YoSoyValentina: blues, uñas rojas y poderío andaluz

Hay artistas que parecen sacadas de otra época. No porque suenen a viejo, sino porque llevan en la voz siglos de historia, contradicciones y belleza. Y cuando cantan, todo se detiene. Mercedes, la cantaora gaditana conocida como @yosoyvalentinaaa en Instagram, es una de ellas. Una figura única que ha emergido en el panorama musical alternativo español con una propuesta que mezcla swing, blues y mucho arte. Pero, sobre todo, con una autenticidad tan poderosa que no necesita más artificio que ella misma: su voz, sus uñas rojas y su mirada directa.

YoSoyValentina.
YoSoyValentina.

YoSoyValentina: Cádiz, raíz y escenario

YoSoyValentina no canta desde un escenario de cartón piedra. Canta desde el cuerpo. Desde Cádiz. Desde esa raíz mestiza y marinera que lo mismo te regala una bulería que un adagio triste. Y sí: se nota. Porque, aunque su estilo se nutre del blues y el swing (géneros profundamente afroamericanos), Mercedes los habita con voz andaluza, y lo hace sin apropiarse de nada que no respete. En su música hay memoria, pero también juego. Hay reverencia, pero también insolencia.

No viene del conservatorio. No se crió en ninguna escuela de música reglada. Su escuela ha sido la calle, los bares, los escenarios precarios, el ruido del puerto, las mujeres de su vida, las penas y las verbenas. Esa escuela en la que se aprende a cantar con el alma antes que con la técnica.

Mercedes no imita. Traduce. Y lo que traduce es la emoción: la soledad del blues, la picardía del cabaret, el desgarro flamenco. Todo eso lo pasa por su acento, por sus labios pintados y por un cuerpo que nunca pide permiso.

Una estética que no se puede comprar

La estética de YoSoyValentina es otro de sus lenguajes. En sus redes, especialmente en Instagram, construye una narrativa visual coherente, poética y política. Porque sí, lo personal es político, pero en el caso de YoSoyValentina también lo es lo vintage, el eyeliner, los flequillos, los corsés, las medias rotas, los aros gigantes, los bodegones con sardinas y la luz filtrada por un visillo.

Su iconografía recuerda por momentos a las grandes del soul, por otros a las pin-up más desvergonzadas, y por otros a la prima descarada de La casa de Bernarda Alba que nunca llegó a escena. En un mundo donde la imagen se ha convertido en una herramienta de validación, YoSoyValentina la usa como espejo, como escudo y como mapa. No para gustar. Para contarse.

Y eso es lo que deslumbra. No hay marketing detrás, ni estilistas, ni equipo de branding. Hay un imaginario. Uno que mezcla barrio, deseo, precariedad, ternura y rebeldía. Uno que nos interpela y nos dice: aquí estoy. Y soy así porque me da la gana.

YoSoyValentina: Cantar para sobrevivir (y para gozar)

En una escena musical cada vez más homogénea, donde el algoritmo decide qué merece ser escuchado, YoSoyValentina es un acto de resistencia. No canta para likes ni para playlists. Canta porque necesita hacerlo. Porque en cada canción hay una historia que ha vivido o que podría haber vivido. Porque cantar, para YoSoyValentina, es también una forma de sanar.

Su repertorio mezcla versiones y temas propios. Y en ambos casos les pone sello. Si canta un clásico, lo desmonta y lo vuelve a montar como si fuera un mueble heredado. Si canta algo suyo, lo hace con la voz de todas las mujeres que lleva dentro.

Su voz no es pulida ni perfecta. Es rugosa. Es veraz. Y por eso duele y emociona. Tiene ese temblor que no se entrena. Ese eco que no se afina. Porque lo suyo no es la nota limpia, sino el pellizco. Y eso, amigas, no se estudia. Se tiene.

YoSoyValentina.
YoSoyValentina.

Feminismo de garganta y tacón

YoSoyValentina no va con pancarta. No falta a las manis, pero no necesita consignas. Su feminismo está en cómo se planta en el escenario, en cómo mira, en cómo habla. En cómo no pide disculpas por ocupar espacio, por ser deseante, por ser intensa, por cantar cosas tristes y por reírse después.

Su feminismo también está en cómo rescata músicas que siempre fueron consideradas menores o “de mujeres”: el bolero, el blues, el swing… géneros que se cantaban entre fogones, en cabarets o en salas donde ellas eran más decoración que protagonistas. Mercedes agarra esos géneros y los hace suyos. Les arranca el adorno. Los convierte en lugar de combate.

Y sí, su música también es política. Porque no hay nada más político que una mujer pobre cantando desde el deseo. Desde el dolor. Desde el goce. Sin pedir permiso. Sin rebajarse. Sin edulcorar la rabia.

¿Qué tiene YoSoyValentina que no tengan otras?

YoSoyValentina no busca sonar moderna. No le interesa. No quiere venderte un disco de pop envuelto en papel vintage. No pretende ser la versión andaluza de Amy Winehouse ni la Lola Flores de los barrios alternativos. YoSoyValentina es ella. Punto. Y eso, en tiempos de impostura generalizada, es un milagro.

Pero si hay que buscar paralelismos, podríamos decir que tiene algo de Rosario La Tremendita, algo de Rocío Márquez, algo de Chavela borracha y algo de Paquita la del Barrio indignada. Tiene el dolor de las mujeres de antes y la insolencia de las de ahora. Tiene blues en la garganta y chispa en los ojos.

En un mundo donde todo se mide en métricas, YoSoyValentina mide en emoción. Y eso no tiene algoritmo que lo compre.

Canta, YoSoyValentina, canta

No sabemos si YoSoyValentina firmará con un sello grande, si llenará teatros o si acabará haciendo bolos en casas okupas. No nos importa. Porque mientras cante, su voz seguirá haciendo ruido. Y ese ruido es necesario. Porque arranca máscaras, incomoda, arropa. Porque te parte el alma y luego te la cose.

YoSoyValentina no es solo un nombre. Es una declaración. Una promesa. Una advertencia.

YoSoyValentina canta. Y cuando lo hace, no hay scroll que valga. Hay que parar. Escuchar. Y aplaudir.