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Céline Sciamma recibe el primer premio Festival D’A como homenaje a su carrera: Ave Sciamma!

El festival D’A otorgó a la cineasta Céline Sciamma un premio en reconocimiento a su trayectoria y mirada comprometida.

En el auditorio del CCCB de Barcelona, una emocionadísima Carla Simón entregó el austero trofeo de madera con las siglas del D’A y homenajeó a Sciamma antes de que ésta animara a un auditorio repleto de jóvenes creadores a la insurrección, en una masterclass memorable dinamizada por el periodista y crítico, Philipp Engel.

Céline Sciamma y Carla Simón en el Festival D'A. foto de Dani Canto.
Céline Sciamma y Carla Simón en el Festival D’A. foto de Dani Canto.

Céline Sciamma: la carrera de una directora cargada de sinceridad y magia vital

Después del entregado discurso de Carla Simón reconociendo los valores del cine de Sciamma y confesando que sólo le permitiría a ella dirigir a su vástago por su sutileza dirigiendo infantes, Philipp Engel rompió el hielo declarándose enamorado (¿y quien no?) de la magia vital del cine de Sciamma, desde su debut en 2007 con Naissance des pieuvres (Water Lilies, una obra seleccionada en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes y que por su delicadeza y sinceridad al retratar el despertar sáfico, fue nominada al premio César a la mejor Ópera Prima y actrices revelación).

Su segundo largometraje, Tomboy (2011), premiado en la sección Panorama del Festival de Berlín, ofrece una aproximación intimista a la formación de la identidad transgénero. En 2014 con Bande de filles  (Girlhood), seleccionada en la sección Quinzaine des Réalisateurs del Festival de Cine de Cannes, brinda un espléndido retrato de la amistad en las banlieues parisinas, en el que Céline Sciamma regala un momento empoderador icónico de las jóvenes bailando a ritmo del Diamonds de Rihanna. Ahí concluye su trilogía del coming of age, como ella la denomina.

En 2019, llega la extraordinaria Portrait de la jeune fille en feu (Retrato de una mujer en llamas), con la que consiguió el premio al mejor guion en Cannes, en la sección oficial y el César a la mejor fotografía. Y por ahora su última película Petite Maman (2021), rodada durante la pandemia, se estrenó en la Berlinale, donde recibió el Premio del Público. 

Petite Maman.
Petite Maman. Céline Sciamma.

Una meteórica filmografía de la brillante Sciamma, cuya intervención de apertura fue para honrar los valores que han llevado a los franceses a una huelga general y su intención de regresar cuanto antes a París para luchar a su lado. La francesa no sólo tiene una clara visión feminista, inclusiva y queer, sino que reivindica la conciencia de clase.

Céline Sciamma: Rediseñando la forma de hacer cine

Durante la hora y media larga que duró el encuentro, Sciamma abrió su corazón, confesando que está en huelga con el cine de industria tradicional y la manera de producir películas. Petite Maman, dice, ha sido su última película rodada de manera convencional. Rechaza una industria que no es feminista, a pesar del pink-washing, ni inclusiva. 

El sistema nos empuja a una competición violenta y un trabajo con una jerarquía férrea. Céline Sciamma ve imprescindible desarrollar alternativas al sistema clásico de producción, no sólo incorporar nuevos modelos y representación de otras realidades en pantalla sino rediseñar las condiciones laborales.¡Hagamos esta búsqueda juntas!

Aunque ha disfrutado de su experiencia por los grandes festivales como Cannes y Berlin, prefiere ceder el protagonismo a otras voces emergentes, más necesitadas del aparato promocional inmenso que suponen estos festivales. Ella seguirá explorando el lenguaje, buscando maneras colaborativas de producir y de llevar las películas a su audiencia e investigar un enfoque nuevo a la interpretación. El público está entregado y aplaude a su llamada a crear de manera independiente, en los margenes de la industria. 

Céline Sciamma en el Festival D'A. Foto de @alexiamuiños.
Céline Sciamma en el Festival D’A. Foto de @alexiamuiños.

Los secretos y maestras de Céline Sciamma

Como la gran narradora que es, Sciamma sabe crear complicidad con la audiencia y nos reveló pequeños secretos de sus películas. Confesó que no sabía realmente qué implicaba hacer una película cuando dirigió Water Lillies (y nos descubrió a Adèle Haenel) y compartió sus discrepancias con los distribuidores que querían unos trailers más impactantes, para atraer audiencia pero menos autorales, menos honestos con la película como los que propuso ella.

Céline Sciamma es de la escuela Bressoniana y defiende la importancia del lenguaje, de cada plano, de cada palabra. No vacila en honrar a sus “maestras”, Chantal Akerman y Agnès Varda y comparte su regocijo por el revuelo causado por la obra capital de Akerman, Jeanne Dielman, 23 quai de commerce, 1080 Bruxelles, nombrada en 2022 mejor película de la historia según la lista de Sight & Sound, para desconsuelo e indignación de muchos.

