‘Slow Horses’: una serie de espionaje británico sin demasiadas novedades
La serie distribuida por Apple TV se estrena en el presente año 2022. Slow Horses es una ficción de espionaje basada en la novela homónima de Mick Herron. Su mayor virtud reside en el elenco seleccionado. Con un Gary Oldman tan impecable como acostumbra ser.
La serie se basa en la historia de aquellas personas que han sido expulsadas del servicio de inteligencia británico (MI5). El protagonista, River Cartwright (Jack Lowden), no se resigna a aceptar ese desafortunado destino. Deseoso de abordar un caso real, termina por involucrarse en una situación de la que será difícil salir.
La extrema derecha en el punto de mira
El auge de la extrema derecha en política es inminente. Desde hace unos años, en diversos países los partidos de este polo ideológico han ido ganando adeptos. En Estados Unidos en particular, el asalto al Capitolio en enero de 2021 fue sobrecogedor. Conllevando una serie de situaciones racistas estremecedoras. Algo que también provocó la creación de movimientos como #BlackLiveMatters. En este sentido, la serie dirigida por James Hawes aborda la temática desde una perspectiva aparentemente transgresora. El inicio de la teleserie enciende algunas alertas. Parece una serie más. Donde el terrorismo está siempre protagonizado por las mismas figuras. Sin embargo, todo esto va dando un giro de 180º conforma avanza la trama.
Los capítulos se van desarrollando de forma correcta. Atrayendo la atención de la audiencia. Desvelando aspectos con puntos de giro insospechados. De este modo, el subtexto y la narrativa general se construyen de forma adecuada. Aunque sin novedades realmente remarcables.
Lo más interesante es el abordaje del auge de la extrema derecha. Un tema acuciante que es esencial tratar.
Slow Horses: Las subtramas que vacían de contenido una serie con mucho potencial
Las subtramas trazadas en la teleserie caen en los arquetipos y tropos más fáciles. A pesar del gran potencial que la trama principal posee, las historias que la entretejen se arraigan en la construcción más ortodoxa.
Entre ellas, una de las más destacadas es la de Louisa (Rosalind Eleazar) y Min (Dustin Demri-Burns). Tanto ella como él trabajan en “Slough House”. Lugar donde se ubican aquellas personas que han sido expulsadas del MI5. La relación que se va desarrollando entre ambos es bastante estereotípica. A pesar del intento de subversión de roles de género. No es más que una transgresión aparente que se sustenta en los mismos pilares heteropatriarcales de cualquier obra audiovisual.
Tal y como se plantea en la teleserie, la mayoría de mujeres que trabajan como espías no pueden tener un arco narrativo independiente de las relaciones románticas – heterosexuales -. Algo que se ve encubierto por la ubicación de mujeres en posiciones de poder.
La única subtrama que se salva es la protagonizada por Lamb. Personaje encarnado por Gary Oldman. Actor que, como siempre, lleva a cabo un papel espléndido. Siendo su interpretación una de las piezas claves para mantener la teleserie a flote.
El atractivo del sector marginado dentro del mundo del espionaje
La trama principal de la teleserie suena familiar. No existe novedad alguna en el desarrollo de la historia, ni tan siquiera en la perspectiva. Aunque aparentemente se de un giro al abordaje del terrorismo, las fórmulas se repiten. Un grupo de empleado/as es expulsado del sistema central. Trasladado al edificio más lúgubre de la ciudad. Un castigo que termina por convertirse en ventaja para aquello/as que trabajan en el agujero del exilio.
La serie The Wire (HBO, 2002-2008) fue una de las pioneras y exitosas obras que abordó este tema. Tras varias temporadas, la teleserie se mantuvo intacta en el tiempo. Con una narrativa atractiva y personajes más transgresores que los planteados en la serie actual de Apple.
Junto a esta cuestión, el tema del terrorismo también ha sido abordado múltiples veces en el mundo audiovisual. Series recientes como Cuando el polvo se asienta (DR, 2020), ponen el foco en el mismo ángulo que lo hace Slow Horses. Sin embargo, la serie danesa consigue el objetivo planteado. Cuestionando la posición de la extrema derecha y los prejuicios en torno a los colectivos oprimidos en la sociedad. A diferencia de la obra británica recién estrenada. La cual innova con el género de espionaje, pero sin conseguir resultados demasiado exitosos. Respecto a este ámbito, la serie estadounidense Homeland (2011-2020) también abordó la temática de forma brillante. Perdurando en el tiempo y manteniendo la atracción de la audiencia a lo largo de los episodios.
El fin de la primera temporada de Slow Horses deja abierta la puerta a una segunda parte. Destrabando una de las subtramas. Y dejándola pendiente de ser resuelta más adelante. Pero, ¿terminará por atraer a la audiencia lo suficiente como para sentir las ganas de retomarla? ¿Es esta una fórmula ya agotada? Quizás la audiencia se deje llevar por la corriente de los capítulos. Que, de un modo u otro, terminan por arrastrar la curiosidad de lo/as espectadore/as para saber qué ocurrirá después. Y así, quizás, volvamos a tener otra serie de espionaje y terrorismo que se alargue en el tiempo de forma indeterminada.