Crítica de ‘Tiempo’: una buena idea que no convence

Tiempo (Old, 2021), la última película de M. Night Shyamalan (El sexto sentido, Señales, El protegido o Múltiple), parte de una excelente premisa que, sin embargo, se va derritiendo como un polo de hielo a medida que pasan los minutos del metraje. En cualquier caso, resulta entretenida y consigue convertir un paisaje playero idílico en el peor de los infiernos. Otra cosa es el guion y los personajes que se quedan en medio de la nada. Te contamos más.

El actor Gael García Bernal en Tiempo (2021) de M. Night Shyamalan.
El actor Gael García Bernal en Tiempo (2021) de M. Night Shyamalan.

El punto cómico no deseado

Agradecemos que lo último de Shyamalan llegue en un mes de sequía cinematográfica. En agosto proliferan títulos más vistosos y con más tirón comercial como El escuadrón suicida. La nueva del director ha traído ese contrapunto de diversidad para refrescar la cartelera de verano y la cinta, sin duda, te hará pasar un rato entretenido. La narrativa y la ejecución fílmica de este director vuelven a sorprender, pero el guion hace aguas en demasiados momentos y los personajes no acaban de ser lo redondos que deberían para que logremos empatizar con ellos.

No dejo de pensar que la nueva peli del director de El sexto sentido está hecha con prisas y sin el detalle que vemos en otras de sus propuestas anteriores. El director vuelve a caer en el punto cómico no deseado que veíamos en Señales y que tanto chirría. Si con los extraterrestres de Señales sentíamos algunos momentos de vergüenza ajena, con Tiempo, tristemente, rememoramos esa sensación en algunos momentos.

A partir de ahora, el artículo puede contener SPOILERS.

Crítica de la película Tiempo.

Tiempo: los temas que plantea

Los temas escogidos por Shyamalan vuelven a ser muy grandes, inmensos. El paso implacable del tiempo, la llegada de la vejez y las enfermedades (físicas y mentales) resultan temas de gran calado que al director le cuesta acotar, asomando en demasiadas ocasiones los flecos sueltos de un guion que tiende, además, a sobre explicarse. La idea es fantástica, los temas que plantea son súper atractivos, la riqueza del lenguaje audiovisual es incontestable, pero la realidad es que al final de la película no te llevarás casi nada de la sala de cine.

Pero no todo iba a ser malo. Si hay algo que rescataría de la película son tres planteamientos que, aunque creo que se les podría haber sacado más jugo, el director consigue ponerlos en la palestra: los límites de la investigación científica; el paso implacable del tiempo y sus efectos en un ser humano no preparado para ser finito; y el tratamiento de las enfermedades mentales.

Los límites de la investigación científica

En primer lugar, Shyamalan nos hace plantearnos y cuestionarnos los límites de la investigación científica. El tema es el siguiente: un grupo de personas llega cada día a un fantástico resort situado muy cerca del mar. El gancho es que, a través de sus farmacias, han sido premiados para pasar unos días de descanso en un lugar muy exclusivo. El resort vacacional es en realidad un laboratorio y centro de investigación médica. A través de la medicación que toman y que retiran habitualmente de su farmacia, los investigadores e investigadoras son conscientes de las diferentes patologías de quienes llegan al hotel para participar en un experimento sin que sean conscientes de ello.

Thomasin McKenzie y Alex Wolff en Tiempo, película.
Thomasin McKenzie y Alex Wolff en Tiempo.

A su llegada, les ofrecen un cóctel de bienvenida que no es otra cosa que un medicamento desarrollado expresamente para ellos. De esta forma, cuando les inviten a realizar la excursión a ‘la playa’, desde el laboratorio podrán comprobar los efectos de la medicación, pero también el transcurrir de la enfermedad en lo que sería una vida entera. Porque sí, en ‘la playa’, un día es una vida entera. Por este motivo, resulta el escenario perfecto para investigar.

Durante la película vemos como una de las efímeras habitantes de la paradisiaca playa que sufre repetidas crisis epilépticas en su vida diaria, pasa un largo espacio de tiempo sin tener ninguna.

Teniendo en cuenta que en esta playa los minutos se traducen en años y las horas en décadas, deducimos que este personaje ha estado décadas (en el tiempo de la playa) sin sufrir las convulsiones a las que estaba acostumbrada.

En su caso, los investigadores comprueban que el medicamento aplicado es eficaz, lo que puede mejorar la calidad de vida de millones de personas que sufren su misma enfermedad.

El implacable paso del tiempo y las enfermedades mentales

Los grandes protagonistas de la película son la familia Brody. Un matrimonio (Gael García Bernal y Vicky Krieps) con dos hijos que está a punto de separarse. Su llegada a la playa lo cambia todo y hace que los problemas del día a día queden en un segundo plano. Es interesante ver cómo en un día la pareja envejece y van cambiando los roles familiares. Los hijos, que cuando llegaron a la playa eran tan solo unos niños, se hacen ahora cargo de sus padres y los acompañan hasta la muerte.

La familia Brody. Fotograma de Tiempo.
La familia Brody. Fotograma de Tiempo.

En esta trama lo que importa es la familia como estructura que nos acompaña y nos sostiene a lo largo de la vida. El amor pausado de quienes están juntos a lo largo del tiempo y el papel de ida y vuelta que juegan los padres y los hijos a lo largo de una vida.

En otros personajes, como en el del jefe de cirujanos interpretado por Rufus Sewell y su pareja, interpretada por Abbey Lee, vemos otros dos temas interesantes: la no aceptación del paso del tiempo y de sus efectos en la pérdida de la belleza tal y como nos la han vendido y el tratamiento, o más bien la falta de él, de las enfermedades mentales, su invisibilidad y la incomprensión de la sociedad.

Una película demasiado ligera (de la que esperábamos más)

Entre tanto, el director mete otros muchos temas como las enfermedades neurológicas degenerativas, el racismo, las frustraciones de una vida carente de sentido, el poder de la naturaleza, la indefensión del ser humano, la finitud de la vida mientras nos sentimos y creemos inmortales, etc.

Muchos temas, quizás demasiados, que se tratan de una forma muy ligera. Porque lo que a esta película le falta es profundidad. Y no es que las pelis tengan que ser profundas en sí mismas, ni mucho menos, es que, si le echas arrestos para meterte en harina con temas tan complejos como el sentido de la vida y el paso del tiempo, tienes que ir hasta el final, hasta el fondo, y no quedarte en una superficie que resulte en una película sin chicha ni limoná.

Previsiblemente, esta película pasará sin pena ni gloria por la filmografía del director, que, como de costumbre, también hace las veces de actor en esta peli. Lo cierto es que esperaba más y el tráiler prometía. En cualquier caso, se agradece una propuesta diferente en la cartelera veraniega, aunque el resultado no convenza del todo.