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Entrevista a Laura Solana: “El feminismo es la revolución social del siglo y el lenguaje inclusivo su herramienta transformadora”

¡Qué sería de nuestra vida sin traductores y traductoras como Laura Solana! Sin estos profesionales no podríamos acceder a grandes nombres de la literatura que no hablan nuestro idioma. Pero no sólo encontraríamos barreras en la literatura, también en las películas y en las series que devoramos, e incluso en las instrucciones de mil cachivaches coreanos o en el lenguaje que ya aprenden las máquinas en la inteligencia artificial.

Todo esto y mucho más llega a nosotros y nosotras gracias al filtro de la traducción, la interpretación, la corrección.  Un mundo bastante desconocido y, en demasiadas ocasiones, poco valorado, que reivindica su lugar. Hablamos con Laura Solana, traductora y presidenta de la Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes (Asetrad) que nos ofrece una entrevista súper interesante y divertida que nos permite adentrarnos en este mundo tan apasionante.

Hablamos con Laura Solana

¿Cuándo y por qué comenzaste en esto de la traducción?

Pues supongo que por la insistencia de mi madre en estudiar idiomas. Desde pequeña con las clases de inglés y de francés para arriba y para abajo. En su momento me planteé hacer Farmacia, Veterinaria, Filología Árabe, Inglesa y Traducción. Como ves, un poco dispar todo. Desde el primer día de facultad, supe que había acertado con la licenciatura de Traducción e Interpretación. Han sido unos estudios que me han permitido aprender idiomas de una manera diferente, leer (que es una pasión), pero con un ojo distinto al del lector común, acercarme a diferentes materias para nutrirme y saber que podía, desde ahí, dar el salto a casi cualquier otra rama del conocimiento, además de viajar a muchos lugares (literal y figuradamente). No sé cuántas carreras universitarias ofrecen ese abanico de posibilidades.

Laura Solana durante la Feria del Libro de Madrid.
Laura Solana durante la Feria del Libro de Madrid.

¿Se han cumplido las expectativas iniciales que tenías antes de comenzar en el oficio?

No (risas). Cuando entré en la facultad yo me veía en Nueva York, carpetita en mano, Nicole Kidman total, en la cabina de interpretación de la Asamblea General de Naciones Unidas. Lo típico cuando empiezas la carrera… No soy muy original, lo sé. Supongo que todo depende de en qué momento de mi recorrido me preguntes.

He visto cumplidas otras muchas expectativas a nivel profesional. Trabajar en una gran multinacional, establecerme por cuenta propia, dar clases, viajar y trabajar en el extranjero… Sobre todo, dedicarme a una profesión que me gusta y que, además de pagar las facturas, me permite aprender algo nuevo cada día. Y esto no es un tópico o una frase vacía. Cuando traduces o interpretas esto es así por definición. Te pones un sombrero diferente para cada encargo y te ves obligado a formarte, documentarte y mejorar cada día, cada encargo. Pienso que eso es una suerte y no todo el mundo la tiene. Aunque, ¡ojo! Todo esto sin querer idealizar lo que supone trabajar, por mucho que sea en una actividad que te apasione.

Traducir e interpretar es para mí una profesión. Una profesión que me gusta y que me satisface, pero no por ello quiero hacerlo 14h al día, ni los fines de semana, ni a cualquier precio.

Lo que castiga a la traducción editorial son las tarifas precarias que a veces imponen las editoriales.

Laura Solana, traductora y presidenta de Asetrad.

¿Cuál es la situación laboral actual del grueso de traductores y traductoras en España?

Esta es una pregunta difícil de contestar. Casi que te voy a remitir a un artículo que se ha publicado hace poco en puntoycoma, la revista de la Dirección General de Traducción de la Comisión Europea, en el que la secretaría actual de Asetrad, Isabel Hoyos Seijo, precisamente hace una radiografía de la situación del sector en España.

El sector en España está compuesto mayoritariamente por autónomos y pequeñas empresas. De hecho, según el INE, en 2020 había 10.466 empresas en el epígrafe del Impuesto de Actividades Económicas (IAE) que nos engloba a traductores e intérpretes (743). De esas 10.466, 9.246 aparecen en 2020 como personas físicas.

