De dispersión en ‘Dispersión’, con Pepe Colubi

Dispersión es el último libro de una trilogía a la altura de la de Danzing de Günter Grass, la de Las tres ciudades de Émile Zolá, e incluso del ciclo tebano de Sófocles (al menos, en nuestros corazones). En él, Pepe Colubi acompaña a su sosias literario en el arduo camino hacia la madurez.

Así, sin romper a sudar.

Por los jajás.

Dispersión: El flotar como mérito

Ha pasado ya más de una década desde que “Pipi” volviese de California con un caso agudo de blue balls. Una vez terminada la carrera de Filología Inglesa, su futuro se presenta tan incierto como siempre. Pero las cosas tienen una forma de sucederse cuando uno no tiene ni la más remota idea de qué hacer, o cuándo, o cómo.

Sin comerlo ni beberlo, Pepe se hace un hueco en el mundillo de la radio gracias a sus conocimientos sobre música y demás morralla pop. Quién iba a decir que pasar tantas horas delante del televisor traería sus beneficios…

Enlazando trabajos (y aprovechándose de una suerte que, de vez en cuando, nos sonríe a los idiotas), consigue mudarse a un piso en la ciudad. Este es el escenario improvisado donde se desarrollan sus inquietudes, que son un poco las de todo hijo de vecino con menos de dos dedos de frente.

Pepe Colubi. Dispersión.
Pepe Colubi. Dispersión.

Pepe se reencuentra con viejos amores y halla otros nuevos (expulsando, sí, el chorromoco). Viaja dentro y fuera de España, acumulando anécdotas relativas, en su mayoría, a la música. También lidia con los quebraderos de cabeza propios de las familias. Y todo ello acompañado de una banda sonora que nos reafirma en la noción de que la música es de lo poco que no va a fallarnos nunca.

Pase lo que nos pase, siempre podremos asociarlo a una buena canción.

Dispersión: Orgullo idiota

Dispersión es más corto que sus antecesores, California 83 y Chorromoco 91, pero abarca una extensión más amplia de tiempo. Esto le otorga una trascendencia mayor mientras repasa la vida de un personaje con el que resulta fácil identificarse, provocando sonrisillas cómplices en el lector o lectora, carcajadas audibles, y alguna que otra lágrima.

Su disperso exabrupto “Nos ahogamos en el protocolo. Transitamos por la impostura. Avanzamos entre pautas. La vida es lo que sucede entre las metas volantes que nos marcan el camino. Nos meten en el colegio muy pronto y salimos un trillón de años más tarde, cuando ya no podemos ni sabemos aprender. Si todo va bien nos toca trabajar, aunque no queramos, para consolidar una familia que nos arrope en el momento de morir. Estamos hechos al desecho” es el “Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia…” de Trainspotting, pero con menos drogas, un postulado filosófico de la razón impráctica.

En Dispersión, Pepe Colubi conserva el tono lúdico de sus trabajos anteriores, oscilando entre lo entrañable y lo patético, añadiéndole un poso de reflexión. El tiempo es una aguja que va pasando por el surco de un disco de vinilo, rayándolo, a veces, y provocando pequeños saltos que conservamos en forma de recuerdos (algunos buenos y otros no tanto).

La novelava de eso, grosso modo, de la transitoriedad de las cosas y de cómo el orden termina instalándose en el caos, aun a trompicones. Y siempre nos quedará la risa, “el genuino pegamento que une los fragmentos de sensatez, demencia, cordura y desvarío”. Eso y el rock ‘n’ roll, que nos hará eternamente jóvenes.

Insane in the brain

Dispersión fue publicado el pasado día 3 de febrero por Espasa Narrativa, en una cómoda edición de tapa blanda de 280 páginas.

De manera complementaria, su autor ha creado una playlist con 78 canciones mencionadas en el libro, incluyendo algunas de grupos tales como los Ramones, los Clash, Dead Kennedys, Blur, o Suede (por mencionar a unos cuantos):

Desde aquí os animamos a escucharla y a leer las memorias de “Pipi” como hemos hecho nosotros: a todo volumen.

Foto de portada: © Andreu Buenafuente.