‘Los domingos’: ¿Cómo le explicarías a tu familia que te has enamorado de dios?
Alauda Ruiz de Azúa gana la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián con, Los domingos, su nueva película. Una pieza imprescindible de coming-of-age, con la vocación religiosa en el centro, que sigue cimentando su brillante carrera tras las magníficas Cinco Lobitos (2022) y Querer (2024).
Ainara tiene 17 años y ha decidido que quiere ser monja de clausura. Con esta premisa, la cineasta construye un eje transversal muy robusto alrededor del cual pivotan una serie de cuestiones muy complejas de abordar. Junto a Ainara, interpretada por una soberbia Blanca Soroa, se encuentra su tía Maite, con el trabajo de la siempre exquisita Patricia López Arnaiz, y su padre Iñaki con un muy acertado Miguel Garcés en su rol.
Nagore Aranburu, protagonista de la excelente serie Querer, también tiene un papel esencial con el personaje de la Madre Isabel, responsable en el convento de clausura al que Ainara quiere ir a pasar el resto de su vida.

Los domingos: ¿cómo explicarías el sentimiento de estar enamorada? ¿Y si lo estuvieras de Dios?
Uno de los aspectos más atractivos de la nueva película de Alauda Ruiz de Azúa reside en la construcción de los diálogos. Unas conversaciones pausadas, pero con un ritmo perfecto, que ponen sobre la mesa una serie de cuestiones que, quizás, nadie querría plantearse de forma tan brutal. Entre estas, uno de los diálogos más brillantes es el primero que mantienen Ainara y su tía Maite respecto al hecho de que la sobrina se ha enamorado de Dios. “¿Tú sabrías explicar el amor que sientes por tu hijo Eneko?”, le plantea Ainara a su tía.
Y es que el amor es un sentimiento inexplicable. Siempre han existido distintas formas de amar que, incluso en la actualidad, siguen siendo cuestionadas. Hay personas que no comprenden – ni respetan -, el amor incondicional hacia los animales, el amor hacia personas de tu mismo género y, tal y como se explicita de forma espectacular en Los domingos, hay otras que no entienden el amor hacia Dios. Todo esto reside en una idea clave, y es que, en la presente sociedad, muchas personas no son capaces de mirar más allá de su perspectiva y entender que hay otras formas de vivir.
En la historia del cine, lo más normal ha sido encontrar relatos donde la Iglesia es puesta en cuestión y donde, los personajes protagonistas, siempre suelen ser ateos o agnósticos. Esto, además, es especialmente relevante en el cine español que surge tras la muerte del dictador, como una respuesta a todo lo acontecido en aquella oscura época y su relación indivisible con la Iglesia.
Sin embargo, en la nueva película de la directora vasca, la fe religiosa se lanza al rostro de la audiencia como un jarro de agua fría, provocando que incluso el propio público se cuestione su forma de pensar. Si desde los grupos sociales que cuestionamos la existencia de Dios rechazamos la falta de tolerancia de ciertos grupos religiosos, ¿tendría sentido que también nosotras cuestionáramos a aquellas personas que son felices con su creencia sin hacer daño a nadie?

Los domingos: una película que la audiencia puede tocar y sentir en su propia piel
La teórica Laura Marks concebía las películas como una piel que puede ser tocada por la audiencia que la visiona. En esta línea, la autora se alejaba del modelo espectatorial pasivo que concebía a las personas espectadoras como entes que simplemente se sentaban a observar, acercándose a un modelo donde la audiencia participa en la propia construcción de la experiencia cinematográfica. La película de Alauda es un brillante ejemplo de este tipo de recepción. Una pieza audiovisual que implica e interpela a la audiencia de forma inevitable en la experiencia narrada.
En este sentido, no todo el público vivirá la película de la misma forma. Las personas que son creyentes ante las que no lo son, tendrán una experiencia fílmica totalmente diferente. Pero, en ambos casos, la directora genera una serie de preguntas incómodas – pero necesarias – que hacen que el público se cuestione su propia forma de pensar.
Los domingos es una película que desprende afectividad por todos los poros. Un relato que te acerca hacia la protagonista, pero también a las personas que la rodean, moviéndote de un lugar a otro sin aseverar ninguna opinión por encima de la otra. Y esto, además, lo hace con una habilidad soberbia para que el público empatice con todos y cada uno de los personajes, a pesar de tener pensamientos totalmente opuestos.

Los domingos: Blanca Soroa y Patricia López Arnaiz, dos titanes con una fuerza interpretativa arrolladora
El exquisito relato de Alauda Ruiz de Azúa termina de cerrarse gracias a una selección de reparto perfecta. La protagonista Ainara es interpretada por la joven actriz Blanca Soroa. Un descubrimiento con luz propia que, sin duda, seguirá iluminando el cine español. El trabajo de contención de la actriz es impecable, dándole forma a un personaje con muchas aristas, pero desde la mesura. En una de las secuencias claves de la cinta, Blanca Soroa despliega todas sus armas interpretativas ante los ojos de una audiencia que no puede despegar su vista de la pantalla. Una audiencia que puede perfectamente navegar por el vaivén de emociones que la joven está experimentando.
Junto a ella, es destacable el trabajo de la siempre brillante Patricia López Arnaiz interpretando a Maite. Al igual que en 20.000 especies de abejas tuvo que encarnar el papel de una madre que debe afrontar y aceptar la identidad de género de su hija, en este caso encarna el papel de una tía, en un rol muy maternal, que debe afrontar la decisión de su sobrina de ser monja.
Maite no es creyente así que, ¿cómo podría entender que su sobrina haya escuchado la llamada de Dios? Pero ¿dónde está el límite que separa el entendimiento de la tolerancia? A través de su impecable actuación se lanzan una serie de preguntas sin respuesta hacia una audiencia que debe digerirlas para darle forma a sus propias reflexiones.
Para ello, además, la cineasta no solo elige un elenco soberbio, sino que desarrolla una habilidad cinematográfica sublime a través de la selección de la iluminación y la música que dan forma a un juego simbólico tan sutil como acertado.

La brillante directora y guionista Alauda Ruiz de Azúa no deja indiferente a nadie con Los domingos
Alauda Ruiz de Azúa siempre ha prestado especial atención a la familia en sus trabajos. A las dinámicas de esas relaciones interpersonales tan complejas. Pero, la familia a veces también se elige, igual que las amistades que terminan formando una red familiar que, en algunos casos, es incluso más fuerte que los vínculos de sangre. Pero ¿y si esa familia que se elige está formada por un grupo de monjas en un convento de clausura? ¿Y si la elección de la sobrina pudiera hacer tambalear los cimientos de una familia hasta dejar visibles todas sus grietas?
La directora da un paso muy valiente al abordar un tema tan complejo como es la vocación religiosa, las creencias y el rol que esto tiene en la construcción, o destrucción, de una familia. Este relato, además, se erige con sumo cuidado y respeto a la hora de tratar el tema, sin posicionarse en un lugar u otro, si no, simplemente, exponiendo una serie de cuestiones que ni tan siquiera necesitan respuesta.
Una apuesta muy acertada por un trabajo cinematográfico que busca que la audiencia se remueva en su asiento, y que lo consigue con creces. Un retrogusto que se queda en el paladar y que, incluso días después, puede hacer que emerjan preguntas que no nos habíamos planteado antes. Otra pieza audiovisual imprescindible que no deja indiferente a nadie y que provoca que el público tenga ganas de más Alauda Ruiz de Azúa.
