Las diosas del sonido: las mejores cantantes por década desde 1920 hasta hoy

¿Quién canta cuando no nos dejan hablar? Desde los años 20 hasta hoy, las mujeres han usado su voz para hacerse oír en un mundo que muchas veces ha querido bajarle el volumen. Este no es un ránking objetivo (porque eso no existe), sino una celebración: un recorrido por las cantantes que marcaron cada década, que rompieron moldes, que nos hicieron llorar, bailar, pensar o arder.

Aquí va nuestro panteón. Una diosa por década.

Mejores cantantes femeninas por década

Años 20: Bessie Smith, la emperatriz que no pedía permiso

En los años 20, cuando la radio aún olía a invento y los clubes de jazz eran templos semiclandestinos, Bessie Smith se coronó como la Emperatriz del Blues. Su voz podía romper una copa o curar una pena, y no necesitó autotune ni estilistas: solo una garganta prodigiosa y una presencia tan arrolladora como incómoda para una América blanca, racista y puritana.

En temas como Downhearted Blues o Nobody Knows You When You’re Down and Out, cantó las miserias de la clase trabajadora, el deseo femenino sin culpa y la rabia negra sin disfraz. Fue una mujer negra y bisexual que se convirtió en millonaria gracias a su talento. Un unicornio del siglo XX.

Años 30: Billie Holiday, la tristeza más hermosa

Billie Holiday no tenía la voz más potente ni la técnica más perfecta, pero tenía algo mucho más raro: verdad. Su forma de frasear era puro dolor vestido de terciopelo. Escuchar Strange Fruit es como asistir a una ejecución pública y que encima te rompan el corazón.

Fue explotada, encarcelada, adicta. Pero también fue pionera: grabó canciones de protesta racial en una época en la que eso equivalía a firmar tu sentencia. Y lo hizo con una flor en el pelo y un cigarro en la mano, como si no le doliera. Pero dolía. Y cómo.

Billie Holiday. Mejores cantantes de la década.
Billie Holiday. Mejores cantantes de la década.

Años 40: Édith Piaf, el gorrión que gritó amor

Mientras el mundo se desangraba en guerras, Édith Piaf cantaba como si el amor fuera lo único importante. Y para muchos lo era. Con La vie en rose, y su inconfundible vibrato parisino, convirtió el drama romántico en un arte nacional.

Hija de una cantante de café y criada por prostitutas, Piaf no fue un personaje: fue una superviviente. Su cuerpo menudo ocultaba una intensidad que hacía temblar escenarios y corazones. Lo suyo era cantar con las tripas. Y Francia, rendida.

Años 50: Ella Fitzgerald, la técnica hecha diosa

Ella Fitzgerald tenía una voz como una catedral: majestuosa, flexible, perfecta. La reina del scat, la arquitecta de la improvisación vocal, la que podía cantar el abecedario y hacer que sonara como jazz celestial.

Con más de 200 álbumes grabados, Ella no solo rompió moldes: los redibujó. En los Songbooks dedicados a Cole Porter o Gershwin, mostró que se podía ser mujer, negra y respetada en el Olimpo de la música blanca. Y sin escándalos ni provocaciones: solo talento puro, sin concesiones.

Ella Fitzgerald. Mejores cantantes de la década.

Años 60: Aretha Franklin, respeto en esteroides

Aretha Franklin no pidió respeto: lo exigió. Y lo deletreó en R-E-S-P-E-C-T, transformando una canción compuesta por un hombre en un grito de poder femenino y afroamericano. Reina del soul, primera mujer en entrar en el Rock and Roll Hall of Fame, y figura clave en la lucha por los derechos civiles.

Tenía raíces góspel, pero sus ramas llegaban al pop, al jazz, al blues. Era iglesia y carretera, lamento y fuego. Su voz era capaz de cambiar el clima emocional de una habitación. Y de una nación.

Años 70: Patti Smith, la poeta punk

Patti Smith no necesitaba cantar bien, porque tenía algo más punk: una visión. Con Horses (1975), combinó poesía beat, furia adolescente y espíritu underground. Era andrógina, mística, desafiante. Un animal escénico que no buscaba gustar, sino decir.

