‘Clase letal’: ultraviolencia en las aulas de Rick Remender

Clase letal es uno de los éxitos más rotundos de Image Comics en la última década, siguiendo la fórmula de otras tales como la Patrulla-X o Harry Potter y mezclándola con conceptos tan transgresores como el de La naranja mecánica o El club de la lucha.

Nos acercamos al primer volumen de la serie capitaneada por Rick Remender y Wes Craig.

Abstenerse melindrosos, nos acercamos a King’s Dominion, academia de asesinos.

Clase letal

Viviendo en los 80

Para Ronald Reagan, la psiquiatría era cosa de comunistas. Siguiendo este razonamiento, el cuadragésimo presidente de los Estados Unidos derogó una ley de Sistemas de Salud Mental que apenas había echado a andar unos meses antes de su ascenso al poder en 1981.

Desde este punto en adelante, se produjo un aumento de personas sin hogar a lo largo y ancho de todo el país debido a la falta de instituciones de acogida. También aumentaron las encarcelaciones por crímenes violentos. Las personas con desórdenes mentales diagnosticados (mal)viviendo en las calles o en lugares desprovistos de los medios adecuados para tratarlos se contaban por los cientos de miles.

En la ficción, Marcus López Argüello es un niño de padres nicaragüenses. Un día, observa cómo estos mueren aplastados por una mujer que se lanza desde lo alto de un puente en San Francisco. Barbara Salinger era esquizofrénica y, como tantas personas en la realidad, no disponía de un sitio al que acudir.

Años después, Marcus es un adolescente vagabundo con un objetivo en mente: matar a Ronald Reagan.

Marcus López: de mal en peor

Este es el funesto principio de Clase letal. Pero tranquilos, a partir de aquí la cosa se pone aún peor.

Después de perder a sus padres, Marcus ingresa en un orfanato del que escapa en circunstancias desconocidas. Así es cómo termina vagabundeando por la ciudad, robando para conseguir dinero, codeándose con lo más bajo de la sociedad de su tiempo, y anotando sus vivencias en un viejo cuaderno.

Sus aptitudes le granjean la atención de King’s Dominion, una sombría academia de asesinos de élite. Su fama le precede, aunque el lector no acaba de saber el por qué. En apariencia, Marcus es un chico de catorce años con pocas habilidades sociales, sí, pero provisto de un corazón noble, y tan necesitado de afecto y atenciones como cualquier persona de su edad.

Sí, claro…

El triste origen de Marcus.
El triste origen de Marcus.

Escuela de asesinos

Cuando los ancestros del Maestro Lin fundaron la academia King’s Dominion, a los chinos se los trataba como a escoria en el mundo occidental. Su idea era darles una oportunidad para defenderse a los deshechos de la sociedad.

En 1987, sin embargo, se ha convertido en una elitista institución que enseña los métodos más sofisticados de, en fin, asesinar. Sus alumnos son escogidos a dedo entre los hijos de las organizaciones criminales más poderosas, así como aquellos que muestran un talento especial.

Oculta del ojo público, acoge a decenas de adolescentes independientemente de sus motivaciones o brújula moral. Las reglas básicas de la academia son “no revelar su ubicación y nada de asesinatos desautorizados, drogas o sexo”. Hasta qué punto se obedecen las tres últimas es algo que averiguaremos a lo largo de la serie, a la que nos referiremos como un solo cómic a partir de ahora.

Cosas de jóvenes…

Compañeros de pupitre

Clase letal sigue a Marcus a través de asignaturas tales como Psicología Asesina, Decapitación, Envenenamiento, Combate Mano a Mano, o Ejecuciones Rituales. También a varios de sus compañeros estudiantes.

Saya, por ejemplo, es una japonesa en el manejo de (sorpresa) la katana, con los brazos cubiertos de tatuajes y dos dedos cortados en su mano derecha. Pese a que el arma que maneja resulte un tanto tópica, este es el personaje más interesante de la serie. De su pasado se sabe aún menos que del de Marcus. Lo que queda claro es que Saya defiende a muerte (a veces, literalmente) a los suyos.

Con Marcus comparte una complicidad que se hace patente desde el principio, así como su gusto por grupos de post-punk británico y rock de garage.

María es la novia de Chico, el hijo de un poderoso capo de la droga en México. Su arma preferida es el tessen, un abanico compuesto de cuchillos. Provista de una historia especialmente truculenta, es la mejor amiga de Saya.

