Microtelenovelas chinas: el fenómeno del drama en vertical y su inesperado giro feminista
¿Telenovelas de dos minutos, contadas en vertical, con bodas forzadas, venganzas relámpago y empresarias que se rebelan contra el patriarcado? Bienvenido al universo frenético (y peligrosamente adictivo) de las microtelenovelas chinas. Un fenómeno digital que ha tomado por asalto los móviles… y que empieza a colarse por las rendijas de la narrativa feminista.
¿Qué son las microtelenovelas chinas y por qué deberías prestarles atención?
Las microtelenovelas chinas (微短剧, wei duan ju) o dramas chinos cortos son miniseries diseñadas específicamente para móviles: capítulos de 1 a 5 minutos, historias hiperdensas, formato vertical y un objetivo clarísimo: retener tu atención hasta el último segundo.
Se emiten en plataformas como Kwai, iQIYI, WeTV, TikTok o incluso en apps de compras como Taobao. En China, este tipo de ficción se ha convertido en un fenómeno que en 2023 movió más de 5.000 millones de yuanes (unos 640 millones de euros). ¿El público mayoritario? Mujeres jóvenes y adultas, hartas del drama lento y con ganas de acción emocional instantánea.

¿Cómo funcionan estos dramas exprés?
La estructura narrativa es directa: se entra en la acción sin anestesia. Primer plano, mirada intensa, un secreto revelado. A los tres minutos ya ha habido una traición familiar, una pelea por una herencia, y alguien ha caído (literalmente) por una escalera.
Estos dramas están hechos para el consumo rápido, para devorarse uno tras otro mientras haces tiempo en la cola del súper o antes de dormir. Y lo hacen bien: su ritmo vertiginoso, su estética exagerada y sus giros melodramáticos son el equivalente emocional a un subidón de cafeína visual.
Pero lo más interesante es cómo, entre todos esos lugares comunes del drama clásico —la mujer pobre, el millonario frío, la rival celosa—, empiezan a colarse grietas de agencia femenina. Y esas grietas están empezando a decir mucho más de lo que parece.
Mujeres protagonistas… y detrás de las cámaras
Aunque el género tiene sus raíces en los viejos arquetipos de la telenovela, muchas de las microdramas chinas más populares están protagonizadas, guionizadas y producidas por mujeres. Y eso, aunque parezca sutil, marca una diferencia.
En títulos virales como Revenge of the Abandoned Wife o The Beautiful Wife’s Secret Identity, que circulan en plataformas como Kwai, TikTok o WeTV, lo que empieza como una historia de sumisión o matrimonio forzado termina convirtiéndose en un relato de empoderamiento, independencia económica y justicia emocional. Las protagonistas ya no son solo víctimas: son estrategas, empresarias, líderes. Y aunque el camino esté lleno de traiciones, herencias robadas y esposos arrogantes, las mujeres aprenden a usar el sistema para hackearlo desde dentro. Esta transformación —pequeña, intermitente, pero constante— es una de las razones por las que tantas mujeres se enganchan: ven ahí una fantasía de reparación y poder que rara vez encuentran en las narrativas mainstream.
En un contexto donde el audiovisual mainstream sigue invisibilizando a las mujeres mayores, racializadas o de clase trabajadora, estos dramas móviles low cost están llenando un hueco que muchas plataformas “progres” aún no han entendido.
¿Y el feminismo, dónde está?
No nos engañemos: muchas microtelenovelas siguen replicando esquemas patriarcales. Pero también es cierto que, dentro de esos moldes, se están gestando historias de resistencia. No un feminismo de manifiesto, sino uno cotidiano, práctico, a veces contradictorio.
Las protagonistas ya no piden permiso para actuar. Deciden, negocian, manipulan, se alían. El conflicto no está solo en el romance, sino en el poder. Y lo interesante es que ese poder no siempre viene de seducir o agradar, sino de emprender, liderar o romper con la familia cuando hace falta.
Sí, algunas tramas aún castigan a las mujeres que “se salen del molde”. Pero en otras, esa transgresión es el motor de la historia. Y para ser una ficción nacida dentro de un sistema de control ideológico como el chino, eso es mucho decir.
Una grieta en el sistema… que ve millones de personas
En China, el acceso a narrativas alternativas es limitado. La censura del Partido Comunista impone límites a temas de género, disidencia sexual o crítica social. Pero estas microdramas han encontrado una fisura: al ser baratas, masivas y “de bajo perfil”, escapan en parte al radar institucional.
Algunas series insinúan relaciones queer, cuestionan la autoridad familiar o muestran modelos de vida alternativos. Y lo hacen a través de historias cotidianas que parecen inofensivas… pero que plantan preguntas. ¿Qué pasa cuando una mujer pobre no quiere casarse con el CEO guapo? ¿Y si decide montar su propia empresa y no volver jamás?
A veces, el cambio no necesita discursos. Solo necesita una historia diferente. O muchas historias pequeñas, colándose de a poco en el scroll diario de millones de mujeres.
¿Pueden las microtelenovelas chinas conquistar Occidente?
Ya lo está haciendo. Algunas microtelenovelas chinas están siendo subtituladas al inglés o al español en YouTube y apps como ReelShort. Y empiezan a aparecer imitaciones en TikTok, Instagram y Kwai.
Lo que hace unos años parecía imposible —ficción en vertical, sin actores conocidos, sin escenarios de lujo y con capítulos de tres minutos— hoy se perfila como una forma legítima de entretenimiento. De hecho, el modelo es perfectamente replicable en América Latina o España, donde el gusto por el melodrama y la narrativa popular tiene raíces profundas.
¿Nos espera una Betty la fea en versión TikTok? ¿Un drama lésbico con oficinistas andaluzas de dos minutos por episodio? Con una generación joven que narra su vida en vertical, todo está por inventarse.

El futuro del drama es breve, móvil… y quizá más nuestro de lo que parece
Las microtelenovelas chinas no son solo un fenómeno viral. Son una señal de cómo el consumo cultural está cambiando: hacia lo rápido, lo portátil, lo emocionalmente intenso. Pero también son un recordatorio de que la narrativa popular sigue siendo un campo de batalla simbólico.
Entre clickbaits y bodas fingidas, las mujeres están contando sus propias historias, a veces incluso sin darse cuenta de que están cambiando algo. Y en un mundo en el que Netflix todavía duda si producir una serie protagonizada por una mujer de 40 sin trauma sexual y con trabajo estable, puede que el futuro del drama pase por ahí: por un vídeo vertical, grabado en un salón, que millones de mujeres reproducen, comparten y comentan en voz baja.
La revolución no será televisada. Pero quizás… será scroll-eada.