‘Romanzo criminale’: la ciudad sin corona ¿La mejor serie de mafia de la televisión?

Romanzo criminale. Según las tradiciones latinas, Tarquinio el Soberbio cayó destronado por una conjura palaciega que buscaba vengar el honor de la inocente Lucrecia. La leyenda cuenta que esta patricia fue violada por el séptimo y último rey de Roma. Hasta tal punto quedó relegada al ostracismo la monarquía que incluso el perspicaz Octavio, sobrino-nieto de Julio César, decidió usar el título de emperador para intentar evitar suspicacias.

La Ciudad Eterna no quería más reyes. No obstante, hubo una década turbulenta en el pasado siglo que pareció recordar aquellos tiempos remotos: cuando la urbe sufrió a las Brigadas Rojas, el secuestro y asesinato de Aldo Moro, la paranoia anticomunista y una creciente violencia, ellos emergieron como un peligro oculto para coronar a su propio aspirante. Hablamos de la banda de la Magliana, una organización que surgió a finales de los setenta para cuestionar que la ciudad capaz de gobernarlo todo menos a sí misma no podía tener crimen organizado.

Póster de Romanzo criminale: La serie.
Póster de Romanzo criminale: La serie.

Romanzo criminale y Scorsese: Io stavo col Lebanese!

Es un principio brusco. La introducción a la serie Romanzo criminale (2008-2010) golpea como una caída en el asfalto. Se trata de un aviso a navegantes. Lejos de mitificarse la pelea, el show va a apostar por mostrar el mismo tipo de lucha callejera que podemos observar en la filmografía de Scorsese. Se pega a quien está en el suelo, no hay ninguna clase de honor y se aplica la ley del más fuerte.  

En una era donde estaba de moda decir que el mejor cine se hacía en televisión, Sky Italia apostó por no perder la esencia. Sí, era un producto televisivo sobre criminales y narcotráfico, pero en todo momento sabríamos que estábamos en tierras transalpinas, no habría un intento de emular a los mejores programas americanos. Se rodaba cámara en mano y la urbe de la Loba brindaría unos escenarios exteriores tan fabulosos y decadentes que habría sido un pecado haber fabricado cualquier clase de decorado.

La absorbente recreación literaria de la Magliana a cargo del juez Giancarlo De Cataldo, exponente del género de la novela negra, era el punto de partida para que las dos temporadas jugasen esas cartas con libertad. Existía un precedente: el largometraje también llamado Romanzo criminale (2005), una más que interesante película donde quedaba claro que los integrantes de la banda podían dar para un desarrollo mayor en un formato como el televisivo, facilitando apreciar su evolución de simples delincuentes a una sofisticada y sangrienta organización.

Michele Placido, el director del film, se ofreció para brindar asesoramiento a Stefano Sollima, quien supo coger el testigo y darle voz propia. Sorprende poco que, tras el éxito de este producto, brindase un estreno como Suburra (2015), aquel mítico barrio donde el joven Julio César convivía con los sicarios más codiciados de la antigua República.

Romanzo criminale: La serie.
Romanzo criminale: La serie.

Romanzo criminale y su reparto: liras y arena

Los títulos de crédito son una parte esencial para apreciar la propuesta de Sollima y su equipo. Particularmente, la fotografía de Paolo Carnera busca conseguir un punto de arenisca en la filmación que encaja perfectamente con el viaje temporal de la trama, un retroceso para nada nostálgico. Días de incertidumbre sociopolítica en Italia, propicia para las más extrañas alianzas entre los despachos y los bajos fondos.

Y el dinero como motor de tutto. La audaz apuesta de un joven delincuente apodado El Libanés (interpretado por Francesco Montanari) de invertir a largo plazo el botín que sus compinches y él obtienen de secuestrar al barón Rossellini cambia todo el panorama delictivo en Roma. De repente la pequeña picaresca da paso a la Serie A del crimen. Mientras la policía sigue buscando a ladronzuelos de máquinas de escribir Olivetti, los muchachos de la Magliana empiezan a moverse en serio, abasteciéndose en el mercado de la droga para sembrar un monopolio en la Ciudad Eterna.

