‘La perdida’: encontrándonos con Jessica Abel
La Perdida, de Jessica Abel, es un relato de intentos. En particular, del de su protagonista por encontrar su lugar en un mundo en el que se siente dividida por diversos motivos.
Estas memorias ficticias nos sitúan de lleno en la capital de México. Coged el pasaporte, que allá vamos.
La perdida: enfrente del parque
Carla Olivares es una joven americana de padre mexicano, que decide tomarse unas vacaciones en México D. F. para conectar con sus raíces. Sin embargo, el país de Frida Kahlo la captura hasta tal punto que decide continuar en él, incluso cuando expira su visa de turista.
En un principio, Carla se instala con Harry, un antiguo novio suyo de cuando ambos vivían en Chicago. Este vive en un barrio de aspecto decadente frente al Parque General San Martín, a unos cinco kilómetros del Zócalo, el centro neurálgico de la ciudad. Al ser el heredero de una importante fortuna en su país, no tiene necesidad de trabajar para subsistir. En lugar de ello, se dedica a la literatura, buscando emular a sus ídolos de la generación beat, y escribir el nuevo Mexico city blues.
Carla critica su estilo de vida, que le resulta hipócrita. Pese a considerarse una persona abierta y librepensadora, Harry pasa casi todo el tiempo solo, en un estado de meditativa exclusión. Y cuando se relaciona con gente, son siempre norteamericanos de su misma posición social.
Ella, sin embargo, pretende integrarse lo máximo posible con los locales, aunque sus intentos resultan un tanto naif. No en vano, ni habla español ni conoce demasiado acerca de sus costumbres.
Encontrando amigos
Con el paso de las semanas, Carla va distanciándose paulatinamente de Harry y de sus amistades americanas. Es entonces cuando conoce a un par de chicos mexicanos en el bazar de Tianguis Del Chopo, y su aventura no hace más que comenzar.
Memo es un chico culto, con ideas revolucionarias de corte marxista. Sin embargo, utiliza la cuestión social como pretexto para ser desagradable con los demás y darse ínfulas. Sus hostilidades, sin embargo, no parecen alcanzar a las turistas norteamericanas, a las que critica de palabra, pero cuya atención busca continuamente. Carla no es una excepción.
A Harry, sin embargo, lo odia abiertamente, considerándolo un capitalista. Las discusiones entre ambos llegan a tal punto que Carla se ve obligada a abandonar la casa de su exnovio, en la que ya había pasado más tiempo del esperado, de todas formas.
Su nuevo compañero de piso es Óscar, un joven que no habla más que español, y con el que Carla se ve envuelta en una relación sexoafectiva. Él se paga el alquiler traficando con marihuana y otras drogas. Su ambición es ser DJ y vivir de la música en los Estados Unidos, y considera a Carla como su billete de salida de México.
La perdida en un cruce de caminos
Mientras vive con Óscar, Carla es visitada por Rod, su hermano. Este convivió más tiempo con el padre de ambos, y sí que habla el idioma. Además, cuenta con varios amigos mexicanos a los que ha conocido por internet debido a su afición por el skate. De modo que su punto de vista de la ciudad es mucho más relajado, alejado de las pretensiones literarias de Harry, la frustración política de Memo, la actitud irresponsable de Óscar, y la culpa cultural de Carla.
La perdida sigue a su protagonista a través de un periplo mexicano que no es sino la búsqueda de la identidad propia. Esta le lleva a tomar una serie de decisiones que solo el tiempo dirá si son buenas o malas.
El cómic tiene un aire de memorias literarias, así como de libro de viajes. De esta forma, se las ingenia para contar una historia pausada, que interesa por las interacciones entre los personajes y su exploración de temas tales como los expatriados de países del llamado primer mundo en otros del tercero, o la ética intercultural.
La historia, además, da un giro inesperado en su último tercio, aumentando el riesgo y la violencia en que los personajes se ven envueltos.
La perdida: dibujando a Jessica Abel
En el aspecto gráfico, La perdida es una obra digna de contemplar, compuesta enteramente por contrastes de blancos y negros, realizados con tinta. El dibujo es sencillo pero eficaz en la representación de los personajes, recurriendo a un estilo bastante cartoon. Sin embargo, se torna especialmente delicado y preciosista en su reflejo del entorno: el paisaje urbano de Ciudad de México.
Su autora es Jessica Abel, nacida en 1969. Comenzó a dibujar cómics en 1988, en una antología estudiantil de la Universidad de Chicago, su ciudad natal. Cuatro años después, publicó Artbabe, su primera obra en solitario. Desde entonces, ha compaginado sus labores artísticas con la docencia.
Sus obras más conocidas son Escaparate, Banda sonora, y La perdida, las cuales han sido traducidas al castellano. Esta última le granjeó el premio Harvey de 2002 a la mejor serie nueva.
La perdida fue publicada originalmente en cinco entregas por Frantagraphics Books. En 2006 fue lanzada en español en un tomo único por la editorial Astiberri, en un bonito volumen de pasta dura con portada a color de la propia autora.