Sin embargo, este epígrafe no distingue entre una profesión y otra (y no todos los traductores interpretan, ni todos los intérpretes traducen), ni tampoco nos permite saber cuántos de esos 10.466 profesionales también corrigen, dado que no hay un epígrafe específico en el IAE para la corrección. A eso hay que añadir que en el sector también se integran muchos profesionales en plantilla, que traducen o se dedican a la gestión de proyectos o trabajan como docentes.

Recomiendo a quien nos lea el artículo que te comentaba, porque también se señalan algunas cuestiones a las que estamos asistiendo como la concentración y la uberización del sector.

Todo aquel que menosprecia la labor intelectual que implica la actividad del traductor perpetúa la invisibilidad y la falta de reconocimiento que padecemos en este sector.

Laura Solana

¿Podríamos decir que es una de las profesiones dentro del sector literario más castigadas por las últimas crisis? ¿Quizá también la más ‘invisible’?

Podríamos decirlo, pero no sé yo si el motivo son solo las últimas crisis. Yo diría que lo que castiga a la traducción editorial son más bien las tarifas precarias que a veces imponen las editoriales (todavía hay quien cree que traducir una novela no es una labor hercúlea intelectual, sí, pero sobre todo profesional, en la que debe de mediar un contrato, haber una contraprestación justa, etc.), la resistencia a cumplir con la Ley de Propiedad Intelectual (porque todavía hay editoriales que no reconocen el derecho moral del autor, que se consideran propietarias absolutas de la traducción, que no hacen contratos, que no rinden cuentas al autor de las ventas de su obra) o la desprotección frente a los impagos a los que se enfrentan los traductores editoriales.

Ejemplo sangrante que todavía tenemos que soportar con esto último es el del grupo editorial Malpaso que no ha pagado aún su deuda con autores y traductores que sí respondieron en su momento con diligencia y profesionalidad y que merecían haber cobrado hace ya mucho tiempo lo que era justo. Para más inri con este caso, ha habido afectadas que han tenido que sufrir además el acoso mediático y jurídico de este malgrupo pirata únicamente por decir la verdad y reclamar públicamente lo que es suyo. Cualquiera que desee saber más sobre este tema puede consultar la campaña #MalPasoPagaYa.

Y en respuesta a tu segunda pregunta sobre la invisibilidad del sector: la invisibilidad la perpetúa todo aquel que no menciona al traductor en la portada (lucha compartida de traductores audiovisuales para que su nombre aparezca en los créditos de las series, películas o videojuegos) o quien no se detiene a pensar que si puede seguir en su lengua materna la comparecencia de un dignatario por la radio o recibir asistencia médica por teléfono en el extranjero es gracias a un intérprete o si puede poner en marcha, instrucciones en mano, la lavadora nueva que ha comprado o hacer negocios en el extranjero es gracias a un traductor técnico o jurídico.

Todo aquel que menosprecia la labor intelectual que implica la actividad del traductor perpetúa la invisibilidad y la falta de reconocimiento que padecemos en este sector. De todos modos, más invisible que ninguna otra labor de las que te enumero es, lamentablemente, la revisión editorial. Este es, con mucho, el sector más precario en el que pueden trabajar los revisores, el peor pagado y el que tiene menos margen de negociación de condiciones.

Laura Solana Garzón y su compañera Adriana M. Blas, resp. de Comunicación y actos en la caseta de ASETRAD.
Laura Solana Garzón y su compañera Adriana M. Blas, resp. de Comunicación y actos en la caseta de Asetrad.

¿Qué dificultades encuentran los traductores en el acceso a las grandes editoriales?

No es tanto acceder a grandes editoriales, en general las pequeñas son más accesibles a nuevos traductores, propuestas interesantes o contacto directo que los grandes grupos. Los grandes grupos son diversos, no todos los sellos funcionan igual, pero es verdad que la presión es muy fuerte sobre las tarifas y los plazos.

El trato que una editorial tiene con sus autores, sus traductores, sus correctores, en general con todos los agentes involucrados en la cadena de producción de un título, es un reflejo directo del respeto que tiene para con los lectores.

Laura Solana.

¿Soplan mejores rachas de viento ahora que cogen más peso las editoriales independientes?

