Elvis Costello, una nueva reinvención sin repetirse

Elvis Costello siempre ha sido una especie de camaleón musical. Comenzó con la insurgencia post-punk que caracterizó sus esfuerzos para el incipiente sello Stiff Records.

Posteriormente su repentino cambio hacia el country. Luego, sorprende con su decisión de intentar baladas en compañía de Burt Bacharach. Continuó persiguiendo ese rumbo durante la mayor parte de su carrera, aparentemente con la intención de mantener a sus oyentes adivinando prácticamente cada uno de sus pasos musicales.

Después de una carrera de más de 40 años, es seguro asumir que Elvis Costello ha llegado a la etapa en la que puede hacer lo que quiera.

Su álbum de estudio número 31, Hey Clockface, es una carrera vertiginosa, a veces desconcertante, a través de una gran cantidad de géneros.

Elvis Costello
Elvis Costello

Hey Clockface, la nueva reinvención de Elvis Costello

El nuevo álbum de Costello llegó con poca fanfarria, pero parece sugerir que tiene la intención de llevar a su musa a extremos aún más deliberados, haciéndolo de una manera que es más incongruente que nunca.

Hey Clockface cambia de apariencia con frecuencia y se inclina principalmente hacia el matiz nocturno de una balada fresca y acariciante.

They’re Not Laughing At Me Now, The Last Confession of Vivian Whip, I Do Y Byline, son un set de canciones de swing clásico y jazz lounge. El cántico fresco y cariñoso de Costello les da a estas melodías la marca registrada de su estilo de baladas suaves que encanta a su público.

En Hey Clockface, Elvis muestra una disposición a dar algunos giros inesperados. El tema de apertura de este álbum Revolution # 49, con una narrativa hablada dramática y terrible, suena como un intento de penetrar la conciencia cósmica del Moody Blues.

Su intento de hip-hop en Betty O’Hara Confidential y el caos del heavy metal No Flag parecen desincronizados, lo que se suma a la extraña mezcolanza que caracteriza al álbum en general.

Los sentimientos de Costello

Podría decirse que Hey Clockface es el intento de Costello de redefinirse a sí mismo como un intérprete más maduro, consciente del hecho de que tiene una audiencia envejecida que busca sutileza y sentimiento.

De hecho, como sugiere el título, el tiempo corre, lo que garantiza que la relevancia se convierta en una prioridad más que el bullicio.