Patti fue el puente entre el rock masculino y la sensibilidad femenina con cuchillo en mano. En sus versos había rabia, política, deseo queer y una belleza sucia que todavía hoy electriza. No quiso ser musa: fue autora.

Años 80: Madonna, la ambición rubia

Madonna no solo reinó en los 80, los redibujó a su antojo. Fue una estratega pop, una provocadora profesional y una empresaria que entendió el videoclip antes que nadie. Like a Virgin, Like a Prayer, Express Yourself… Cada hit era una tesis sobre religión, sexo y poder en clave pop.

Sí, había artificio, pero también mensaje. Y tras las medias de encaje y los crucifijos había una mujer que desafiaba el puritanismo estadounidense con una sonrisa torcida. Madonna nos enseñó que el control del cuerpo y de la narrativa también es feminismo.

Madonna.  Mejores cantantes de la década.
Madonna. Mejores cantantes de la década.

Años 90: Björk, la criatura islandesa

En una década donde las etiquetas eran lo de menos, Björk se construyó como una fuerza de la naturaleza. Ni diva ni estrella: Björk era un universo. Mezcló electrónica, cuerdas, ruido, jazz, folklore islandés y emoción pura en discos como Debut, Post o Homogenic.

Su voz podía ser un susurro de hada o un grito alienígena. Y sus videoclips, obras de arte. No quiso encajar. Inventó la forma para ella sola. Y lo mejor: nadie ha podido imitarla sin parecer un disfraz.

Años 2000: Amy Winehouse, la última voz rota

Amy Winehouse llegó como un vendaval en una escena pop edulcorada. Su voz tenía 60 años de historia negra dentro. En Back to Black (2006), resucitó el soul con elegancia trágica. Cantaba como si ya supiera que no duraría mucho.

Alcohol, paparazzi, escándalos… todo eso existe, pero su talento lo trasciende. Amy fue una Billie Holiday moderna atrapada en una maquinaria voraz. No fue un juguete roto: fue una artista grande que no supieron cuidar.

Amy Winehouse.  Mejores cantantes de la década.  REUTERS/Dylan Martinez/File Photo.
Amy Winehouse. Mejores cantantes de la década. REUTERS/Dylan Martinez/File Photo.

Años 2010: Beyoncé, el poder hecho espectáculo

Beyoncé fue perfección milimétrica, coreografías imposibles, y conciertos que eran liturgias. Pero también fue mensaje, identidad y orgullo negro. Lemonade (2016) no solo fue un disco, fue una obra política que hablaba de racismo, traición y resistencia femenina con visuales impactantes y referencias culturales afiladas.

De Destiny’s Child a reina solista, Bey demostró que se puede ser comercial y revolucionaria, mainstream y radical. Su existencia entera es una clase magistral sobre trabajo, disciplina y poder femenino afroamericano.

Años 2020: Rosalía, la mutación flamenca

Puede que aún estemos demasiado cerca como para valorarla con perspectiva, pero Rosalía ha hecho lo impensable: llevar el flamenco a TikTok sin traicionarlo del todo. El mal querer fue una ópera urbana con alma medieval. Motomami, una explosión de libertad.

Rosalía no canta para gustar. Canta para descolocar. Y lo hace desde el privilegio, sí, pero también desde el riesgo. ¿Es flamenco, reguetón, trap, performance? Da igual. Lo que importa es que, de momento, nadie ha sonado como ella.

Voces que arden, aun cuando callan

Este ránking es injusto. Faltan muchas. Nina Simone, Janis Joplin, Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Lauryn Hill, Joni Mitchell, Adele, Lana del Rey, SZA… Pero al elegir una por década, hacemos un acto de amor: el de recordar que la historia de la música también se escribe en femenino. Con gritos y con susurros. Con rabia y con ternura. Con voces que no siempre fueron escuchadas, pero que nunca dejaron de cantar.