Yo diría que soplan mejores vientos. No sé si rachas. Desde las asociaciones profesionales vemos que el número de profesionales que se afilian aumenta y esto es una buena señal. Fomenta que haya menos desprotección entre autónomos, que estemos todos mejor informados, tengamos más herramientas de negociación, de mejora de la calidad de nuestros servicios y herramientas formativas a nuestro alcance para poder atender a las demandas del mercado y de los nuevos tiempos.

También ayuda que los ciudadanos, consumidores al fin y al cabo de los productos cuyos textos pasan por nuestras manos (esa lavadora que te decía, el último best-seller extranjero, esa app en tu teléfono, esa coreana o esa serie nórdica de moda que se ha estrenado en X plataforma, etc.), miremos y cuidemos mucho más los valores de las marcas en las que depositamos nuestra confianza y gastamos el dinero.

Efectivamente, han proliferado pequeñas editoriales y empresas que priman la calidad de su oferta frente a sacar un catálogo gigantesco cada año de títulos o productos. El lector, el consumidor, el comprador mira cada vez más si las organizaciones producen y comercializan conforme a unos valores de sostenibilidad, de conciencia social, etc. El trato que una editorial tiene con sus autores, sus traductores, sus correctores, en general con todos los agentes involucrados en la cadena de producción de un título, es un reflejo directo del respeto que tiene para con los lectores.

¿Qué relación suele existir entre los editores o editoras y los traductores?

Depende, hay, afortunadamente, muchas editoriales que respetan la ley, hacen contratos decentes y, aunque todo el sistema se basa en unas tarifas de traducción muy bajas para las necesidades de un autónomo (hay que tener en cuenta que nuestra remuneración no solo cubre nuestro “sueldo”, de ahí también salen los gastos profesionales, las vacaciones, la previsión social…) cada vez es más frecuente encontrar al menos un respeto por nuestro trabajo, y eso es labor de las asociaciones del sector, muy especialmente de ACE traductores.

Sigue habiendo problemas generalizados que no son menores: no rendir cuentas de las ventas como exige la ley, cesiones a terceros opacas que bloquean el cobro de porcentaje de las ventas, aunque lo exija tu contrato, pero el trato es más respetuoso.

¿Cuáles son los trabajos más habituales que recibe un traductor?

Responder a esta pregunta daría para tirarnos un par de días enteros hablando y ni con esas. Depende mucho de la especialización de cada profesional. Hay traducción jurídica, médica, gastronómica, creativa, audiovisual, editorial, financiera, científica, técnica… La lista es larga, ya te lo aviso. Puedes ir a la web de Asetrad, echar un ojo al buscador de profesionales que tenemos y estar un buen rato entretenida con la larga lista que tenemos para buscar traductores e intérpretes según la rama de especialización de cada uno…

Ya que estoy, aprovecho para meter la cuña publicitaria de que en la web de Asetrad, tenemos también dos guías estupendas (cortitas, lo prometo) para cualquier interesado en comprender mejor cómo encargar una traducción y cómo encargar una interpretación.

¿Qué trabajos recuerdas con más cariño o te han marcado más a lo largo de tu carrera?

Uno de los trabajos que más me emocionó fue una interpretación que tuve en el Registro Civil para ayudar a una pareja de dos chicos, uno chino y otro español, que necesitaban concluir los trámites para homologar su matrimonio aquí en España (se habían casado en Nueva Zelanda, porque en China el matrimonio homosexual no es legal) y al poco se habían mudado a España.

Fue una interpretación de enlace cortita porque la entrevista de la funcionaria (que fue en inglés, no en chino) duró muy poco. Ellos estaban tan emocionados que no pude evitar emocionarme yo también con ellos.

Habían pasado por un calvario jurídico y burocrático (por quererse, ojo, y querer formalizar legalmente su unión y poder gozar de los mismos derechos que cualquiera que se casa, ya ves tú la locura) y la entrevista en el Registro que yo interpreté para ellos era el último paso de su periplo familiar.

¿Y cuáles son esos trabajos soñados, al menos, en tu caso?

Uy, no sé, tendría que pensarlo bien porque son muchos (risas). La interpretación de conferencias y la traducción institucional son terrenos en el que me gustaría trabajar más a menudo.

