¿Obsolescencia humana programada?
Cómo recuperar el humanismo en la era digital.
Transición digital. Así se denomina el proceso que implicaría necesariamente: reconectar, emocionar, conversar con la gente para unirse y crear una Internet más colaborativa y humanizada. La tecnoética se define como un uso responsable de las TIC sin afectar o perjudicar a los demás. Pero creo que ahora más que nunca, se ha visto una gran brecha que ha afectado a los más vulnerables, sin que nadie haya hecho un proceso de mediación tecnológica previa.
Un proceso que acoja a los mayores, a los estudiantes con menos conectividad o accesibilidad por falta de dispositivos o conexión a la Red, o a otros tantos colectivos que se pudieran ver afectados por las circunstancias. Y vista la actual situación, tampoco se ha hecho nada por enmendarla, porque nos devora nuestra propia vulnerabilidad.
Una transformación social poco saludable
La proyección en las máquinas como solucionadoras de problemas, ha dejado nuestro libre albedrío a merced de una “neutralidad” aparente. Un campo de cultivo abierto a la ideología y a un debate inmaduro sobre la democracia, lo que da lugar a una transformación social muy poco saludable.
Si lo pensamos bien, cuando delegamos, de alguna forma, dejamos de actuar, ya que lo hacemos de forma automática e incluso automatizada. De alguna forma, desaparecemos de la vida activa hacia una más operativa y práctica.
Nos devora nuestra propia vulnerabilidad. De alguna forma, desaparecemos de la vida activa hacia una más operativa y práctica.
Arantxa Serantes, humanista digital y Dra. en Filosofía por la USC.
Además, como consumidores y ciudadanos, nos sometemos a una carga de trabajo mayor, ya que nuestro ocio también se ve sometido a nuestra interacción con la máquina: desde buscar un pasaje de avión a operar con nuestro banco, sin apenas tratar directamente con alguien humano. Es como si se suprimiera una parte de nuestra mente o conciencia, noetikos, para independizarse de los errores humanos llegando incluso a prescindir de ellos.
¿Obsolescencia humana? Los algoritmos como superación de la eficiencia de las personas
Nuestro legado vital se lo estamos dejando literalmente a una entidad que no vemos. Hablo de los algoritmos, como superación de la cognición y de la eficiencia de las personas. En el fondo, la ética queda velada por un “saber hacer práctico” y eso es lo que resulta preocupante.
Que la ética se revalorice o sea un campo nuevo redefinido como tecnoético, infoético o bioético, etc., implica que la ética siempre estuvo ahí, aunque pudieran reducirla contextualmente a valores de empresa o responsabilidad social corporativa. No importa la nomenclatura.
Como consumidores y ciudadanos, nos sometemos a una carga de trabajo mayor, ya que nuestro ocio también se ve sometido a la interacción con la máquina: desde buscar un pasaje de avión a operar con nuestro banco, sin apenas tratar directamente con alguien humano.
Arantxa Serantes, humanista digital.
¿La era de los posthumanos?
Hablamos ya de posthumanos al mismo tiempo que de postverdad y el verdadero problema es que con eso estamos poniendo nombre y dejamos patente nuestra obsolescencia. El debate ya no es si la tecnología es buena o no, en sí misma, porque eso sí que es lo verdaderamente neutral de esta cuestión. El punto álgido está en cómo actuamos frente a ella y nuestras expectativas. Además del uso cotidiano y fines que pueden otorgarle los gobiernos y las empresas a la hora de interactuar con nosotros a través de los datos y tráfico que les facilitamos.
Nuestro legado vital se lo estamos dejando literalmente a una entidad que no vemos. Hablo de los algoritmos, como superación de la cognición y de la eficiencia de las personas.
Arantxa Serantes, humanista digital.
Ante esta perspectiva, ¿hay necesidad de superar lo humano, o urge recuperar el humanismo para asociarlo a la era digital? ¿Dejaremos la forma (humanoide) sin sustancia? De nuevo volveríamos a apartar de su vitalismo al ser humano, como si sólo contase el armazón, tanto de él como de sus antiguos dioses. Pero la naturaleza nos interpela como una fuerza más elevada y nos augura el declive de cualquier distopía que pase por nuestra imaginación, si decidimos apartarnos del ecosistema.
La clave está en la óptica intergeneracional y en la transmisión de unos valores genéricos. Y esto no se da. Hay una profunda desinformación que afecta desde los cimientos, y esas lagunas van socavando la identidad real con respecto a la digital. La dualidad sólo puede ser superada mediante una mayor apertura de la investigación científica a través de una ciencia ciudadana que nos haga corresponsables del cambio.
Este artículo ha sido escrito por Arantxa Serantes, humanista digital y Doctora en Filosofía por la USC.