Entrevista a Irene Escolar: “Lo que se hace con el alma siempre acaba encontrando su público”
Hablar de Irene Escolar es hablar de talento. Charlamos con la actriz en un hueco libre de su apretada agenda en este otoño lleno de estrenos para ella. El 25 de noviembre estrena la obra de teatro Personas, lugares y cosas en el Teatro Español con un flamante papel protagonista, pero también puedes verla en la segunda temporada de la aclamada serie La Ruta o en la película Ariel que se estrenará en diciembre.
Si se suele decir que la vida puede estar llena de nuevos comienzos, la de esta actriz empieza con cada uno de los papeles que caen en sus manos. Su alta capacidad de entrega en cada proyecto es abrumadora. En esta sociedad del cansancio, Irene Escolar es capaz de entregarse en cada papel, llenar a los personajes que interpreta de vida, de matices, de experiencias… Todos y cada uno de ellos son tan reales que podrían vivir una vida por sí mismos.
Lejos de algoritmos, big data e inteligencia artificial, Irene Escolar se erige como una artesana de la interpretación, una artista de las filigranas emocionales que componen las complejas telarañas con las que teje cada uno de sus personajes. Un gusto de otoño poder verla en tantos proyectos.

Hablamos con Irene Escolar
– Este es un otoño repleto de proyectos para ti. ¿En qué momento profesional te encuentras?
Pues ahora mismo en un momento muy bonito, la verdad, porque coinciden tres estrenos de proyectos muy diferentes: una obra de teatro, una película y una serie. Cada uno de estos proyectos me ha llenado muchísimo y, además, han sido retadores por diferentes razones; he sido muy feliz durante el proceso y sigo siéndolo.
– El 25 de noviembre estrenas en el Teatro Español la obra Personas, lugares y cosas. ¿Qué nos puedes contar sobre el personaje de Emma y la obra?
Personas, lugares y cosas es una obra de teatro escrita por Duncan McMillan, un autor muy representado en todo el mundo. Sin embargo, esta función no se ha hecho nunca en España. La obra habla sobre una chica que es actriz y que tiene un problema de adicción. Tiene un consumo problemático con el alcohol y ciertas sustancias, por lo que entra en un centro de desintoxicación. Podríamos decir que la obra es el viaje por ese proceso de desintoxicación, como una especie de viaje en su cabeza.
Es una obra escrita desde un punto de vista subjetivo, que es algo que ocurre muy pocas veces. Un viaje tipo Alicia en el País de las Maravillas y también un poco lyncheano, en el que te sumerges en su cabeza, pero también en todo lo que pasa dentro de ese centro de desintoxicación. Lo haces al mismo tiempo. Es un texto brillantemente escrito y un personaje, yo diría, que de los más difíciles a los que me he enfrentado, pero a la vez, uno de los regalos más grandes que me ha dado este trabajo…
El personaje de Emma pasa por muchos estados, tiene mucha personalidad, es una tía muy auténtica, una persona muy tenaz. Con muchas cualidades, muy inteligente, muy sensible; es alguien que siente que la realidad en la que vive no le satisface; siente un vacío que intenta llenar actuando o consumiendo ciertas sustancias. Durante este viaje, ella va a vivir una especie de aceptación o intento de aceptación de sí misma y de lo que le rodea.

– ¿Cómo has vivido todo el proceso de prepararte un personaje tan intenso? Entiendo que requiere estar 100% implicada…
Cuando me llegó esta función, había muchas cosas relacionadas con el tema de las adicciones que yo no tenía muy presentes. Era un universo en el que tenía que adentrarme con mucho respeto; y he tenido la suerte y el tiempo necesario para poder hacerlo, la verdad. Llevo casi un año con este texto entre las manos y teniendo la oportunidad de hablar con muchos terapeutas, con personas que han pasado por un proceso de desintoxicación…
He estado yendo durante casi seis meses, todas las semanas, a unos grupos de terapia, porque la obra también habla mucho sobre cómo podemos “salvarnos” muchas veces gracias al grupo, al otro… He tenido la suerte de que me han abierto las puertas en un centro para poder escuchar y eso ha sido una experiencia… De hecho, de las experiencias más bonitas que creo que me ha dado este trabajo.
– ¿Te has nutrido de todas esas experiencias para dar forma a este personaje?
Sí, pero sobre todo para entender un poco mejor cuál es la situación real de una persona que está viviendo un proceso tan complejo, tan desesperado, tan duro… Había muchas cosas que necesitaba ver, necesitaba escuchar, sentir. Gracias a ese aprendizaje he podido enfrentarme a este trabajo. Si no hubiera pasado por ahí, habría sido otro resultado muy diferente.
