¿Estamos ‘ligando’ con robots en las apps de citas?
Más de un 20 % de los perfiles podrían ser bots maliciosos
Las apps de citas, como Tinder u OkCupid, están en alza. Desde hace años tienen millones de usuarios en todo el mundo y hasta se ha estudiado que un 39 % de las parejas estadounidenses se han encontrado en línea, según un estudio de la Universidad de Standford y de la Universidad Estatal de Arizona. Pero la pandemia les ha hecho llegar a récords, con crecimientos de hasta un 12 % entre febrero y marzo de 2020 en Reino Unido. Seguimos buscando el amor en internet, pero ¿sabemos quién está al otro lado? Podrían ser un robots…
El otro lado
Al margen de las conexiones por gustos o aficiones, muchos usuarios y estudios advierten de que los bots se están colando en los perfiles con consecuencias, a veces, delictivas.
Tras fotos, sobre todo de mujeres, y poca información personal se esconden robots que remiten a la persona a otras webs, algunas de pornografía, o incluso de phishing, donde roban datos de tarjetas bancarias.
Match, el grupo que engloba varias app de este tipo, como Tinder, aseguró en 2019 que «capta y neutraliza» al 85 % de perfiles falsos «antes de que se activen» y que, después, en el plazo de un día, eliminan el 96 %. Y no solo eso, Tinder califica de «porcentaje relativamente pequeño» el que ha llevado a los usuarios a ser «víctimas de actividades delictivas».
Pero la sensación generalizada de los suscriptores de esta red social para ligar es distinta. Desde 2017 hay denuncias particulares surcando la red hasta que algunos investigadores se han puesto manos a la obra. Y los datos concluyen que un 23,4 % de los perfiles son bots, según un estudio de profesores de la Universidad de Arizona.
Robots camaleónicos
Durante tres meses, en 2018, un experimento puso en Tinder 6 perfiles, y de los 623 contactos que quisieron entablar una conversación con ellos, 146 no eran personas.
Sacaron una conclusión interesante: «Son capaces de camuflarse entre usuarios normales: tienen 60 amigos de Facebook de media, utilizan fotos reales y tienen perfiles completos, por lo que es muy complicado detectarlos».
El investigador del equipo SOM Research Lab, formado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e ICREA, Jordi Cabot, advierte de que, en general, los bots han mejorado con el paso del tiempo.
«Es un poco el juego del gato y el ratón. Al principio se podía engañar más fácilmente a los usuarios, con lo que los bots eran más simples, pero a medida que el usuario es más consciente, tienen que ir mejorando», alega el experto.
Y así lo hacen, y cada vez «disimulan mejor su falsa identidad». Según él, hay muchos consumidores, «más avezados», que verifican si la foto es «robada» en páginas como TinEye, aunque hasta para esto, alerta, hay trucos: «Con los avances de la inteligencia artificial, un bot puede simplemente generar una imagen falsa para un perfil que parezca realmente verdadera».
Los robots también aprenden
No hay que olvidar, explican los expertos, que los bots tienen distintos usos y uno de ellos es el que propicia los encuentros entre personas en estas plataformas de citas, lo que se llama un recommender system.
Este tipo de sistemas, explica Cabot, se usan tanto para buscar pareja con gustos similares como para que plataformas audiovisuales, como Netflix, recomienden películas o series de manera individualizada.
Tras fotos, sobre todo de mujeres, se esconden robots que remiten a la persona a otras webs, algunas de pornografía, o incluso de phishing
UOC
Además, pueden adquirir conocimientos para ir más allá, añade el investigador: «Pueden aprender de tu feedback, es decir, la app te recomienda posibles personas afines y, según si aceptas o no, va aprendiendo más de tus gustos y mejora las recomendaciones futuras».
Las compañías defienden este uso como básico para el propio sistema y, de este modo, se desmarcan de las denuncias con respecto de que son ellas mismas las que crean los perfiles falsos para tener más suscriptores.
Los bots, dicen, «son el corazón de nuestro servicio; de hecho, ¡es probablemente la razón de que te guste utilizar nuestros productos!». Pero también prometen más control dentro de la app con un «servicio pionero» para detectar fotos falsas.
Consejos para no ser engañado
Mientras las dudas crecen entre la comunidad de personas que buscan pareja de manera virtual, empresas como OkCupid lanzan recomendaciones para evitar que los usuarios caigan en engaños.
«No enviar dinero o compartir información financiera» es el consejo fundamental en las conversaciones iniciales, que se une al hecho de no clicar en enlaces a webs que sean spam o «sitios comerciales que intenten venderte productos o servicios».
Los expertos, por su parte, ofrecen un truco ante estas supuestas personas: preguntar algo muy concreto para intentar poner a prueba al bot.
Con cincuenta millones de personas registradas en todo el mundo y diez millones de suscriptores activos al día, como es el caso de Tinder, algunos consideran que estos sitios de citas, como el resto de redes sociales que son «gratis», pueden tener «dificultades con respecto a perfiles falsos, bots con spam o usuarios peligrosos».
En la línea de defensa de que los bots ayudan a las personas a conectar, investigadores de Stanford también plantean una cuestión: «No está claro que estas representaciones falsas sean más comunes en las citas online de lo que lo eran en la era preinternet».
Amor a través de una pantalla
Con nuestras interacciones sociales cada vez más dependientes de una pantalla, el investigador Jordi Cabot apunta a la aparición de app como Zodier, que busca pareja con los mismos sistemas de recomendaciones utilizados por Tinder, pero directamente en un canal de comunicación, como, por ejemplo, Telegram. Así, dice, es «más cómodo», porque aporta «una nueva funcionalidad» a este sistema de mensajería.
Quién sabe si en algún momento, como imagina el experto, cada persona tendrá su propio chatbot programado como «avatar virtual personal».
«Después de conectar online, serían los propios chatbots los que entablarían una conversación para conocerse mejor y solo después de este filtro las personas pasarían a una comunicación real», señala Cabot.
Fuente: Universitat Oberta de Catalunya (UOC)