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¿En qué países siguen sin poder votar las mujeres?

La participación de las mujeres en la esfera pública, a través del voto y como representantes políticas, se ha hecho efectiva en prácticamente todos los rincones del mundo después de una larga lucha de los movimientos feministas en aras de una sociedad más justa e igualitaria. El voto femenino es hoy una realidad política y jurídica sobre el papel, pero la participación real de la mujer, en demasiadas ocasiones, es más teórica que práctica. El acceso al ejercicio de su derecho al voto, por ejemplo, continua estando limitado en algunos lugares debido a las restricciones con las que conviven millones de ellas.

El caso de Arabia Saudí o Afganistán son sangrantes, sin olvidarnos de Ciudad del Vaticano o las dificultades de acceso al voto que tienen millones de mujeres en zonas rurales aisladas de países en los que su vida vale igual de poco que la del ganado que pastorean. El sufragio femenino parece una reivindicación de otro siglo, pero la realidad es que ejercer el derecho al voto y, más aún, participar en la vida política continua siendo toda una hazaña para muchas mujeres. El derecho al voto de la mujer sigue sufriendo serias limitaciones en pleno siglo XXI.

Imagen representativa del movimiento sufragista. (Dominio público)
Imagen representativa del movimiento sufragista.

Sufragio femenino: el acceso (real) de la mujer al derecho al voto

El último país en aprobar el sufragio femenino fue Arabia Saudí en 2011, garantizando así que en 2015 cerca de 130.000 mujeres se inscribieran en el censo electoral y tuvieran la oportunidad de votar. Junto a Arabia Saudí, países del Golfo Pérsico como Omán o Kuwait otorgaron derecho de voto a la mujer en 2003. Estos fueron los últimos países del mundo en garantizar que las mujeres pudieran votar en las elecciones de sus países. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer y no es oro todo lo que reduce.

En Arabia Saudí, como decíamos, con el derecho al voto de la mujer casi recién estrenado, en la realidad palpable del día a día, el acceso al voto femenino continua estando limitado en tanto en cuanto las mujeres no son ciudadanas de pleno derecho. Tal y como alerta la organización Human Rights Watch (HRW), las mujeres de este país de Oriente Medio no suelen poseer los documentos necesarios para inscribirse en el censo electoral. Si no poseen una tarjeta de identificación cuya solicitud debe estar autorizada por un hombre de su familia o su marido, su derecho al voto quedaría anulado en la práctica. Teniendo en cuenta que casi cualquier decisión en sus vidas debe estar tuteladas por un hombre, hablar de derecho al voto libre de la mujer no deja de ser un juego de espejos.

Manifestación de mujeres en Afganistán. ©Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán, RAWA.
Manifestación de mujeres en Afganistán. ©Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán, RAWA.

Más allá de Arabia Saudí: el dramático caso de Afganistán

Además de la mujeres saudíes, encontramos limitaciones al voto (en la práctica real de este derecho) en otros lugares del mundo donde la mujer sufre una situación de especial vulnerabilidad y violación de sus derechos fundamentales. Este es el caso de Afganistán. Después de que el país fuera tomado de nuevo por los talibanes, las mujeres y las niñas afganas han retrocedido décadas en los derechos conquistados.

El gobierno extremista islámico, tal y como alerta la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán​ (RAWA), prohíbe a las mujeres trabajar o desarrollar cualquier otra actividad fuera de sus casas sin estar acompañadas por su mahram (parentesco cercano masculino como padre, hermano o marido). Están obligadas a vestir de acuerdo a las reglas talibán a riesgo de ser azotadas de no cumplir las restricciones, no pueden viajar en los mismos transportes públicos que los hombres, se les niega el acceso a la educación e incluso se les limita el simple hecho de asomarse a los balcones de sus pisos o casas.

Mujeres confinadas y sin derechos en Afganistán

Teniendo en cuenta esta situación, cuesta creer que sean libres para ejercer su derecho al voto, aunque sea efectivo en Afganistán desde 1919, antes incluso de que fuese otorgado a las mujeres en Estados Unidos. En cualquier caso, este derecho ha sido retirado en tres ocasiones a lo largo de la Historia a las mujeres afganas, siendo reestablecido por última vez en 2003.

