición femenina, maternidad, etc. Y lo hace con una agudeza de ingenio que divierte, encanta, e incluso, en ocasiones, conmueve.

 Por todo ello “Memorias de una Beatnik” es un clásico underground, una lectura obligada para todos aquellos interesados en la vida bohemia neoyorquina de los cafés y los clubes de jazz. Como guinda, di Prima nos ofrece un vistazo a su relación personal con el poeta Ezra Pound, así como sus encuentros con otros miembros de renombre de la Generación Beat.

[…]

colgamos nuestras fotos de múltiples mundos:

collage de nueva york y posters de san francisco.

colgamos los platos japoneses, los cuchillos chinos,

las diminutas telas indias sobre el adobe,

trastabillamos en silencio por las entrañas el uno del otro.

caminamos con torpeza de lugar errado en lugar errado,

como niños que salen a jugar de noche sobre un barco

que se escapa de sus amarras y observan las estrellas

sobre las que todo desconocen, intentando descifrar

hacia dónde se dirigen”.

Breve elegía

 Al terminar este artículo, todavía no se me ha pasado el disgusto.

 Es curioso cuánto podemos llegar a empatizar con el arte de otras personas. Si os ha llamado la atención la temática de este artículo, no importa cuán remotamente, os debo recomendar que os hagáis con algo de esta autora, ya sea prosa o poesía. Igualmente, se la puede encontrar en muchos vídeos de YouTube, leyendo sus propios textos, muy viva, todavía, para nuestro disfrute.

 Se nos ha ido una hermana con la que sentarnos junto al fuego, cantar canciones y reunir las armas (ya sabéis, en metáfora).

 Que descanse en paz, y todo eso que se dice.