– Además de verte en el teatro, también estrenas nueva película.
Sí, una película de Lois Patiño que se llama Ariel y se estrenará en diciembre. El cine de Lois Patiño es un cine muy sensorial, muy plástico. La rodamos en las islas Azores, imagínate rodar allí, un lujo. Es una película muy existencialista, no es fácil de explicar, pero digamos que una actriz argentina, que se llama Agustina Muñoz, llega a una isla; y en esa isla hay como una especie de maldición en la que todas las personas que viven allí están como abducidas por un personaje de la obra de Shakespeare.
Todo esto así contado parece como muy rocambolesco, pero dentro de la película tiene mucho sentido. Yo hago de Ariel, que es el espíritu del aire, pero vamos, que no hago de un espíritu del aire (risas). Es una peli, como te decía, muy sensorial, que habla sobre si realmente tomamos las decisiones por nosotros mismos o si estamos controlados por algún poder. Pero bueno, todo esto está debajo de muchas, muchas, muchas capas…
– Y también has estrenado hace poco la segunda temporada de La Ruta…
Sí, esta serie me encanta y tengo muchísimas ganas de que se vea. Se estrena un capítulo cada semana y son un total de seis capítulos. Yo interpreto dos personajes, que esto es bastante chulo porque hago de una madre y de una hija con la misma edad, pero en dos décadas distintas en Ibiza.
La primera temporada es la ruta del bacalao y esta es la continuación, pero en Ibiza y en las décadas de los 70 y los 90. Àlex Moner, que es el otro actor de la primera temporada y yo, hacemos de padres y de hijos, o sea, madre e hija, padre e hijo, pero con la misma edad. Es muy bonito ver ese paralelismo porque a veces parece que nuestros padres no han tenido nunca nuestra edad, ¿no? Me parecía bonito imaginar eso y aquí tenemos la suerte de poder hacerlo.
– Sueles escoger papeles complejos y muy ricos en matrices. ¿Hay mucho de elección previa por tu parte? ¿Has tenido que decir muchas veces no?
Creo que es una combinación de suerte y luego de cosas que vas buscando, por decirlo de alguna manera. Porque este es un trabajo donde si estás esperando a que te llamen, probablemente vayan a llamarte para cosas que ya a priori das o la gente ve de ti, en lo que ya te han visto antes… Yo llevo ya unos cuantos años dedicándome a esto y me he dado cuenta de que eso era algo que podía ocurrir. Por eso he intentado también generarme las oportunidades para poder mostrar que quizá puedo hacer otras cosas. Así que es una mezcla de suerte y de mucho trabajo, de mucha pasión. No es una profesión que tenga una estructura, ni una coherencia; no porque te hayan llamado para un buen papel, tienen que volver a hacerlo… En ese sentido es muy aleatorio, así que sí, es una combinación de suerte y de trabajo.
– No sé si tienes algún otro proyecto en mente, quizá algún proyecto propio en guion o dirección… ¿Te apetece también hacer algo por ese lado?
La verdad es que no, aunque veo que tengo muchas amigas que sí lo están haciendo, pero yo no, yo creo que no tengo esa capacidad y todavía creo que me quedan muchas cosas por explorar como actriz. Sí que es verdad que hay algo en la producción que también me llama la atención, pero quizá pues eso, para armar grupos de trabajo, para trabajar desde otro sitio, para aprovechar la experiencia previa que tengo. Entonces, pues quizá la producción creativa me interesa más.
– Desde tu experiencia como actriz, ¿crees que cada vez se tiene más en cuenta el criterio y la voz de lo de las actrices y de los actores en los proyectos, por ejemplo, en los audiovisuales, que quizá están más estandarizados?
Yo creo que sí, a ver, es difícil generalizar, pero si pienso en los dos o tres últimos proyectos en los que he participado, uno con Clara Roquet, que se llama Las largas sombras, la serie La Ruta o Ariel, han sido proyectos en los que las personas que los lideraban estaban súper abiertas a escucharnos; ha sido una comunicación muy creativa. Puede que tenga que ver con algo generacional, porque estas personas tienen en común que son bastante jóvenes …
– Quizá esta tendencia se ve más en actores o actrices que vienen de actuar precisamente y después lideran proyectos, que tienen ese bagaje previo…
Sí, creo que muchas veces hay bastante desconocimiento sobre los actores, pero entiendo que no todo el mundo sabe moldearlos, entenderlos. Ahora, por ejemplo, trabajando con Pablo Messiez, director de Personas, lugares y cosas, da mucho gusto porque es alguien que ama a los actores y que les entiende, sabe cómo cuidarlos. Da mucho gusto encontrarte con alguien así, que está abierto y con muchas ganas de que propongas, de jugar, de trabajar, que te sabe guiar y sacar cosas buenas de ti que no podrías sacar sola.

