Ojalá Gay Talese fuera feminista

Quienes alguna remota vez en nuestra historia llegamos a amar el periodismo antes de chocarnos con la pared de la cruda y nada romántica realidad, solemos idolatrar cual groupies a Gay Talese. Solemos o solíamos. Ya que, durante los últimos años, Talese ha tenido algunas salidas de tono con el género femenino, y hemos conocido algunos arranques de misoginia del pasado, que a duras penas ha podido enmendar.

A sus noventa primaveras, Gay Talese es uno de los máximos representantes del llamado “Nuevo Periodismo”. Apenas el último bastión de aquel periodismo con épica y romanticismo que olía a tabaco negro y sonaba a atronadoras teclas aporreadas en incansables máquinas de escribir.

Gay Talese. © Robyn Twomey 2017
El periodista y escritor Gay Talese. ©Robyn Twomey.

Gay Talese y las mujeres periodistas

Un periodismo plagado de nostalgia en el que, sin embargo, las mujeres todavía eran casi una anécdota en las redacciones. Talese vivió todo eso y no tuvo referentes femeninos. Así lo aseguraba en una conferencia en la Universidad de Boston. A la pregunta sobre qué escritoras le habían influido, Talese contestaba con un rotundo “ninguna”, añadiendo que las mujeres con estudios de aquella época no querían relacionarse con gente antisocial y no investigaban temas violentos, “pero conozco a muchas mujeres brillantes”, añadía. Sus declaraciones causaron un gran revuelo.

Quizá a Talese no le hayan influido las mujeres en su obra, o eso es lo que piensa… Ya que, en sus años en The New York Times, seguramente se encontrara en revistas y tabloides con las letras de excelentes cronistas mujeres como Joan Didion; Gail Sheeby; Barbara Goldsmith; Robin Green o Marcelle Clements, entre otras.

Muchos grandes nombres masculinos como el de Talese, han obviado el papel de la mujer o no lo han tomado en cuenta como deberían. Pero Talese puede enmendarse y, probablemente, lo esté haciendo. Por lo pronto, ya ha reconocido el saber hacer de colegas mujeres como Katie Roiphe, Nora Ephron o Larissa MacFarquhar. A lo mejor podemos darle una oportunidad. Ojalá Gay Talese fuera feminista.

La escritora Joan Didion.
La escritora Joan Didion.

Historias del periodismo de antes

Cuando estudiaba primero de periodismo, a mis tiernos 18, tuve uno de esos profesores que consiguen dejar huella entre diferentes generaciones de una misma facultad. Se llamaba Florencio Martínez. Un auténtico fenómeno de la naturaleza. Con toda una vida dedicada al periodismo y la literatura, Florencio disfrutaba como un niño torturando a los pequeños proyectos de periodistas que caían cada año en sus manos.

Vestido de negro de pies a cabeza, con un eterno ducados negro en la boca y sus pequeñas gafitas redondas, una de sus torturas recurrentes era hacer que sus inexpertos alumnos encontráramos a toda costa una máquina de escribir ‘de las de antes’. Una vez hallada la reliquia, teníamos que llevarla cada día al aula para hacer los artículos y reportajes en tiempo real, como si estuviéramos en la última hora del cierre de un periódico.

El romanticismo que se fue

Florencio Martínez, mi profesor, amaba aquel sonido insoportable de 80 máquinas de escribir martilleando papeles al unísono. Y nosotros, aquellos retoños periodísticos, aprendimos a amarlo también.

Sus clases, con el ruido, el estrés de cierre, cubiertas de humo de tabaco, (porque sí, amiguis, cuando la menda estudiaba la carrera en 2002 aún se permitía fumar en clase), se convirtieron en uno de mis mejores recuerdos de aquellos años, y un maravilloso espejismo que recordaba al romanticismo de los mejores años del periodismo que, por supuesto, no nos encontraríamos al salir de aquellas aulas. No sé si Florencio Martínez era feminista o no, aunque seguramente se apuntase a cualquier revolución. Las torturas iniciáticas se aplicaban a ambos sexos por igual.

