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‘La mujer del viajero en el tiempo’: el heteropatriarcal mito del amor romántico en la ciencia ficción

La nueva serie de televisión de HBO La mujer del viajero en el tiempo, vuelve a adaptar la novela homónima de Audrey Niffenegger. La cual ya fue trasladada al audiovisual con el filme Más allá del tiempo (Robert Schwentke, 2009). La premisa de la historia: la protagonista Clare está predestinada a casarse con Henry. Un hombre que viaja en el tiempo de forma involuntaria. Y que conoce a su futura esposa, cuando tan solo tiene 6 años. Un argumento tan bizarro como estremecedor.

Clare y Henry están predestinados a estar juntos. Y ella, desde su infancia, solo puede pensar en casarse con él. En la reciente serie de HBO el mito del amor romántico se eleva a la máxima potencia. Enmarcado, además, en el género de la ciencia ficción. Este tipo de creaciones de ficción permiten una mayor licencia a la hora de construir historias. Siendo, además, mucho más peligrosas en su efecto sobre la sociedad.

Theo James y Rose Leslie en La mujer del viajero en el tiempo, de HBO.
Theo James y Rose Leslie en La mujer del viajero en el tiempo, de HBO.

Clare, interpretada en su figura adulta por Rose Leslie. Y Henry, encarnado en todas sus facetas por Theo James. Ambos simbolizan dos roles muy ortodoxos. El de la mujer y el hombre que viven estancados en el sistema binario establecido.

Además, en la serie de televisión, ni siquiera se presenta una relación sana entre Clare y Henry. En cada episodio tienen una pequeña discusión que convierte a la pareja en dos personas que ni siquiera terminan de entenderse o llevarse bien. Algo que hace todavía más complejo entender cómo siguen juntos contra todo pronóstico.  

El concepto del amor que se construye en La mujer del viajero en el tiempo es tóxico y misógino. Recuperando las relaciones románticas heteronormativas representadas hace años en la cinematografía.

El mito del amor romántico en un contexto más moderno, con una perspectiva más convencional

El mito del amor romántico de la sociedad heteropatriarcal es un concepto tan recurrente como convencional. Aquel que afirma que la pareja, formada por un hombre y una mujer, está predestinada a estar unida. Que ella, además, debe darlo todo por él. Y que cada gesto de posesión por parte de él siempre será un gesto de amor hacia ella. ¿No suena anacrónico y tradicional?

En La mujer del viajero en el tiempo esta es la premisa principal. Henry con más de 40 años, conoce a Clare cuando tiene 6 años. Viene del futuro, y sabe que ella será su esposa. Así, la pequeña Clare establece como objetivo principal en su vida, desde su infancia, el casarse con ese hombre. Así como confiar en todo lo que él le diga, y que cada uno de sus pasos sean guiados por él.

Henry y la joven Clare (Everleigh McDonell) de 6 años.
Henry y la joven Clare (Everleigh McDonell) de 6 años.

La perspectiva de género, por lo tanto, es inexistente. Y lo que más llama la atención, es que ciertos detalles que no estaban en la novela y se añaden en la serie actual, dan pasos hacia atrás en esa línea. Convirtiendo así, la serie contemporánea, en un ejemplo banal del mito del amor romántico y las relaciones heteropatriarcales. Ella no tiene opción de decidir absolutamente nada. Ni siquiera en la casa donde van a vivir. Algo justificado por la línea temporal construida en la narrativa. Pero que está sustentado por un subtexto nocivo.

La mujer del viajero en el tiempo: la pérdida total de identidad por la de su marido

¿Cuáles son los intereses de la protagonista Clare? ¿Cuáles son sus objetivos en la vida? ¿Qué la define como persona? Definitivamente, el título hace honor al desarrollo de la serie. Porque Clare es simplemente, la mujer del viajero en el tiempo. Sin arco narrativo propio. Sin toma de decisiones ni independencia. Su único objetivo en la vida: casarse con Henry. El cuál conoce desde que tenía 6 años, y él más de 40. Un argumento que suena bizarro. Y, en definitiva, se desarrolla de forma cuestionable.

Si volvemos la vista atrás en el tiempo, encontraremos múltiples historias que fueron desarrolladas entorno a una idea similar. Aquella del hombre que guía los pasos de su pareja. Donde la mujer, es una simple marioneta en manos de la sociedad heteropatriarcal que la maneja. Sin embargo, abordar este tipo de relaciones en pleno siglo XXI se descubre como anacrónico y plenamente fuera de lugar.

Theo James y Rose Leslie en La mujer del viajero en el tiempo, de HBO.
Theo James y Rose Leslie en La mujer del viajero en el tiempo, de HBO.

Si se mira más allá de la pareja protagonista, además, solo se encuentran detalles que mantienen la misma línea. El mejor amigo y mejor amiga de Clare y Henry son un apéndice imprescindible para sostener las relaciones heteropatriarcales. Pero, sobre todo, en las producciones audiovisuales actuales que capitalizan la perspectiva de género y etnia.

Los viajes en el tiempo, ensombrecidos por la magnitud del machismo en pantalla

Los viajes en el tiempo son una idea creativa recurrente en la ciencia ficción. Con series brillantes como Dark (Netflix, 2017-2020), esto se trasladó al audiovisual de forma exitosa. Con una construcción narrativa espléndida que mantiene a la audiencia atenta a cada giro. No obstante, la serie de televisión de HBO pone el foco en la relación romántica más allá de la narrativa. Con ideas potencialmente buenas, que terminan por caer en el olvido ante el peso de la historia.

Viajar al futuro debería conllevar una evolución en ciertos aspectos. Sin embargo, en la serie de HBO hay una clara involución y estancamiento de las relaciones románticas. Junto a la proliferación de creaciones audiovisuales que se suben al tren del progreso y la tolerancia, se encuentra una oleada de producciones que lo frenan. Desde deplorables series que edulcoran la violencia de género evidente como Sexo/vida (Netflix, 2021). Hasta la presente La mujer del viajero en el tiempo. Las cuales, además, se presentan a la audiencia como diversas e incluso con tintes feministas. Una apropiación y capitalización que suponen una piedra en el camino hacia la obtención de derechos y consolidación del pensamiento feminista.