– Quería preguntarte por las llamadas “películas de algoritmo”, esas películas basadas en millones de datos previos y que están “fabricadas” para gustar al mayor número de espectadores posible. ¿Cuál crees que va a ser el papel de la tecnología en la cultura y el arte en un futuro cercano?
Me parece un enigma, pero a la vez siento que de alguna manera se está desmontando por sí solo porque son cosas que no se pueden predecir, como qué le va a interesar a la gente, el momento vital en el que se encuentran, por qué deciden ver una cosa y no otra… Creo que las cosas que se hacen con el alma tienen más posibilidades de que la gente vaya a verlas y de que se corra la voz. Lo que se hace con el alma siempre acaba encontrando su público. Pero me sigue pareciendo un enigma.
Creo que la tecnología va a ocupar un espacio quizá demasiado grande para las cosas que a mí me gustan y en las que me gusta participar, pero hacer como que no existe y que son cosas que no van a ocurrir, pues creo que no es inteligente; habría que ver cómo pueden coexistir. Las cosas exentas de alma van a seguir unificando el pensamiento? Eso es contra lo que hay que luchar, ¿no?
– En cuanto a la igualdad de género en el sector de la cultura, ¿percibes un avance en los últimos años?
Sí, lo veo en conversaciones que escucho, en cosas que he visto a lo largo de estos años. Yo no había trabajado nunca con tantas directoras como he trabajado en los últimos cinco años, ni directoras de fotografía, ni jefas de equipo técnico, que es algo que he empezado a ver más. Aún me parece que queda muchísimo trabajo. Creo que ha habido un cambio y que también está bien valorar esa evolución para ser conscientes de que, si se sigue poniendo el foco ahí, si se siguen tomando medidas, esto puede cambiar y es muy importante que así sea. También las conversaciones en torno a los personajes femeninos han ido evolucionando. Hay un cambio de actitud, eso es cierto, pero a la vez nunca dejaré de decir que no es suficiente.
– ¿Cuáles han sido las últimas películas o series que has visto y libros que hayas leído que quieras recomendar?
Pues mira, he visto Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa, una película que me gusta muchísimo. He visto también una película de Kelly Reichardt que se llama The Mastermind. Cosas para leer… Pues mira, he leído un libro sobre la adicción y sus repercusiones que se llama La huella de los días, que es un libro increíble de Leslie Jamison, que por cierto saca ahora otro libro, Astillas, que tengo muchas ganas de leer. Hay otros libros que recientemente también me han gustado mucho: El nervio óptico, de María Gainza, y el ensayo Podrías hacer de esto algo bonito, de Maggie Smith.

– ¿A qué te hubiera gustado dedicarte si no hubieses sido actriz o era algo que no podía ser de otra manera?
Cada vez lo pienso más; quizá porque ya he trabajado como actriz, pero cuando era pequeña lo sentía como una cosa que me vertebraba. También lo sigo sintiendo ahora, pero en aquel momento era como que no podía hacer otra cosa que no fuera esto; pero ahora quizá pienso que se pueden hacer muchas cosas en la vida. Por decirte, cosas que no tengan nada que ver con el campo artístico, por así decirlo, me hubiera gustado ser jueza, también la diplomacia me encanta. Yo soy una persona bastante diplomática y creo que el haber tenido la oportunidad de viajar por muchos países …, seguro que me hubiera gustado. También me gusta la psicología, cuando pienso si tuviera tiempo de estudiar una carrera, sería esa. Siento que también la podría aprovechar para mi trabajo.
– ¿Cómo se presenta el próximo año? ¿Con muchas cosas también o será algo más tranquilo?
Pues mira, ahora mismo me parece casi imposible llegar al 11 de enero (risas), que es cuando termina la gira. Si consigo superar esto, podré empezar a pensar qué pasará en primavera, pero ahora mismo tengo la energía puesta en esto. Hay otros dos proyectos que están por ahí, dos películas que me apetecen mucho pero que todavía no están cerradas. Voy a intentar hacer este ejercicio de estar en el presente y disfrutar de estos meses de trabajo que tengo por delante.
Foto de Portada: ©María Verano