¿Qué nuevas vías se están abriendo para los traductores y traductoras más allá del sector editorial?

Al contrario de lo que pueda parecer (porque a veces en los medios solo les gusta publicar sobre el tema, ya manido y poco cierto, de que los traductores vamos a desaparecer o que nos van a sustituir las máquinas), la inteligencia artificial nos abre las puertas de un gran abanico de nuevas colaboraciones y servicios que podemos ofrecer.

Hay también un artículo muy interesante sobre esto en La Linterna del Traductor, la revista multilingüe de Asetrad, en el que Judit de Diego, correctora y socia de Asetrad, explica cómo, donde hay contenido y hay datos, los profesionales de la lengua y de la comunicación somos necesarios. Mejor si somos multilingües.

Corregir a la máquina, por ejemplo, es una vía profesional perfectamente válida y en auge (porque la máquina tiene los mismos sesgos que quien la programa), trabajar con lenguajes de programación o crear más inteligencia artificial y mejores productos digitales en español.

Este es un ejemplo, pero hay muchos otros. El sector cultural (series, videojuegos, audiolibros, etc.) y el sector digital (aplicaciones, herramientas informáticas, nuevos dispositivos, etc.) viven una auténtica revolución que a veces es hasta abrumadora.

La globalización en la que además se encuadran ambas nos convierte a traductores, correctores e intérpretes en activos excelentes para aportar un valor incalculable allá donde trabajemos. Somos muy necesarios. Añadiría que la accesibilidad universal es también un buen lugar hacia el que nuestro sector debería empezar a mirar más.

El feminismo es la revolución social del s. XXI y el lenguaje inclusivo su herramienta transformadora. No podemos ser meros testigos como profesionales de lenguaje de este cambio tan trascendental. Debemos ser adalides activos.

Laura Solana.

No sé si es que estoy yo hoy muy optimista, pero yo veo posibilidades y posibilidades allá donde mire. Otra cosa es que el paradigma laboral (y vital, casi) haya cambiado y con ello debamos transformarnos nosotros también, profesionales de la comunicación. Mantenernos camaleónicos y estar preparados con cierta manga ancha y cierta agilidad para adaptarnos a las olas que vengan. Para poder resistir los embistes que hay en cada revolución. No dar las cosas por hecho. Aquello que decía al principio del aprendizaje constante.

Lo mismo nos pasa con los cambios constantes del lenguaje. Cada cambio social va acompañado de cambios en el uso de la lengua. El lenguaje que utilizamos es un reflejo de la sociedad y el mundo en el que vivimos. El feminismo es la revolución social del S. XXI y el lenguaje inclusivo su herramienta transformadora. No podemos ser meros testigos como profesionales de lenguaje de este cambio tan trascendental. Debemos ser adalides activos. Informarnos, formarnos, aprender, escuchar, ser conscientes, asimilar y, sobre todo, aportar nuestro conocimiento y nuestra experiencia a ese cambio.

¿Cuál es la formación recomendada para ser traductor?

Para ser traductor es imprescindible tener un conocimiento muy profundo de la lengua hacia la que trabajas. De las lenguas de partida desde las que traduces. Pero sobre todo de tu lengua de llegada, tu lengua nativa. De ahí para arriba la formación recomendada es toda la que quieras. El saber no ocupa lugar en esta profesión. Cualquier aprendizaje es susceptible de utilidad para el trabajo del traductor. La curiosidad y el afán por conocer y aprender son máximas que acompañan siempre al buen profesional en este sector (y en muchos otros, claro).

Los estudios reglados de traducción e interpretación han ayudado sin duda a profesionalizar el oficio. Que la profesión esté contemplada en los estudios universitarios despoja al oficio de romanticismo y de clasismo, lo sitúa como una rama más del conocimiento sobre la que merece la pena investigar y formar a la gente.

No obstante, para ser traductor no hay necesariamente que tener la carrera de Traducción e Interpretación. Traductor es el que traduce. Traductor, intérprete o corrector profesional es el que lo hace (por cuenta propia o ajena, no importa) con dignidad, cobrando una prestación justa por su labor, pudiendo contribuir con los rendimientos de su trabajo a pagar impuestos, pudiendo enfermar y disfrutar de vacaciones o de una jubilación. El que lo hace conforme a un código deontológico como cualquiera del que puedes encontrar en las asociaciones que conformamos la Red Vértice.

