Sitges 2025: ‘Drácula: A Love Tale’ y ‘Sisu: Camino a la venganza’: amar, matar, persistir
La jornada más física y romántica del festival deja un reguero de sangre y de melancolía. Drácula: A Love Tale devuelve al vampiro a su dimensión trágica, mientras Sisu: Camino a la venganza convierte la supervivencia en un acto poético de pura obstinación. Dos visiones del mismo impulso: seguir existiendo aunque ya no haya motivo.
Drácula: A Love Tale: amar hasta el agotamiento
Luc Besson se reencuentra con el exceso en su lectura del mito vampírico, más cerca del melodrama que del terror. En su versión, Drácula no teme al amanecer, sino al olvido. Caleb Landry Jones lo interpreta como un ser fracturado, prisionero de una eternidad que ya no desea. Frente a él, Zoë Bleu encarna a la reencarnación de su esposa perdida, una presencia que lo devuelve a la esperanza y al hambre al mismo tiempo.
El film alterna siglos, lenguas y atmósferas, moviéndose entre la peste medieval y el Londres decimonónico con una sensualidad hipnótica. La cámara de Besson, por momentos barroca y por otros casi ascética, se desliza entre la carne y la piedra con un deseo de pureza que contrasta con su protagonista. La banda sonora de Danny Elfman envuelve la historia en un romanticismo enfermizo: música que parece rezar por la redención de alguien que ya no la merece.
Más que terror, Drácula: A Love Tale es un lamento. Una exploración del amor como condena, del tiempo como enfermedad. Besson filma el mito con la sensibilidad de un penitente: su monstruo no se alimenta de sangre, sino de memoria. Aunque no gana ante una comparación con el Drácula de Coppola (de la que bebe mucho más que el nombre…), es una buena representación de mito. La vi ayer en la sala Tramuntana, pero esta noche la pasan en el Auditorio del Melià, no os la perdáis.

Sisu: Camino a la venganza: la eternidad en una herida abierta
El regreso de Jalmari Helander confirma que el héroe de Sisu no conoce el descanso. Jorma Tomilla vuelve como Aatami Korpi, el minero que se enfrentó a un ejército entero y sobrevivió, ahora convertido en leyenda muda que solo busca reconstruir lo que la guerra le robó. Pero el pasado, como la dinamita, nunca se queda enterrado. Además, esta vez se enfrenta a dos pesados pesados del género: Stephen Lang y Richard Brake.
Sisu: Camino a la venganza arranca con una calma engañosa: la Finlandia postbélica respira bajo un cielo gris que pronto volverá a teñirse de fuego. Cuando un grupo de antiguos enemigos reaparece, Aatami no habla, actúa. Lo que sigue es una sinfonía de violencia, barro y voluntad. Helander mantiene su sello visual, la mezcla entre western, cómic y poesía nórdica, y eleva la brutalidad a un nivel casi místico. Cada golpe suena como una plegaria, cada explosión como un recordatorio de que seguir vivo también puede ser una maldición.
En esta secuela de la cinta ganadora del Sitges 2022, la venganza se vuelve algo más que supervivencia: es la manera que tiene Aatami de seguir recordando. Donde otros directores pondrían adrenalina, Helander pone tristeza. Su héroe no busca gloria, solo silencio.

Sitges 2025: Epílogo de día
Drácula busca la eternidad en el amor, Sisu en la violencia. Ambos descubren lo mismo: que ninguna de las dos salva, solo prolonga el sufrimiento con otra forma de fe.
Sitges 2025 los acoge con devoción. En las colas se habla de sangre y de barro, de la elegancia de uno y la brutalidad del otro, como si fueran dos versiones de una misma plegaria. Aquí, donde el mito y la furia comparten pantalla, el festival sigue recordando que el terror también puede ser un espejo del deseo de no desaparecer.