Gay Talese y el ingrato siglo XXI

Al nonagenario Gay Talese le pasa lo mismo que a mi profesor Florencio Martínez. No se haya en este siglo XXI. Ya no encuentra su sitio, ni en el periodismo, ni en casi ninguna parte. Quizá eso es lo que ocurre cuando vas sumando primaveras, que la vida se parece muy poco a lo que solía ser y no encuentras tan fácilmente lo que te gustaba, en lo que te sentías cómodo. Todo va desvaneciéndose, mientras ganan fuerza el reaggeaton y los tiktokers. Ya a mis 38 entiendo más a Talese que a Rosalía. Así son las cosas.

Decía Talese en una reciente entrevista al Diario ABC, que hoy en día no podría escribir ni una sola palabra en prensa, que ya no se encuentra en este siglo, que detesta la corrección política imperante, el puritarismo de la sociedad y la hipocresía con, por ejemplo, la raza negra en Estados Unidos, especialmente en el ala demócrata: “Los demócratas son unos mierdas y lo digo yo que soy demócrata”, aseguraba el periodista.

Hoy nos hemos propuesto viajar con Talese hasta mediados del siglo XX para tratar de entenderle mejor, cuando Talese no encontraba referentes femeninos. Y, a pesar de que se meta en jardines, hablamos sobre su figura como uno de los más grandes del periodismo literario, y nos detenemos en su último libro publicado en 2016: El motel del voyeur.

Gay Talese. Ilustración de Pablo García.
Gay Talese. Ilustración de Pablo García. © Pablo García.

O lo amas o lo odias. Talese sin medias tintas

Talese es incorrecto por naturaleza. O lo amas o lo odias. También puede pasarte que lo quieras de 7:00h a 10:00h y no puedas con él a media tarde. El periodista se ha caracterizado por decir siempre lo que piensa, aunque eso no le ha evitado cambiar de opinión cuando lo ha creído conveniente. Las contradicciones forman parte de su discurso. No te encuentras con el mismo Talese siempre.

Estamos hablando de un señor que nació en 1932, creció y comenzó a ejercer el periodismo en una época en la que las mujeres no ocuparon, salvo contadas excepciones, un papel relevante en los medios de comunicación.

Por la boca muere el pez. Y no es cometido de este artículo cuestionar algunas de las perlas y patinadas que Talese ha tenido, que las ha habido, y muchas … No es un santo, tampoco un ejemplo del discurso correcto, pero sí es un excelente periodista y escritor, lenguaraz, sin filtros, incisivo y sin correcciones políticas.

Gay Talese: el periodismo de sastre

Gay Talese nació en los años 30 en Ocean City, Nueva Jersey. En los años cincuenta se mudaría a Nueva York, donde vive desde 1956 en la misma casa en Manhattan. Su padre era italiano y sastre. Su madre, italoamericana, empresaria de un negocio de prendas de vestir. Lo de ir como un pincel parece ser que le viene de cuna.

Siempre con traje a medida, en el gélido invierno de Nueva York y en el sofocante verano. Con su eterno sombrero panamá, Talese siempre se ha sentido como un ciudadano americano de segunda, como un actor secundario en su propio país, de ahí que siempre haya merodeado en sus historias periodísticas por las carreteras secundarias y los extrarradios, interesándose más por las historias de quienes están en las sombras que de quienes relucen ante los focos.

De esta forma, fijándose en lo que en apariencia no está, mirando más allá del foco, ha apuntado en sus libretas amarillas historias memorables como las de, por ejemplo, Honrarás a tu padre (1971), en la que se adentraba en el seno de una familia mafiosa, o en los perfiles que publicó durante años en The New York Times o en revistas como Esquire, destacando el de Frank Sinatra, uno de los perfiles que han hecho historia.

Su último libro publicado: el polémico El motel del voyeur

En 2016, Gay Talese publicó el que hoy en día es su último libro: El motel del voyeur. Durante años había estado recibiendo correspondencia de un hombre, expropietario de uno de esos típicos moteles americanos a pie de carretera. El hombre aseguraba tener en su poder un nutrido conjunto de diarios en los que relataba con pelos y señales años como espía en su propio motel.