¿Qué carencias más destacadas encuentras en esta formación?

Es difícil decirlo, porque las carreras se centran cada vez más en los aspectos prácticos y eso está muy bien, pero deja de lado la necesaria formación intelectual, indispensable para todo traductor. Por eso es una buena noticia que cada vez proliferen más los perfiles mixtos: personas que estudian traducción y además biología, filosofía, derecho… Nuestra profesión se está enriqueciendo mucho.

También es problemática la conexión de las facultades con el mercado. Ese es un trabajo conjunto que tienen que hacer las asociaciones y los departamentos, en beneficio de los alumnos.

Para ir terminando, una pregunta un poco tonta, pero que no puedo dejar de hacerte. ¿Cuántas veces te han preguntado que si estudias traducción e interpretación es para ser actriz?

Pues si te digo la verdad, ninguna. Quizá es porque soy muy machacona con mi entorno y cuando conozco a gente nueva. Tengo a todo el mundo ya muy cansado de oírme hablar de todas estas cosas que te he contado. En seguida cuento lo que hago y lo que soy, así que es difícil que nadie se despiste si me pregunta a qué me dedico.

Si no hubiese sido por una amiga y porque la novela está traducida nunca hubiese podido incluir a Zweig en mi vida.

Laura Solana.

Por último, desde tu punto de vista ¿Cuál es la mejor novela que se ha traducido al español hasta la fecha? (especialmente, por la calidad de la traducción).

Otra pregunta difícil (risas). Hay muchísimas traducciones excelentes. De hecho, es una lástima que en general la anécdota que suela trascender muchas veces en los medios o en las redes sea la de la mala traducción, la errata. A veces para esto somos los propios nuestros peores enemigos. A menudo criticamos alegremente la mala traducción del compañero y no nos detenemos el mismo tiempo en alabar o publicitar las buenas, las que se convierten en parte de tu acervo cultural y te acompañan toda la vida.

Pero si tengo que decirte alguna traducción que a mí me ha gustado especialmente (yo no soy quién para juzgar cuál es la mejor novela traducida hasta la fecha; diría que eso es un imposible de determinar) diría la traducción de Víctor Gallego Ballesteros de Anna Karénina, de la edición de 2012 o 2013 ya no recuerdo bien. Y en el confinamiento también me leí Testamento de juventud de Vera Brittain, traducido por Regina López Muñoz, que me pareció una maravilla. Igual que la traducción de Catalina Martínez Muñoz de Bajo la verde fronda de Thomas Hardy que también me leí durante el confinamiento (me pasé los tres primeros capítulos sufriendo por la traductora de lo complicadas que me parecieron las escenas que describe Hardy).

Esto no sé si es muy habitual, pero, aunque me gusta leer en los idiomas desde los que traduzco, francés e inglés, soy y he sido toda la vida devoradora de narrativa extranjera traducida. Me gusta leer los clásicos en español ¡Ah! Y la traducción de Sara Lekanda de Los juicios de Rumpole de John Mortimer también me arrancó más de una risa. La traducción de Joan Fontcuberta y Agata Orzeszek de El mundo de ayer de Zweig también la recuerdo con un cariño especial. Si no hubiese sido por una amiga y porque la novela está traducida nunca hubiese podido incluir a Zweig en mi vida.

Cuestionario Furioso

Película favorita: El Golpe.

Serie favorita: ¿Solo una? Uf… Los Soprano.

Libro favorito: No puedo decirte solo uno. ¿El María Moliner vale? (risas)

Cómic favorito: Maitena (no sé si esto vale en cómic; ella es historietista, ilustradora gráfica, tengo todo lo que ha publicado).

Cantante, grupo o músico favorito: No soy muy de un solo grupo, pero si tengo que elegir, elijo La M.O.D.A.

Artista plástico favorito: Kusama.

Miedo tecnológico: El despertador. Y Google Maps. Muy buen invento, pero yo siempre me pierdo, qué quieres.