Aunque tienen nombres propios, nada escenifica mejor a estos brutales hombres que sus motes. Montanari posee una violencia contenida incluso cuando está andando, como si fuera un centurión a punto de atacar. Vinicio Marchioni brinda un enfoque totalmente distinto para “El Frío”, auténtico cerebro de las operaciones, aunque siempre a gusto en las sombras. El último miembro del triunvirato es “El Dandi”, a quien Alessandro Roja da apostura para mostrar al bon vivant de la escuadra. Su dolce fare niente pondrá en ocasiones a los suyos en riesgo de pesquisas policiales, pero será asimismo el rostro agradable con el que negociar en lugar de sus dos radicales asociados.

Es una historia que hemos visto muchas veces, incluyendo la asociación Pompeyo-Craso-César. Sin embargo, la serie lo narra con tal ritmo que es fácil rendirse ante ella.

El Dandi, el Libanés y el Frío en Romanzo criminale: La Serie.
El Dandi, El Libanés y El Frío, en Romanzo criminale: La Serie.

Las mujeres de Romanzo criminale: Goomar y Madonna

Las mujeres han tenido tradicionalmente un papel claramente delimitado en este tipo de organizaciones. Igual que en la Cosa Nostra o la Camorra, pareciera que siempre quedarán relegadas al papel de cortesanas o madres. El machismo que impera en la Magliana es tan evidente que el guion de Barbara Petronio, Daniele Cesarano, Leonardo Valenti y Paolo Marchesini no precisa de subrayarlo.

Basta con ver las toscas aproximaciones del líder de la banda para hacer regalos a su madre. Antonella Attili encarna a una matrona que incluso ha asumido que su hijo, El Libanés, es un espectro. Lejos de impresionarse ante los abrigos de pieles que le llegan de una manera primitiva, ella querría descubrir a ese desconocido en el que se ha convertido su retoño.

De la misma manera, espectáculos audiovisuales como Los Soprano (1999-2007) ya nos habían acostumbrado al concepto de goomar. Es decir, la acompañante predilecta de estos capos, una belleza que debe moverse en un fino alambre de caprichos que podrían terminar con su cuerpo en el fondo del Tíber.

Daniela Virgilio da prestancia y un toque a lo Sophia Loren que encaja a la perfección con la prostituta más codiciada en todo El Esquilino, Patrizia, quien pronto será objeto de deseo por parte de uno de los más longevos integrantes de la Magliana: El Dandi. Si bien no tiene el lenguaje corporal agresivo de otros de sus amigos, la dama pronto descubrirá los riesgos de no satisfacer el más mínimo de los caprichos de alguien que quiere albergarla como propiedad en una jaula de oro.

La violación tampoco es omitida en este siniestro marco. El brutal quinto episodio de la primera temporada muestra los atávicos códigos por los que se rige El Libanés con su primera novia, Sara (encarnada por Carolina Felline).

Daniela Virgilio es Patrizia en Romanzo criminale: La Serie.
Daniela Virgilio es Patrizia en Romanzo criminale: La Serie.

Romanzo criminale: el comisario Nicola Scialoja, un Jim Gordon en Roma

Uno de los inconvenientes que Romanzo criminale sabe sortear es sumergir a la audiencia en un pozo de oscuridad y pesimismo. En un escenario con figuras tan malvadas, era precisa alguna pausa, un instante donde poder tener, contradiciendo a Dante, un atisbo de ligera esperanza. El comisario Nicola Scialoja se convertirá paulatinamente en el más avispado agente tras la pista de lo que realmente ha organizado El Libanés. A diferencia de otros superiores que la subestiman o altos cargos que quieren usar la banda para sus propios fines, Scialoja representa la pureza de quien intenta perseguir al mal cuando surge.

Marco Bocci da su talento actoral a una especie de Jim Gordon que deberá convivir con una condición de paria a ambos lados del tablero: miembros en su Departamento le miran con malos ojos por su simpatía hacia la ideología comunista. De la misma forma, incluso su propia familia, liderada por su hermana Sandra (Valentina Calandri) lo consideran un renegado de la causa, vendido finalmente al sistema por trabajar como policía.

