Sitges 2025: ‘Bugonia’ y ‘Frankenstein’: el hombre que secuestra y el que crea
En Sitges 2025 la locura se viste de ciencia. Hoy os traigo una película de ayer y otra de hoy: Bugonia, la sátira conspiranoica de Yorgos Lanthimos, y Frankenstein, la nueva joya de Guillermo del Toro. Ambas dialogan como espejos deformantes. Una examina el delirio humano que ve alienígenas en todas partes, la otra vuelve a mirar al monstruo con una ternura que todavía duele.
Bugonia: la razón en cuarentena
Yorgos Lanthimos adapta la coreana Save the Green Planet! a su propio universo de humor cruel y geometrías morales imposibles. Aquí, dos jóvenes convencidos de que una poderosa ejecutiva es en realidad una emisaria extraterrestre secuestran a la mujer en una cabaña para “salvar la Tierra”. Ella, interpretada por Emma Stone, parece tanto víctima como enigma, mientras Jesse Plemons y Alicia Silverstone completan un reparto que oscila entre la comedia negra y el pavor absoluto.
Lanthimos transforma la paranoia contemporánea en un teatro del absurdo. Cada diálogo parece una pieza de lógica quebrada, cada gesto un intento desesperado de encontrar sentido en un mundo saturado de conspiraciones. Bugonia es una película incómoda, tensa, a veces insoportable, pero siempre fascinante. Su tono es clínico y perverso, como si Kubrick filmara una comedia sobre la desinformación digital.
Lo que queda, al final, es la sensación de que todos somos esos secuestradores: creyentes en nuestras propias ficciones, dispuestos a torturar a quien las cuestione. Lanthimos firma otra fábula cruel sobre el poder y la locura que lo alimenta.

Frankenstein: la criatura y el creador
Guillermo del Toro llevaba más de una década soñando con su versión definitiva del mito. Ahora, con Jacob Elordi como el monstruo, Oscar Isaac como el doctor Frankenstein y Mia Goth como la intermediaria entre ambos, entrega una película profundamente emocional que trasciende el horror para convertirse en tragedia romántica.
Del Toro regresa al barro, a la textura, a los cuerpos que respiran culpa. Frankenstein no busca asustar, sino conmover. La criatura, interpretada con una mezcla de inocencia y violencia contenida, se convierte en un espejo de su creador: ambos perdidos en la obsesión por dar forma al amor y al conocimiento.
Visualmente, el film es un festín de sombras húmedas y luz de laboratorio. Cada plano respira una belleza decadente, cada movimiento de cámara es una oración por los olvidados. La música de Alexandre Desplat refuerza ese tono de elegía científica, donde la chispa eléctrica se confunde con el latido del alma.
El resultado es profundamente humano. Frankenstein no es una historia de monstruos, sino de abandono. Del Toro logra que el espectador sienta piedad antes que miedo, recordándonos que el verdadero terror no es crear vida, sino no saber qué hacer con ella.

Sitges 2025: Epílogo de día
Bugonia disecciona la locura desde la sátira, Frankenstein la acaricia desde la compasión. Dos maneras de mirar el abismo, una con bisturí y la otra con ternura.
Sitges 2025 se convierte así en un campo de batalla entre la razón y el delirio, entre quienes destruyen lo que no entienden y quienes intentan salvarlo a cualquier precio. Estamos llegando al final de este maravilloso festival, mañana sabremos qué películas se llevarán los galardones más preciados del fantástico y el terror, pero mientras las luces del Auditori se apagan, queda esa certeza que solo este festival ofrece: que incluso en la oscuridad más profunda, el cine sigue siendo una forma de crear vida.