El tipo había montado un completo sistema de observación a través de las rejillas de ventilación en los sobre techos del motel. A través de estos conductos espiaba a sus huéspedes y relataba todo tipo de andanzas sexuales. El voyeur de Colorado, Gerald Foos, quería que Talese contara su historia.

El periodista viajó hasta Colorado, tuvo acceso a los diarios y pudo acceder a los conductos de ventilación a través de los que Foos realizaba ‘sus observaciones’ en el motel Manor House.

Talese siempre aseguró que Foos era un narrador un tanto inexacto y ciertamente fantasioso, pero lo que se relata en el libro responde a la actividad voyeur de Foos mientras fue propietario del hotel, incluso, y contra lo que se publicó en el polémico artículo de The Washington Post que ponía en tela de juicio la veracidad periodística del libro, el voyeur tuvo acceso al motelincluso una vez vendido el establecimiento, cuando Earl Ballard era su propietario.

El motel del voyeur. Gay Talese

Gay Talese y el mejor periodismo narrativo

Polémicas aparte, El motel del voyeur es un excelente retrato de las costumbres sexuales, pero también (y, sobre todo) sociales, de un país cuando permanece en la intimidad de una habitación de un perdido motel de carretera. Todo aquello que no soporta la luz directa, que se mueve como pez en el agua a través de las sombras, es lo que aparece relatado en las páginas de este libro. Pero también las miserias más mundanas; las vidas tristes, las relaciones desapasionadas, la obsesión por el dinero o la desesperanza por un estilo de vida insatisfactorio.

El motel del voyeur nos muestra la visión de Talese sobre lo que está descubriendo, sus dudas ante la historia; también sus remordimientos como espectador cómplice en el desván de las rejillas vigilantes; sus impresiones sobre Foos y el sorprendente papel de la esposa respecto a su condición de voyeur. Todo ello salpicado por extractos reales de las páginas de los diarios de Foos.

Sin embargo, si algo podemos achacar a este libro es que se centre en una sola voz, la del voyeur. No parece algo propio de un periodista como Talese. Recabar más fuentes, ya que estamos ante un reportaje en libro, cuestionar más la veracidad de lo que Foos relataba… Son algunas de las críticas que ha recibido, y no sin razón. Esta obra no parece ser el broche de oro que merece una carrera como la de Talese, aunque esté, como todo lo suyo, exquisitamente escrito.

Gay Talese fotografiado por Marianne Barcellona/The LIFE Images Collection/Getty Images.
Gay Talese fotografiado por Marianne Barcellona/The LIFE Images Collection/Getty Images.

¿Habrá más de Talese?

Gay Talese es consciente de que ya se encuentra en tiempo de descuento y, su último libro, El motel del voyeur, le ha dado unos cuantos disgustos y ha cuestionado su trabajo. No será, probablemente, el cierre de su carrera.

A sus noventa años no quiere dejarse historias por contar en los cajones. Está trabajando en su próximo libro: Bartleby and Me y en otro del que aún no conocemos el título y en el que relatará la historia de su matrimonio desde 1959. Mientras, puedes ir repasando su extensa colección de libros: un total de trece obras entre las que podemos destacar: El puente (1964); Honrarás a tu padre (1971); La mujer de tu prójimo (1981) o Los hijos (1992).

Van quedando ya pocas voces críticas y honestas como las de Gay Talese. Plumas tan afiladas como la suya, que hilen palabras, frases y párrafos con la paciencia y dedicación de un orfebre, de un sastre italiano. Los tiempos de las prisas, de la superficialidad y de la lectura en diagonal no dejan espacio a las grandes voces del periodismo, a los talentos como el de Gay Talese que se alejan de la autocensura.

Escritores, periodistas como Gay Talese, como mi profesor Florencio Martínez, que son tan radical, valiente y revolucionariamente humanos en un mundo de algoritmos. Queremos un Gay Talese feminista. ¿Lo conseguiremos?