‘The Fallout’: la adolescencia y la gestión de las emociones
HBO Max estrena el debut de la actriz Megan Park como cineasta y guionista. La película estadounidense The Fallout aborda desde una peculiar mirada el tiroteo en un instituto. Su protagonista, Vada, atraviesa un proceso de asimilación y trauma. Así como la gestión de su relaciones con todas aquellas personas que le rodean.
Megan Park escribe y dirige su primer largometraje en 2021. Un retrato de la generación Z a través de la protagonista. Esta atmósfera adolescente se aúna con un tema tan candente como preocupante como son los tiroteos en institutos estadounidenses.
La crisis de identidad de la generación Z
El filme de Megan Park se podría describir como la versión edulcorada de Euphoria (HBO, 2019-). Un grito de desesperación por esa identidad que empieza a madurar. Incrementada por el tiroteo en su instituto. Teniendo este hecho como detonante, se esboza un retrato íntimo y cercano de la protagonista. Vada, interpretada por una acertada Jenna Ortega, debe lidiar con sus propias emociones tras el suceso. Algo que además se vincula con rasgos característicos de su generación como son el uso incesante de las nuevas tecnologías.
Uno de los recursos que se utiliza es la impresión de los mensajes telefónicos en pantalla. Trasladando así las conversaciones por mensajería instantánea, literalmente, de una pantalla a otra. De los personajes a la audiencia. Otro de los aspectos reflejados de esta generación es la experimentación y fluctuación de orientaciones sexuales e identidades. Así como el uso de las drogas.
Respecto al parecido del largometraje con la serie de HBO destaca también la sororidad. Algo que ha sido pilar central también en recientes películas como Nunca, casi nunca, a veces, siempre (Eliza Hittman, 2020). Filme magistral que esboza la relación de amistad de dos jóvenes que deben afrontar una dura situación. En el largometraje de Megan Park, se construye una estrecha relación entre la protagonista y su hermana pequeña. Así como con su nueva amiga Mia (Maddie Ziegler). Compañera de instituto con la que experimentó el momento del tiroteo.
The Fallout: La sororidad y amistad como eje transversal
La relación de Ava con Mia se presenta en un principio como pieza fuerte. Algo que al final termina siendo relegado a un segundo plano. Sin embargo, es destacable la sororidad incondicional que se transmite. Una amistad forjada por el hecho de haber compartido una experiencia traumática. Dejando a un lado las diferencias que antes las separaban. Así como las presiones sociales dentro del propio instituto sobre los roles impuestos a seguir.
Por otro lado, tiene lugar la aparición de Quinton. Un personaje totalmente prescindible que resulta casi anecdótico. No obstante, a través de este se ve reflejada la empatía y expresión de emociones más honestas de la protagonista.
Sin embargo, la relación que sustenta el arco narrativo de Vada es con su hermana Amelia. Desde el inicio, se sienta el precedente de una relación fuerte y cercana. Las dos hermanas se apoyan la una a la otra. Así como están siempre ahí para escucharse. Una hermosa representación sorora que, sin embargo, también se queda en una simple degustación.
Un hecho traumático y la forma de afrontarlo
La película estadounidense aborda un tema común como son los tiroteos escolares. Este tipo de masacres han puesto en cuestión la educación y circunstancias que rodean la vida de quien lo perpetra. Algo que la serie Por trece razones (Netflix, 2017-2020) ya reflejó en su momento de forma más cruda. En esta última se reflexiona sobre los motivos por los que el adolescente perpetra dicha violencia. Algo que en la presente película se deja de lado.
De este modo, a pesar de ser el hecho detonante, no ostenta protagonismo en la trama. En Cuando el polvo se asienta (FILMIN, 2021) también se observa la evolución personal de las personas protagonistas tras un hecho traumático. Sin embargo, en dicha serie se lleva a cabo una construcción narrativa excelsa. Acercándose no sólo a la evolución y personalidad de cada protagonista, sino también a todo lo que rodea el atentado.
Luces y sombras de una pieza audiovisual notable
El largometraje estadounidense parece intentar abordar diversos temas sin terminar de esbozarlos. Las terapias de Vada son anecdóticas. Sus relaciones interpersonales también. Y aunque se observa una evolución de su arco narrativo, es algo sutil.
Uno de los aspectos a reseñar del filme es la iluminación y composición de planos. La dirección de fotografía de Kristen Correll es brillante. Regalando escenas sobresalientes donde gracias a la cadencia narrativa pausada, la audiencia puede deleitarse con cada imagen. Algo que está perfectamente combinado con unas ricas composiciones.
De este modo, el primer largometraje de Megan Park sienta el precedente de una carrera prometedora. A pesar de las pequeñas carencias a nivel de montaje o trama, se descubre una competente cineasta. Abordando temas, además, contemporáneos. Y atrayendo así al público más joven, también, a través del formato del relato.
La gestión de las emociones es tarea pendiente de muchas personas en la sociedad actualidad. Sociedad neoliberal repleta de autómatas. De personas que no saben cómo gestionar ni expresar lo que sienten. Algo que se descubre como efecto inevitable de la falta de educación emocional. Es por ello que el papel de las familias, así como los institutos y los medios de comunicación es esencial para educar. Educar en afectividad más allá de conocimientos racionales.
Algo que ya vaticinó Michael Ende al escribir su magistral novela Momo (1973) con sus “hombres grises”. Personajes que convierten el mundo y la vida en algo estéril. Que deja de lado las emociones y momentos hermosos que dan color a la vida. En el presente, el cine vuelve a retomar la preocupación por la futilidad de las experiencias. Las cuales van construyendo vidas vacías en la sociedad contemporánea.