‘Hit the Road’: el viaje más humano hacia un destino desconocido
Este 15 julio se estrena en FILMIN Hit the Road, la ópera prima de Panah Panahi. Una road movie genuina y deliciosa. La representación de los aspectos más humanos en pantalla. En el filme, un matrimonio y sus dos hijos viajan hacia un destino desconocido para la audiencia. Porque lo más importante no es llegar a ninguna parte. Sino disfrutar el camino.
El cineasta Panah Panahi se estrena con una película exquisita. Con influencias evidentes de su padre, el gran maestro del cine iraní Jafar Panahi. Mirando a los ojos a la última cinta de su padre Tres caras (2018), recrea también una road movie, aunque desde una perspectiva diferente. Se aleja de los rasgos más documentales que caracterizan al director de grandes obras como Esto no es una película (2011) o Taxi Teherán (2015). Creando así su propia firma cinematográfica repleta de risas, drama y algún que otro aspecto simbólico que aleja a la audiencia de la realidad más cruda.
En su ópera prima, Panah Panahi, demuestra tener un potencial extraordinario para la cinematografía. Amante del séptimo arte, inevitablemente influenciado por su padre. Algo que queda perfectamente reflejado en su largometraje, donde despliega múltiples recursos cinematográficos, que, sin embargo, no resultan excesivos. Con una dirección de fotografía exquisita dirigida por Amin Jaferi. Construyendo así planos casi pictóricos que dejan a la audiencia fascinada por el resultado.
La profundidad de campo y el fuera de cuadro, los recursos narrativos mejor explotados
En el cine, la profundidad de campo es uno de los recursos más utilizados a la hora de construir la narrativa. Lo más común es utilizar una escasa profundidad de campo para centrar la atención del espectador en algún punto concreto. Es decir, desenfocar la mayoría del espacio en el plano, para así permitir que la nitidez en algún objeto o personaje que dirija la atención de la audiencia hacia este.
Sin embargo, la profundidad de campo ofrece grandes posibilidades narrativas, también utilizando una gran profundidad. Con ello, en lugar de enfocar la atención en un punto concreto, se permite que el/la espectador/a pueda recorrer la pantalla de margen a margen, encontrando acciones desarrolladas a todos los niveles. Uno de los directores más influyentes del cine japonés, y pionero de este tipo de profundidades, fue Yasujirō Ozu. Director de cine mudo desde los años 20. Se caracterizaba por rodar con un solo objetivo de 50mm, permitiendo así una continuidad visual del plano. Para aportar profundidad de campo a las imágenes, recurría a la situación de personajes u objetos a distintos niveles.
En esta misma línea, el cineasta iraní construye secuencias exquisitas donde la acción se desarrolla a distintos niveles dentro del mismo plano. Incluso representando conversaciones en la lontananza, donde la audiencia solo puede intuir a los personajes por el movimiento de sus siluetas, mientras se deleita con un paisaje hermoso repleto de contraluces.
Junto a ello, otro de los recursos mejor explotados por Panah Panahi es el fuera de cuadro. La mayoría de las películas construyen la acción dentro del cuadro, es decir, a la vista de la audiencia. No obstante, el cineasta, busca la complicidad de la persona espectadora más activa, desarrollando conversaciones fuera de cuadro donde solo se oyen a los personajes, pero no se ven. Esta búsqueda del/a espectador/a más activo es algo que queda asentado desde el inicio con la ruptura de la cuarta pared a través de la mirada de uno de los personajes. El cual apela a la audiencia a sumergirse de lleno en la historia narrada.
Hit the road: una road movie de personajes redondos
La película del cineasta iraní está sin duda fundamentada en la construcción de sus personajes. Los cuales, a pesar de no tener nombres, son perfectamente elaborados. Madre, padre, hijo mayor y menor, un conjunto familiar tan caótico como hermoso. Las relaciones interpersonales se van tejiendo conforma va avanzando la trama. Atando a su vez a la audiencia con cada emoción expresada. Creando un nudo afectivo irrompible entre los personajes y la persona que observa sentada en la butaca.
El hijo pequeño, interpretado por un impecable y cómico Rayan Sarlak, es una de las piezas angulares de la trama. Personaje que encarna la inocencia de no saber lo que está ocurriendo en el universo de las personas adultas. Aquel que da el toque más fresco y divertido a la película. Como compañero fiel, el perro, que incluso protagoniza alguna de las secuencias más divertidas. Convirtiendo una obra potencialmente dramática, en una cinta con tonos cómicos acertados y cotidianos. Risas que son generadas en la audiencia de forma natural, ante el devenir de las circunstancias y los comentarios espontáneos más honestos. Como la vida misma, risas y llantos se intercalan de forma indiferente.
Junto a él, otro de los personajes más extravagantes y a su vez enriquecedores es el del padre, llevado a cabo por el actor Hasan Majuni. Con la pierna escayolada y un dolor de muela terrible, el personaje aporta el color simbólico necesario.
Por su lado, la madre interpretada por Pantea Panahiha, se construye de forma excelente. Con una perspectiva de género muy adecuada, la madre es uno de los personajes que lleva a cabo la toma de decisiones. Al mismo nivel que el resto de los personajes masculinos. A pesar de ser la única mujer, es una protagonista indiscutible.
Finalmente, el hermano, por Amin Simiar, aporta el aspecto más enigmático a la película. Siendo este el detonante para emprender el viaje hacia un lugar, tan desconocido para los propios personajes como para la audiencia. Transmitiendo así, que la relevancia de la travesía reside en el propio camino recorrido, y no en el destino.
El debut de Panah Panahi, pieza de inestimable valor del cine iraní
Una de las road movie más aclamadas es la estadounidense Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006). Una cinta conmovedora donde la pequeña protagonista debe afrontar los cánones de belleza normativos y la sociedad más opresora junto a una familia de lo más extravagante. En el caso de la cinta del director iraní el foco se centra en las relaciones familiares y la inocencia del pequeño protagonista que ignora la realidad más cruda que está atravesando su familia.
Esta realidad que permea el subtexto, desafortunadamente, es habitual en el contexto que se esboza. Personas como su propio padre, el director de cine Jafar Panahi, ha sido acusado por hacer “propaganda contra el Estado”. Prohibiéndosele incluso el hacer películas. Algo que demuestra la influencia que el cine tiene para transformar la sociedad. Así como la desafortunada e intolerable situación que ciertas personas tienen que vivir en un lugar que les oprime y coarta la libertad.
Sin embargo, la cinta de Panah Panahi no se centra en estas experiencias reales. Sino que aborda de forma mucho más clara la relación entre los miembros de la familia que se representa. Con planos estáticos que durante minutos permiten a la audiencia centrar sus sentidos en las conversaciones plasmadas en pantalla. Diálogos enriquecedores, algunos repletos de contenido simbólico o explícito, y otros vacíos de contenido, pero llenos de belleza visual. Para ello, además, tiene una gran relevancia el uso de la música intradiegética y también extradiegética. La cual da forma a los distintos universos esbozados y la interrelación entre los mismos.
Un encuentro imprescindible con el cine iraní contemporáneo. Donde el debut de Panah Panahi llega a la plataforma de streaming FILMIN pisando fuerte. Un deleite visual enriquecedor donde la audiencia puede subir al coche de los personajes protagonistas. Para así emprender un viaje tan conmovedor como divertido.