Ahora, de nuevo, la merma de derechos es imparable y la mujer vive prácticamente confinada, por lo que su derecho al voto también se encuentra limitado en la práctica real del mismo. “En Afganistán no puedes ser una mujer con actividades sin sentirte amenazada –explica la parlamentaria Shinkai Karokhail a Amnistía Internacional–. Es parte de mi vida diaria. En los 5 últimos años han matado a muchas mujeres afganas notables por tratar de llamar la atención sobre la situación de las mujeres y defender sus derechos.”

Con la Iglesia hemos topado… ¿Qué pasa en Ciudad del Vaticano con el voto femenino?

En Ciudad del Vaticano la situación es un tanto especial. Teniendo en cuenta la Carta Apostólica Ordenatio Sacerdotalis, solo pueden postular y votar los cardenales varones. Por todas es sabido que la jerarquía católica se decanta claramente por el hombre y relega a un papel secundario a las mujeres. En 2021 el Papa Francisco quiso dar un paso hacia adelante permitiendo que, por primera vez en la Historia, una mujer pudiera votar en el seno del Vaticano. Fue la religiosa francesa Nathalie Becquart al ser nombrada subsecretaria de la Oficina Sinodal del Vaticano, cargo que le otorga este derecho.

En esta dirección, el Papa Francisco ha iniciado un proceso de consulta, que finalizará en 2023, para resolver las reclamaciones de activistas e incluso monjas que llevan años pidiendo el voto femenino en el Sínodo de Obispos. Eso sí, el actual Papa da una de cal y otra de arena: se ha reafirmado en la doctrina que impide a las mujeres acceder al ejercicio del sacerdocio.

Además de los casos señalados de la limitación del ejercicio del derecho al voto en Afganistán, Arabia Saudí o la negación del mismo en Ciudad del Vaticano, no podemos dejar de acordarnos de aquellas mujeres que, aun viviendo en países en los que estando reconocido este derecho, las mujeres no tienen acceso a él dada su condición de explotación y sumisión. Los casos más terribles los encontramos en zonas rurales aisladas y remotas con escasas posibilidades de comunicación fuera de sus comunidades, especialmente en el

Además de los casos señalados de la limitación del ejercicio del voto en Afganistán, Arabia Saudí o la negación del mismo en Ciudad del Vaticano, no podemos dejar de acordarnos de aquellas mujeres que, aun viviendo en países en los que está reconocido este derecho, no tienen acceso a él dada su condición de explotación y sumisión. Los casos más terribles los encontramos en zonas rurales aisladas y remotas con escasas posibilidades de comunicación fuera de sus comunidades, especialmente en el continente africano.

Clara Campoamor. Imagen de dominio público
Discurso de Clara Campoamor.

El sufragio femenino en España

España aprobó el sufragio femenino durante la II República. Época dorada en nuestro país para los derechos de las mujeres que los 40 años de dictadura franquista posterior se encargarían de cercenar. Las mujeres españolas pasaron a participar directamente y de forma activa en la vida política del país a partir de las elecciones de 1931. Margarita Nelken, Clara Campoamor y Victoria Kent fueron las primeras en conseguir un escaño en el Congreso de los Diputados. Es curioso que las mujeres en nuestro país pudieron ser antes diputadas que ejercer su derecho al voto.

Nelken, Campoamor y Kent provenían del activismo feminista desde distintas vertientes y mantenían posturas enfrentadas sobre el sufragio femenino, especialmente Campoamor y Kent. Por otro lado, también eran numerosos los puntos en común que las acercaban en sus acalorados planteamientos.

Gracias a la presencia de estas tres diputadas en el hemiciclo se alimentó el debate sobre el voto femenino y la vehemencia de Clara Campoamor alentó a que, finalmente, se aprobara la propuesta el 1 de octubre de 1931 con 161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones. El artículo 36 fue el que recogía el derecho al voto femenino. De esta forma, la mujeres españolas pudieron ejercer el voto por primera vez durante las elecciones generales de 1933. La representación femenina en el Congreso motivó avances significativos en asuntos como el derecho de familia o de propiedad.

