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‘Élite’ Temporada 6: la serie de Netflix está herida de muerte

Ayer se estrenó la sexta temporada de uno de los grandes éxitos de Netflix, Élite, una especie de versión española de Riverdale cargada de sexo y personajes compitiendo por ser los más guapos e insoportables.

De la serie surgieron jóvenes estrellas como Ester Expósito (Venus), Arón Piper (El desorden que dejas), Alex Bernardeau (1899) o Mina El Hammani (Historias para no dormir). Fue todo un éxito, visto está que ha llegado a seis temporadas. Pocas son las series en la época del contenido fast food, que consiguen ese hito.

Élite era una especie de telenovela en la que podríamos encontrar lucha de clases, personajes racializados y LGTBI. Todos muy normativos, cachondos, puestos de drogas y hormonas, violentos y sospechosos de un crimen. Esa fórmula se estiró en todas las temporadas, pero en la sexta… se rompió.

Un crimen más ya no tiene fuerza. Que todos los personajes descubrieran cuál es su sexualidad, tampoco. Las grandes estrellas juveniles dejaron la serie, murieron en la historia o ambas cosas y los nuevos actores, la mayoría descubiertos en la quinta temporada o en series como HIT o Ser o no ser, no tienen el tirón de Expósito, Piper o El Hammani.

Carla Díaz es Ari en ÉLITE. Cr. MATÍAS URIS/NETFLIX © 2022
Carla Díaz es Ari en ÉLITE. Cr. MATÍAS URIS/NETFLIX © 2022

Élite: una sexta temporada aburrida, barata y sin ideas

La temporada 6 del éxito de Netflix, está vacía. Élite nunca fue una buena serie, fue un pastiche que copiaba elementos y detalles que habían funcionado en series como Euphoria o Riverdale. Desde perfiles de personajes, hasta el maquillaje o fotografía. Pero sin ser una buena serie, conseguía engancharte a la pantalla.

Quizá era el morbo; la curiosidad por saber quién había cometido el crimen; por imaginarte todo el día bebiendo Moët y Don Perignon en el reservado de tu discoteca favorita (o tu propia discoteca) o porque su montaje ágil en el que se mezclaba sexo y violencia a partes iguales no dejaba que te levantaras del sofá. Quién sabe. Pero te enganchaba.

En la Temporada 6 de Élite, todo eso sigue existiendo, pero de forma mucho más descafeinada. Sus protagonistas ya no tienen el carisma de los de antes. Su música no es tan buena. Técnicamente se ha empobrecido. Los decorados ya no lucen la exagerada opulencia de sus primeras temporadas. Los personajes no aparentan ser tan ricos. Todo ha cogido un cariz mucho menos exclusivo.

Para muchos jóvenes era muy aspiracional ver orgías en piscinas climatizadas y vestidos con joyas de Swarovski, algo éticamente lamentable, pero una fórmula de éxito muy lucrativa para la serie.

Muchos tildaron la serie de atrevida a lo hora mostrar escenas de sexo bisexuales y homosexuales con personajes cis normativos. Pero no fue nada del otro mundo. Además, sus personajes mantenían y normalizaban relaciones tóxicas. Algunos de los personajes femeninos escondían bajo su presumible empoderamiento ser meros objetos de colección o juguetes de los personajes masculinos. Bajo una perspectiva feminista, aunque vendía lo contrario, la serie no había por donde cogerla.

Ander Puig es Nico en ÉLITE. Cr. MATÍAS URIS/NETFLIX © 2022
Ander Puig es Nico en ÉLITE. Cr. MATÍAS URIS/NETFLIX © 2022

Élite: crónica de una muerte anunciada

La temporada 6 de Élite se siente agotada. No hay nada nuevo. Bueno, ahora uno de sus protagonistas es trans (Ander Puig), y la directora del elitista instituto Las Encinas es racializada (Godeliv Van den Brandt). Pero la trama con el personaje que interpreta Ander Puig es anticuada y en algunos casos incluso ofensiva para el colectivo.

La serie no deja de dar vueltas sobre lo mismo. Sus protagonistas caen sin parar en los mismos errores. Sus personajes repiten conflictos que ya vimos en la temporada 5. La conexión de sus escenas cada vez es más artificial y accidental. Élite evidencia y no esconde su deus ex machina. Si sus personajes alguna vez estuvieron vivos ya lo han dejado de estar. Se ven claramente los hilos que los mueven.

La ausencia total del reparto original pesa, así como la ausencia de talentosos directores como Dani de la Orden, que ya no participa en la serie.

El guion de la temporada 6 no consigue el aprobado. Su joven reparto se esfuerza en defender unos diálogos que no hay por donde cogerlos, en hacer creíble una historia más inverosímil que nunca. Pero en su mirada se nota lo que hemos podido comprobar viendo la última temporada de Élite, ellos son conscientes de que la gallina de los huevos de oro se ha exprimido demasiado. No le dieron de comer y ha muerto.

Ni siquiera una de las subtramas más interesantes, la del juicio a los violadores del personaje que interpreta Valentina Zenere (que accidentalmente y por desgracia es muy actual por la rebaja a las condenas de abusos sexuales), está bien llevada. No tiene la profundidad necesaria ni el personaje de Valentina se dibuja como merecería un personaje que ha vivido una experiencia así.

En definitiva, la temporada 6 de Élite demuestra que la serie se ha agotado. Y como diría Manu Chao: “No todo lo que es oro brilla. Remedio chino e infalible”.

Saludos furiosos.