El cine de Akerman influyó (además de en Sciamma) en el cine independiente americano de los 70, pero era alimento para cinéfilos, nunca llegó al gran público. El sistema no estaba preparado, quizá no lo está aún, para asumir el manifiesto político de Jeanne Dielman. Se lamenta la cineasta del desconocimiento general del archivo fílmico feminista y menciona otra de sus referencias, la tradicionalmente ignorada Germaine Dulac, creadora del surrealismo mágico y una de las pioneras.

Céline Sciamma, Rihana, el barrio y el tiempo

Consciente de sus maravillosas digresiones, continúa Sciamma comentando sus largometrajes. Relaciona Water Lillies con Portrait de la jeune fille en feu por su temática amorosa. Dialogan entre ellas más por la progresión que realizan los personajes que como imagen especular una de otra. No cree que vuelva a rodar sobre el amor, está definitivamente en una fase de búsqueda formal y más guerrillera y en otro momento vital.

Explica que escribió a Rihana una carta y contactó con su manager para transmitirles la importancia de poder usar (mejor a precio de amigo) un fragmento de Diamonds, que estaba presente desde la escritura del guión de Bande de Filles. Rihana no respondió pero Céline Sciamma consiguió los derechos para componer ese momento único de exaltación y celebración de las jóvenes afrodescendientes que viven en los suburbios parisinos.

El barrio, allí donde Sciamma se encuentra más cómoda, filmando en la periferia. Le horroriza rodar en París, cree que es difícil conseguir encuadres bellos con edificios tan altos, con la excepción de Cléo de 5 à 7 de Varda.

Apuesta por la universalidad de la periferia, lugares con los que cualquiera podría identificarse. Concibe las películas como viajes, geográficos y mentales. Un viaje por barrios funcionales y realistas sin el peso del pasado, donde aún es posible encontrar atisbos de naturaleza. Espacios urbanos como los que describe Annie Ernaux en sus novelas, que reflejan la vida en esas ciudades aledañas sin historia ni arquitectura antigua que honrar o defender.

Enfatiza que sus películas se encuentran en un limbo atemporal, que transcurren en un entorno espacio tiempo poco definido en el que no hay teléfonos móviles ni referencias actuales. Salvo Portrait de la jeune fille en feu que es obviamente de época.

Retrato de una mujer en llamas. Céline Sciamma
Retrato de una mujer en llamas. Céline Sciamma.

Céline Sciamma y Tik Tok

Reniega del formato scope, que cree nos aleja del rostro humano y por ello nos separa de sus emociones, sobre todo si las películas no se ven en pantalla grande. Según ella, el formato tan panorámico sólo funcionó bien en el inicio de Bande de Filles, en las escenas del partido de rugby que juegan las chicas. Destaca  el punto en común de todas sus películas, la amistad que te salva la vida y le obsesiona marcar la transformacion de los personajes en su peripecia vital.

Cree que el cine está mortalmente herido, porque las salas están vacías. Especialmente vacías de un cine comprometido, vanguardista, que haga propuestas e invite a reflexionar. Si el cine desapareciera nos faltaría su lenguaje específico, la unión de la imagen y el sonido.

Deja caer otra concesión al auditorio juvenil, comentando que acaba de descubrir Tik Tok, como una herramienta de montaje y lo divertido que resulta para explorar nuevas ideas. Ante risas y miradas perplejas, no dice que vaya a convertirse en Tik-Toker pero que lo tendrá en cuenta, como lenguaje innovador.

Céline Sciamma quiere hacernos sentir

Su relación con sus películas ha cambiado. Ahora no reza para que el público ame su película y perciba la emoción de los personajes, sino que aspira a mirar de frente al público y guiar su trayecto emocional, in crescendo con la película. Si antes quería retratar un trauma, como en Tomboy, ahora quiere que el público sienta.

Ambiciona comprometer su dramaturgia a la emoción del espectador. Pero no de cualquier espectador, Sciamma es consciente de que no se puede gustar a todos y mucho menos cuando hace películas feministas que desafían el sistema. Bromea con Engel de la mala valoración que recibió su Portrait de la jeune fille en feu en la revista Cahiers du Cinéma, porque cree que esa nota dice más sobre el crítico que puntuó la película con un rotundo cero, que de ella como cineasta. 

Se despide Sciamma con frases que nos dan que pensar, cuando dice que el arte tiene algo de depredador, cuando se ve la experiencia transformadora de los niños cuando ruedan. A pesar de haber rodado con niñas y adolescentes, cree que existe un uso fetichista de la infancia en el arte pero siempre nos quedará Miyazaki, como modelo sobre cómo retratar a la infancia.

Céline Sciamma se va feliz, porque el premio le cabe en el bolsillo amplio de su chaqueta. Salimos del auditorio del CCCB con su espíritu revolucionario flotando en el aire y con ganas de ver su próxima pieza, aunque sea una “story” de Instagram.