Unos sinsabores que explican su progresiva obsesión por la Magliana. A medida que sus intuiciones vayan avanzando poco a poco en el caso, irá ganando aliados a su causa, convirtiéndose en una guerra personal que traspasará los límites de su trabajo. Al igual que El Dandi, cruzará el Esquilino para iniciar una relación con Patrizia que supone el triángulo amoroso de mayor alto voltaje en las dos temporadas.

Si Scialoja es la conexión con los valores que debería tener su profesión, Sollima acierta a mostrarnos la verdad detrás de los teléfonos grises y los despachos en la cúpula. A medida que El Libanés y los suyos asciendan, altos poderes tantearán usarlos para sus propios fines. Los Servicios Secretos no saldrán especialmente bien parados de esta aguda radiografía.

Marco Bocci es el comisario Nicola Scialoja en Romanzo criminale: La Serie.
Marco Bocci es el comisario Nicola Scialoja en Romanzo criminale: La Serie.

Romanzo criminale:  Sombras etruscas

Hay algo melancólico en la banda sonora de Romanzo criminale. Pasquale Catalano compone piezas que nos evocan a tiempos pasados que no vivimos, pero echamos de menos. Eso será particularmente efectivo en los flashbacks de nuestros delictivos protagonistas, instantes que nos permiten entender mejor cómo son. No se trata de justificar ninguno de los horrores que presenciaremos, aunque sí es una ventana a sentirlos como seres de carne y hueso antes que estatuas del tópico en el género mafioso.

Hay un precedente que el show siempre tiene de espejo: El capo de Corleone (2007), una excelente miniserie ambientada en Sicilia. Su sucesora es una aventajada discípula que tiene la fortuna de no quedarse encorsetada en la miniserie, teniendo un par de temporadas para explotar hasta el último rincón de un negocio infernal. Catalano, un músico magistral de origen napolitano, sabe conjugar la cultura pop de la época que recrea con una banda sonora principal que resulta conmovedora.

“Nunca habíamos imaginado el éxito que tendríamos con esta gran serie italiana” admitiría el protagonista. Tal vez ahí radique el encanto de un producto de exquisita factura, pero que evita la amenaza de la pretenciosidad. Consigue que el drama de sus endemoniados personajes alcance tintes shakespearianos sin perder autenticidad, catapultándonos a una auténtica ópera callejera.

En un lujo que no podía permitirse su largometraje homónimo, el show siempre tiene escenas para entrar en la intimidad de los hogares de cualquier integrante de la banda. Por ejemplo, incluso alguien como El Frío se permite algunos instantes de ternura con Roberta, interpretada por Alessandra Mastronardi. Esta actriz logra dar un toque de inocencia y naturalidad tal que sorprende muy poco que fuera seleccionada posteriormente para un film tan internacional como A Roma con amor (2012).

Serán instantes de felicidad fugaces, sombras destinadas a ser engullidas. 

Roberta, interpretada por Alessandra Mastronardi, junto a El Frío en Romanzo criminale: La Serie
Roberta, interpretada por Alessandra Mastronardi, junto a El Frío en Romanzo criminale: La Serie.

Romanzo criminale y la muerte: Giochi funebri

Pese al fuerte carisma del elenco protagonista, hay un sentido del equilibrio en Romanzo criminale. Si en la segunda temporada de Los Soprano hubiera muerto tiroteado Tony, la serie hubiera podido caer como un castillo de naipes sin menoscabo del gran talento que lo rodeaba. Por ello, es tan meritorio que el edificio de Sollima se sostenga incluso a medida que la inexorable naturaleza del “negocio” de sus personajes los vaya llevando al otro lado del río de Caronte.

Las reacciones frente a esas pérdidas serán sumamente llamativas. Andrea Sartoretti otorga una gran fuerza física a El Búfalo, uno de los integrantes más rudimentarios de la Magliana, casi con problemas para leer simples mensajes en la pizarra del bar donde se reúnen sus compinches. No obstante, su lealtad en algunos compases de la segunda temporada es casi conmovedora, además de convertirse en nuestro nexo con ese opening tan subyugante que siempre tenemos presente.