También es cierto que estas mujeres formaban parte de una élite ilustrada que poco a casi nada tenía que ver con la realidad del resto de mujeres de las clases medias y bajas del país. Por tanto, este acceso de la mujer a los órganos de decisión de Estado fue visto más bien como el acceso de una élite de mujeres.

¿Cuándo se permitió votar a las mujeres? (años y países)

Nueva Zelanda fue el primer lugar del mundo en el que se aprobó el derecho al voto de la mujer. Fue reconocido el 19 de septiembre de 1893. Se trata del primer sufragio femenino sin restricciones que fue posible gracias a la lucha de la activista Kate Sheppard. En 1919 las mujeres neozelandesas también pudieron presentarse a las elecciones. A Nueva Zelanda le siguieron en la aprobación del derecho al voto femenino: Australia (1902); Finlandia (1906); Noruega (1913); Dinamarca (1915); Irlanda, Polonia, Georgia y Rusia (1918). Un año después lo aprobaron Islandia, Luxemburgo, Bélgica, Alemania, Suecia y Países Bajos.

En 1920 llegó la aprobación en Austria, Hungría, Estados Unidos y Checoslovaquia. El movimiento sufragista británico tuvo un peso histórico determinante con activistas como Emmeline Pankhurst, Emily Davison, Millicent Fawcett, Mary Richardson, Maud Watts o Annie Kenney. Las mujeres británicas conseguirían este derecho en 1928, aunque desde 1918 podían votar las mujeres mayores de 30 años.

Más voto femenino a partir de los años 20 y el curioso caso de Suiza

En 1929 fue el turno de Ecuador, en 1931 se aprobó en España; Uruguay (1932); Cuba y Turquía (1934); Filipinas (1937); El Salvador (como derecho limitado en 1939); Canadá (1940, años antes se aprobó en algunas zonas del país); República Dominicana (1942); Jamaica y Francia (1944); Guatemala (limitado), Panamá e Italia (1945); Trinidad y Tobago, Albania y Japón (1946). Bulgaria, Yugoslavia, Argentina y Venezuela (1947); Surinam y Rumanía (1948); y Chile en 1949, aunque desde 1935 las mujeres podían votar en las elecciones municipales.

A partir de la década de los 50 del siglo pasado, el resto de países no nombrados fueron incorporando el voto femenino, desde Costa Rica, Nicaragua o Egipto durante los primeros años hasta los más tardíos como Kuwait o Arabia Saudí, que ya hemos comentado.

Algunos casos sorprendentes los encontramos en Suiza con la aprobación del voto femenino escandalosamente tarde, en 1971, así como en nuestra vecina Portugal que no se permitió el voto femenino hasta la década de los 70. En este artículo se explican algunas de las posibles razones del retraso suizo y portugués. Si quieres acceder al listado completo de aprobación del derecho a voto femenino por países, puedes hacerlo en este enlace.

2023: Año de elecciones en España

Entramos en época de elecciones. De hecho, 2023 se presenta como un “superaño” electoral. Después del giro definitivo y rotundo hacia la derecha que hemos visto en Castilla y León con la incorporación de los ultraderechistas de Vox al ejecutivo autonómico, ahora llegan los comicios andaluces que ya están generando gran expectación.

La esperada cita será el 19 de junio, a la que le seguirán otras, ya en abril y mayo de 2023, en otros territorios autonómicos como Comunidad Valenciana, Aragón, Castilla-La Mancha, Canarias, Asturias, Baleares, Cantabria, Extremadura, Madrid, Murcia, Navarra o La Rioja. También ese es el día elegido para las elecciones municipales en estos territorios. Vascos, gallegos y catalanes tendrán que esperar hasta 2024 y 2025, respectivamente, para depositar sus votos autonómicos. En noviembre de 2023 se celebrarán las elecciones generales. El resultado se antoja ciertamente inesperado, aunque el crecimiento de la ultraderecha es innegable. ¿Debemos preocuparnos las mujeres por el posible retroceso de los derechos conquistados?

Ilustración de portada: ©Michelle Pereira.