Fran Lebowitz y Martin Scorsese dejan patente su amistad en ‘Supongamos que Nueva York es una ciudad’
No tenía ni idea de lo que me iba a encontrar al ver Supongamos que Nueva York es una ciudad (Martin Scorsese, 2021). La verdad es que hacía tiempo que no veía nada de Scorsese, ya que me negué a ver The Irishman por motivos obvios: dura tres horas y media. No sé si el bueno de Martin estaba intentando competir con Peter Jackson o Lo que el viento se llevó (que tiene una duración de cuatro horas), pero desde luego conmigo que no cuente.
El caso es que una buena amiga me habló de esta serie, Pretend I’ts a City (Supongamos que Nueva York es una ciudad) en la que la escritora y humorista Fran Lebowitz habla sobre la vida en la gran manzana.
Supongamos que Nueva York es una ciudad, una serie que nace de la amistad
La serie no es ficción, es simplemente Scorsese hablando con Fran, preguntándole cosas y dejándola explayarse. Es un producto audiovisual que nace de la amistad. El director apenas aparece en pantalla y, cuando lo hace, es para reírse por alguna ocurrencia de Lebowitz.
Esta, por su parte, hace un análisis de la ciudad. Desde lo que hay escrito en las aceras, pasando por los edificios o la propia gente que vive o visita Nueva York. También se muestran fragmentos de entrevistas y espectáculos en los que ella ha estado.
Su visión de la vida es tremendamente irónica. Habla de manera tan descarnada y real que al final lo que te da es risa porque sabes que ella lleva razón.
Ha sido todo un descubrimiento, no ya la serie en sí, sino la figura de Fran Lebowitz. Es una mujer que vive rodeada de libros, que no tiene móvil, ni redes sociales, ni internet, que sigue yendo a comprar a las pocas librerías que quedan y que, pese a sus 70 años, rebosa energía y especialmente sentido del humor.
Se nota, además, la complicidad y confianza que hay entre el cineasta y la escritora. Él parece caer rendido a sus pies cuando su amiga abre la boca para soltar una de sus muchas ocurrencias.
Un poquito de Woody Allen en el metraje de Scorsese
Yo no sé vosotros, pero si veo planos de Nueva York con música suave de jazz, no puedo pensar en otra persona que no sea Woody Allen. Cierto que Scorsese también ha tenido muy presente la ciudad en sus películas, pero son dos visiones diferentes y yo, la verdad, me quedo con la de Allen.
Pues eso, que Supongamos que Nueva York es una ciudad tiene un retrogusto a uno de los directores más prolíficos del cine actual. Por otro lado, no es que sea un relato de amor a la urbe, sino más bien de amor-odio.
Siguen viviendo allí y no saben por qué, aman y odian la ciudad a partes iguales. Fran, además, habla de partes de su infancia, de cómo empezó a leer y lo importante que es para ella, de que ha escrito sus libros a mano, no tiene ordenador o simplemente la señora se pasea por encima de una maqueta gigante de Nueva York intentando dilucidar qué edificio es su casa o el teatro o el cine.
Ha sido un soplo de aire fresco ver esta serie. Fran Lebowitz ha sido mi último descubrimiento y pienso investigarla y leerla porque, en estos tiempos de corrección política absurda en los que antes de empezar a hablar la gente ya se disculpa por si lo que va a decir ofende, su discurso deslenguado y nada correcto resulta muy inspirador y refrescante.