Otra baza que juega a favor del programa en la partida es su buen uso de la memoria. Los muertos, igual que sucede en la vida real, dejan recuerdos en sus familiares, amigos y adversarios. Siguen presentes, lo cual permite algunas elegantes alucinaciones que nos vuelven a conectar con las mejores piezas de Shakespeare, casi viendo al fantasma de César en víspera de la batalla de Filipos.

La simbología es muy importante en esta Roma, donde incluso un simple paraguas nos puede dar la más sólida de las pistas. Antes que nombre y apellidos, todo se mueve por el terreno callejero de los apodos: El Terrible (Marco Gialli), El Sardo (Antonio Gerardi), “Trentadenari” /Orlando Cinque) o El Puma (Ivano De Matteo) revelan tanto de su carácter con el mote como a través de la magnífica composición de sus intérpretes.

Romanzo criminale: La serie.

Romanzo criminale:  Épica oscura

Como anticipábamos previamente, hay una cuidada evitación en Romanzo criminale que nos ocupa a la hora de convertirse en una mala imitación. Sandra Bonacchi se revela en cada capítulo como una productora inteligente, que sabe dónde y cuándo invertir el dinero para aprovechar el entramado urbano del que dispone. Tal vez no haya avenidas colosales ni efectos especiales para exposiciones grandilocuentes, pero sí recónditos callejones donde un motorista puede convertirse en una amenaza mortífera.

Hay momentos incluso de épica oscura. Debido a una traición interna, los principales integrantes de la banda terminan encarcelados en el sexto episodio de la primera campaña. A la espera de Scialoja encuentre las evidencias suficientes para mantenerlo entre rejas, la Magliana deberá evitar que su estancia acabe con una daga en esos muros por la injerencia de un veterano miembro de la mafia calabresa, auténtico dueño del presidio, quien no acepta la negativa de los romanos a compartir parte de sus beneficios con él.

En apenas diez días, El Libanés y los suyos logran dar la vuelta a la situación de una forma que, si no fuera el negocio que es, casi nos resultaría épica su conquista de la cárcel. Sin mitificarlos en lo absoluto, los integrantes de la Magliana son humanizados en varios instantes. Por ejemplo, aguardando el primer cargamento en la playa, El Libanés, El Frío y El Dandi aceptan echar un pequeño partido de fútbol con unos inocentes muchachos que, quizá, les recuerdan a ellos antes de abrazar la oscuridad.

Semejante a Coppola en esas composiciones en paralelo, Sollima utiliza grandes festividades de familia (por ejemplo, bodas) para establecer una comparativa en su montaje entre los delitos que se están efectuando en su nombre mientras ellos se divierten.

Romanzo criminale: La Serie.
Romanzo criminale: La Serie.

Romanzo criminale:  Donatella Caviati y el epílogo

De idéntica y eficaz manera ante todas las posibles eventualidades que podían ocurrir en el programa, el mercado de fichajes en la segunda campaña actuó en consecuencia de las importantes bajas que los libretos argumentales habían propiciado. Sobresale aquí la incorporación de Giovanna Di Rauso. Su reto era complicado, puesto que había de dar voz a Donatella Caviati, personaje ficticio que estaba fuertemente inspirado en una temida mujer que sirvió en la Magliana: Fabiola Moretti.

Desde su primera escena, podemos ser conscientes de que estamos ante una Caterina Sforza del mundo de la droga, la una auténtica condottiera de las calles que no va a pedir ni otorgar clemencia. Un credo que encaja en un mundo de burdeles y abusos, donde el dinero sale perfectamente blanqueado tras haber estado en las cloacas máximas.

Giovanna Di Rauso es Donatella Caviati en Romanzo criminale: La Serie.
Giovanna Di Rauso es Donatella Caviati en Romanzo criminale: La Serie.

Una nueva generación que marca la transición para la anterior élite criminal. La reformulación de algunos en líderes con traje y corbata, apariencias impolutas que enmascaran el origen de la fortuna que han atesorado. Otros quedarán recluidos a ser reliquias temidas del barrio, ecos de cuando El Libanés y los suyos marcaban la ley en las aceras. Los hermanos Buffoni, El Fideo, Satán…

Igual que Scialoja y Patrizia caminos por ese sombrío sendero de traiciones y ambiciones, con un suspiro de alivio al haber podido sobrevivir a la ciudad sin corona