Murakami y el realismo mágico. ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo’
Pensar en realismo mágico, donde lo extraño y peculiar es algo cotidiano, nos traslada automáticamente a autores como Gabriel García Márquez, Juan Rulfo o Arturo Uslar Pietri. Estos escritores nos llevan por la senda del realismo mágico, de ahí que nos parezca difícil considerar esta corriente más allá de Latinoamérica. Sin embargo, Haruki Murakami, autor japonés amado por muchos y no tanto por una gran mayoría de lectores, refleja en muchas de sus obras una especie de realismo mágico que nos trasporta más allá de lo real con personajes y acontecimientos insólitos.
Y es que muchos consideran que al escritor hay que tomarlo en pequeñas dosis. Su lectura muchas veces nos hace ver un mundo maleable, donde nada está claro. Nos hace sentir que no hay arriba o abajo, ni pasado o presente, ni real o irreal. Nos lleva a un mundo donde la iluminación parece siempre crepuscular y un tanto triste.
Murakami: entre la realidad y la fantasía
El protagonista de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Tooru Okada, es un joven japonés que acaba de dejar voluntariamente su trabajo en un bufete de abogados. Un buen día recibe la llamada anónima de una mujer.
A partir de ese momento, la vida de Tooru empieza a sufrir una extraña transformación. A su alrededor van apareciendo personajes cada vez más extraños. La realidad, o lo real, va degradándose hasta convertirse en algo fantasmagórico. La percepción del mundo se vuelve mágica, los sueños son realidad. Poco a poco, Tooru Okada deberá resolver los conflictos que, sin sospecharlo, ha arrastrado a lo largo de toda su vida.
La sinopsis de esta obra refleja, en gran medida, el estilo narrativo del autor, sin lugar a dudas, con una fuerte dosis de realismo mágico.
El libro está colmado de acontecimientos surreales, imposibles, aparentemente tomados de sueños, sin embargo, en el libro son reales. El personaje, aunque algunas veces se muestra un poco extrañado, no debate nada demasiado. Acepta con cierta tranquilidad, y absolutamente nadie de su círculo parece sobresaltarse particularmente.
Se puede notar que ciertamente los elementos básicos del realismo mágico están presentes en la trama e historias que el libro desarrolla, pero adaptado a una versión propia, la versión japonesa del autor.
Podemos decir que esta novela atrapa, pero no de una forma convencional. A medida que nos vamos adentrando en su lectura hace que el interés en ella no permita dejar de leerla, pero no de manera compulsiva. Nos coloca a la expectativa de qué va a pasar ahora, en el momento siguiente, pero no nos hace centrarnos únicamente en saber cómo acabará la obra.