¿’The Good Fight’ ha superado a ‘The Good Wife’?
Suelen decir que segundas partes nunca fueron buenas. Después de cinco temporadas brillantes, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿Es The Good Fight mejor que su antecesora?
Recuerdo la primera vez que vi The Good Wife. Hará cinco años. Estaba en casa de una amiga y, con mucha delicadeza, esta me preguntó que si me importaba que viese el último capítulo. Era el final de la serie y se moría de ganas de verlo. No me suelen atraer las series procedimentales, pero el final me gustó tanto que empecé a verla al día siguiente.
The Good Wife tiene una premisa que en ese momento era muy interesante: una mujer que ha estado media vida a la sombra de su marido, el gobernador del estado, se ve en la obligación de dar un paso adelante cuando este es acusado de corrupción y de engañarla con prostitutas. Ella decide, entonces, retomar su carrera. Se une a un prestigioso bufete de abogados y, cual Ally McBeal, se encuentra con un antiguo amor del pasado.
Así es como nace uno de los personajes más odiados de la ficción (no sé por qué todavía), Alicia Florrick (Julianna Margulies), y con ella, otros personajes inolvidables como Will Gardner (Josh Charles), Cary Agos (Matt Czuchry), Kalinda Sharma (Archie Panjabi, siempre en nuestros corazones) y, nuestra futura protagonista, Diane Lockhart (Christine Baranski).
A esto súmale unas subtramas de gran complejidad y giros de guion deliciosos acompañados de conocimientos y reflexiones muy interesantes sobre la ley, el deber humano y todo lo que comprende el sistema legal americano. El tortazo de Diane a Alicia en ese último capítulo cerró con broche de oro una de las mejores series de abogados que se han hecho nunca en la televisión.
The Good Fight
Al poco tiempo de acabar The Good Wife, se anunció el spin-off, con el personaje interpretado por Christine Baranski.
El impostado aire feminista y el poco atractivo de la trama principal con el personaje interpretado por Rose Leslie (¿a quién le interesan ahora los problemas de una chica blanca y rica por muy lesbiana que sea?) mientras que el cuerpo de Alicia Florrick aún estaba caliente, me hizo estar muy reticente a la hora de darle una oportunidad a la serie.
Después de tragarme la primera temporada como pude, me encontré a mitad de la segunda atrapada por pequeños grandes detalles que la distanciaban totalmente de The Good Wife. Que la hacían una serie diferente.
Para empezar, la ambientación. The Good Fight sigue sin ser una serie de exteriores pero, al menos, en ella se da protagonismo a lo que pasa tras las ventanas de esos absorbentes despachos. Chicago se convierte también en un personaje. Por ejemplo, hay una serie de capítulos en los que la historia transcurre todo el tiempo de noche y no para de llover. También juega elementos visuales extraños, como el maravilloso cuadro de Andy Zig en el despacho de Diane. Estos detalles ayudan a crear una atmósfera que convierte las historias del bufete en universales y a los personajes en héroes actuales.
Jugando con la estructura
Por otro lado, The Good Fight escapa del género. Si The Good Wife era rigurosamente procedimental, con una estructura muy específica y un desarrollo demasiado paulatino de la trama principal, la segunda da más alas a la estructura y más protagonismo a las tramas bases.
En The Good Fight, la trama principal no es algo apartado que se saca solo al principio y final de temporada para renovar el interés de los espectadores. Está mucho más presente durante toda la temporada.Nos permite estar más cerca de los protagonistas, dándole un tono más íntimo y humano a la serie.
Es muy interesante ver los debates constantes que Diane. Un ejemplo, es el que tiene respecto a su relación con Kurt (Gary Cole). Nos evoca a preguntas como: “¿Podríamos estar con alguien con una ideología totalmente distinta a la nuestra?”
Guiones cargados de comedia y surreralismo
The Good Fight da más libertad a las tramas pero también a la forma. Experimenta con las estructuras temporales, juega mucho con la puesta en escena y utiliza maneras más entretenidas de contar informaciones complejas.
Es el caso, por ejemplo, de estos minivídeos animados maravillosos que explican en pocos segundos con una canción situaciones legales que están fuera del conocimiento común. Son vídeos que nos ayudan a situarnos en un contexto más preciso, todo un gozo para los amantes del derecho.
También es una mejora considerable, desde mi punto de vista, el tono cómico y muy surrealista que han tomado los King en The Good Fight (casi llegando al nivel de Ally McBeal). A veces demasiado efectista quizá (especialmente, en esta última temporada), pero muy de agradecer.
Tramas como el del club secreto de mujeres, el asesino de abogados, el memo 618 o, la mejor de esta temporada, el tribunal 9 3/4 son de una originalidad e ingenio pocas veces vistas en televisión.
Y eso sin hablar de las escenas que rozan el surrealismo más loco, como las alucinaciones de Jay DiPersia (Nyambi Nyambi) como consecuencia del Covid o las de Diane cuando Trump gana las elecciones. A estas sugerentes extravagancias de guion, se unen detalles formales, como las palomas chocando con las ventanas, o personajes muy estrafalarios, como el controvertido Roland Blum (Michael Sheen).
Política, actualidad y rebeldía
Pero si hay algo que de verdad diferencia a The Good Fight con The Good Wife y la hace realmente extraordinaria es que rebosa rebeldía. Auténtica rebeldía.
De todas las series del momento, no hay ninguna que se moje tanto y critique de una manera tan directa la estructura económica actual y las ideologías de extrema derecha como esta (de hecho, ha intentado ser vetada por la CBS en varias ocasiones).
El carácter subversivo de la serie puede no agradar a todos los espectadores, pero resulta inevitable cuando, otra de las cualidades que la hacen tan genial, es que es una serie muy actual.
El #MeToo, al asesinato de George Floyd, el Covid, las fake news y los límites del humor son algunos de los temas de los que la serie habla sin tapujos.
Podría ser una serie más blanca y neutra, un clásico, algo atemporal, como The Good Wife. Cumplir con su objetivo de entretener y ya. Pero aquí, los King hacen verdadero arte televisivo declarando la guerra al mundo y reventando, como los bolsos de su maravillosa intro, los cimientos de la cultura occidental. The Good Fight no es revolución manufacturada, es cultura revolucionaria, que es distinto.
La mayoría de los spin-offs, revivals o remakes televisivos suelen ser copias idénticas de sus antecesoras con pequeñas variantes. Tú ves un capítulo de The Good Fight y otro de The Good Wife y no tienen punto de comparación.
No solo son diferentes, sino que ves una evolución, ves una variante igual de buena, igual de entretenida y de brillante pero con otra motivación. The Good Wife entretiene, The Good Fight te rompe los esquemas para que reflexiones y, además, te entretiene.
Nunca pensé que diría esto, sobre todo refiriéndome a televisión, pero sí, a veces, las segundas partes son mejores que las primeras.