Willie, de raza negra, es otro personaje con fama de peligroso en la academia. Pese a su reputación, tiene más escrúpulos que la mayoría de sus compañeros, y entabla una relación de amistad con Marcus.

Billy es un punk americano, fan de los Exploited. Odia a su padre, un policía corrupto que regenta negocios de apuestas ilegales en las Vegas.

Lex es un inglés que parece haber salido de un poster de los Sex Pistols. Su especialidad es el manejo de explosivos, con los que pretende realizar actos de terrorismo de corte político. “Fuck the system”, y todo eso.

Marcus y sus compañeros.
Marcus y sus compañeros.

Gordo y gafotas, Shabnam suele ser el blanco de las burlas de Viktor, el hijo del asesino principal de Stalin. Pero Shabnam no tiene un pelo de tonto, y la historia le reserva un papel importante concerniente al diario de Marcus.

Otros personajes recurrentes son Petra, Dan y Brandy, entre otros, amigos y enemigos de Marcus, a cuál más peligroso.

 El villano del primer arco argumental de la serie es Chester Wilson, un repugnante zoófilo con cara quemada que tiene mucho que ver con Marcus y su experiencia en el orfanato. El conflicto estalla cuando “Fuckface” (que es como se le conoce) irrumpe en mitad de una… disputa de pareja entre María y Chisco.

Desde ese momento en adelante, Wilson contará con un recurso inestimable para hacerle la vida imposible a Marcus y al resto de sus compañeros.

Del cómic a la televisión

Clase letal recuerda mucho a otras sagas de ficción juvenil, pero con varias vueltas de tuerca. El resultado es una serie cáustica, grosera, ultraviolenta, y retorcidamente divertida.

Sus personajes poseen un cierto carisma basado en su propio exceso. Una vez se les quita el olor a pólvora, sin embargo, no son más que un grupo de adolescentes, con sus filias y sus fobias, abriéndose paso en la vida como saben y pueden (que, en su caso, es a base de agresividad, drogas y sexo).

La trama no da descanso, saltando de una situación extrema a otra. “Extremo” sería, de hecho, un buen adjetivo para definir este cómic en su conjunto. Los amantes de Tarantino o el cine de serie B pueden frotarse las manos. Clase letal supura sangre a lo largo de todos sus números, y va subiendo en intensidad a medida que se enreda como una venda en torno a una herida abierta.

Y, en medio de semejante sangría, se las ingenia para contar una historia sorprendentemente ingeniosa, bien estructurada, y repleta de referencias pop (sobre todo, de música).

La mente pensante detrás de semejante éxito es la de Rick Remender. Natural de Pasadena, California, se las ingenia para intercalar pequeños retazos de su propia experiencia creciendo en los años 80. Estos fragmentos de la vida real mantienen al cómic con los pies sobre la tierra (aun completamente colocado y cubierto de vísceras).

El aspecto gráfico corre a cargo del dibujante canadiense Wes Craig. Su dibujo recuerda en algo al del primer Frank Miller, solo que más estilizado, y con trazas de Mike Mignola, Steve Rude y otros artistas americanos. Su labor, en cualquier caso, es más que sobresaliente.

Una doble página de Wes Graig.
Una doble página de Wes Graig.

El color lo ponen Lee Loughridge y Jordan Boyd (a intervalos), queriendo recordar al estilo de unos 80 años representados en el cómic.

Clase letal comenzó a publicarse originalmente en enero de 2014, y todavía no ha terminado. Sus primeros 16 números fueron reunidos en un lustroso tomo traducido al castellano por Norma Editorial, bajo el título de Noise, noise, noise.

Un segundo tomo recopilatorio ya ha sido lanzado en inglés, incluyendo los números 17 a 31 de la serie original.

Fruto de la buena acogida de los cómics es la adaptación televisiva del mismo nombre. Clase letal comenzó a emitirse el 16 de enero de 2019 a través de la cadena SyFy. Sus productores fueron los hermanos Russo (responsables de, entre otras, las dos últimas películas de Los vengadores de Marvel Studios).

Aunque no llega a las mismas cotas que el cómic, la serie de televisión es perfectamente disfrutable.

Su banda sonora es, en verdad, brutal, con canciones de grupos de la talla de Depeche Mode, The Cure, Sisters of Mercy, The Damned o Killing Joke.

Os dejamos con la lista de Spotify, por si queréis echarle un oído.

Abrazos furiosos.