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Entrevista a Bego Antón: el color de lo invisible

Bego Antón expone en Lumínic

Bego Antón es una fotógrafa muy especial. Gracias al festival de fotografía Lumínic podemos disfrutar hasta el dos de mayo de uno de sus proyectos más mágicos.

Su fotografía capta como ninguna otra lo que nos quiere comunicar la naturaleza, lo que vemos de ella y lo que no llegamos a ver pero podemos sentir. Desde los efectos que la luz hace al jugar sobre ella, hasta las pequeñas ciudades de elfos y duendes que la habitan.

Déjate llevar por sus fotografías y sus palabras, te aseguramos que, aunque sea durante unos momentos, tendrás la capacidad de ver lo invisible.

Hablamos con Bego Antón

– Hola, Bego, ¿cuándo decidiste ser fotógrafa?

Pues no es algo que estuviera decidido, surgió de casualidad. Estudié periodismo, y durante la carrera me di cuenta de que no quería ser periodista. De forma natural acabé estudiando fotografía, pero sin ser muy consciente de que me podría dedicar a ello. Al principio no pensaba que sería posible dedicarse a la fotografía.

Aunque en mi casa no se hacían muchas fotos, recuerdo que mi padre tenía una cámara. Creo que llegué a estudiar fotografía por mi padre.

Hice algún curso y en la carrera de periodismo tuvimos una asignatura desastrosa de fotoperiodismo que, al menos, nos aproximó al cuarto oscuro y también pudimos hacer unos cuantos proyectos.

Como allí no aprendí nada, decidí estudiar fotografía. Me fui de Bilbao a Barcelona a hacer un curso de un año. Allí aprendí un montón. Todo lo demás surgió poco a poco de forma muy natural.

© Bego Antón.
© Bego Antón.

– Ahora expones parte de tu obra en el festival de fotografía Lumínic, ¿qué tal la experiencia?

Muy bien. Una cosa que me gustó mucho es que el lugar donde han colocado la obra tiene mucho contacto con el exterior. Al ver las imágenes desde fuera, anima a entrar. Que la fotografía adorne las calles para que sea más accesible a todos es algo bonito y super necesario.

– ¿Hay algún fotógrafo que exponga en Lumínic que te guste especialmente?

Sí, a mi siempre me ha encantado Xavi Bou, me parece que hace magia. Cuando Xavi me explicó el proyecto, hace muchos años, me quedé alucinada. Fotografía lo invisible de una forma increíble. Visualmente tiene un punto poético super potente y además, habla de la naturaleza y de los pájaros. Me encanta ese proyecto.

– Tu fotografía también está muy relacionada con la naturaleza. Con la naturaleza y con la magia, ¿de dónde vienen esos particulares gustos?

El hecho de fotografiar tanto la naturaleza, es porque he pasado mucho tiempo de mi infancia en ella. Estar en un entorno tan natural, de tanto paisaje y tanto caminar, hace que de forma innata me llame y me interese mucho.

No me veo haciendo fotos en una ciudad, sería muy raro. La naturaleza es mucho más accesible. Me inspira mucho más. Veo fotográficamente mucho más en la naturaleza que en el asfalto. Supongo que tiene que ver por mi propia experiencia vital.

Soy bilbaína, pero veraneábamos y casi vivíamos en un pueblo pequeño en el norte de Euskadi, Górliz, y si no estaba en el monte, estaba pescando con mi padre en las rocas.

© Bego Antón.
© Bego Antón.

El interés de la magia llega de la lectura. De pequeña leía muchísimo. Sobre todo, cosas que no se correspondían para nada con mi edad. Toda la paga me la gastaba en libros. Me interesaban mucho los de temática fantástica. Por trasladarme de pequeña a esos universos, ahora tengo la necesidad de viajar con la fotografía a esos lugares. Me interesa la magia, lo visible y lo invisible y el significado de la verdad.

Creo que no existe la verdad. Que en todos los temas donde no hay una verdad universal, todas las verdades personales son posibles.

En el caso de los elfos, no existe una verdad universal de su existencia, por lo tanto, las personas que creen en ellos poseen una verdad absolutamente válida. De eso trata el proyecto que expongo en Lumínica, de acabar de poner en duda algo tan importante como la verdad, de dejar espacio a otros lugares y a lo que no se ve.

Cadaqués está lleno de sirenas.

Bego Antón.

– Para tu proyecto The earth is only a little dust under our feet, en el que hablas de la magia y sus criaturas, fuiste a Islandia, ¿fue tu primera vez allí?

No, estuve en Islandia antes. Una vez. Fueron unas vacaciones familiares, que mis padres siempre las hacen muy relacionadas con la naturaleza. En el siguiente viaje fue cuando fui para realizar este proyecto.

– ¿Qué tal la experiencia en Islandia?

Islandia es un lugar maravilloso. Es como estar en un millón de países diferentes en uno solo. El paisaje cambia constantemente. La conexión que se consigue con el espacio y la naturaleza es increíble porque muchas veces estás solo.

El problema de ahora es que está masificada de turistas y eso es algo que no pasaba hace diez años. Ahora hay muchos más turistas que habitantes.

Los caminos son mas anchos. En el primer viaje había unos caminitos estrechos en el campo que ahora se han ensanchado muchísimo. El turismo, aun siendo una salida económica del país, es un problema.

– ¿De dónde crees que viene la creencia de los islandeses en elfos y duendes?

No hay un origen que justifique de dónde vienen esas creencias, pero sí que tengo diferentes ideas.

Islandia está bajo un campo electromagnético muy grande que es de la misma energía que segregan las auroras boreales. El hecho de estar bajo esta energía hace que sus habitantes tengan una precepción mucho más abierta y por lo tanto mucha más capacidad de visión.

Otras de las razones es que el cristianismo llegó muchísimo más tarde que al resto de países. Como el cristianismo no se comió todas estas creencias antiguas, todavía perduran.

Son conjeturas, no se puede saber con certeza.

© Bego Antón.
© Bego Antón.

– Después de haber realizado tu proyecto, ¿cuál es tu opinión, crees en la existencia de esos seres o has sentido fotografiar a algún duende?

Sí, totalmente. Creo que es un mundo posible y que es un mundo real. Todas las personas que me encontré y me contaron su experiencia, creo que la han vivido de verdad. No sé si es parte de su imaginación o si realmente lo pueden ver, pero no me importa si ellos sienten que lo han vivido.

Creo absolutamente en este mundo porque me lo han descrito con pelos y señales.

En Islandia me he sentido acompañada constantemente, como si alguien me estuviera protegiendo. En la conducción siempre he sido muy torpe, y tuve que alquilar un coche en pleno invierno. Allí las condiciones de conducción son terribles y yo iba tan tranquila. Esa tranquilidad me daba la sensación de que tenía a alguien de copiloto que me protegía.

Muchas de las personas que me encontraba, que eran personas con la capacidad de ver el color de tu aura y a los ángeles que te acompañan, me lo describían y lo veía todo completamente natural. Conecté muchísimo con ese universo a pesar de no tener yo misma la capacidad de ver nada nítido.

Cuando volví a Barcelona toda la magia desapareció. Toda la magia de Islandia, aquí no tiene ningún sentido y eso es muy triste.

Una persona que para mí es muy importante y con la que aún mantengo el contacto, Bryndis, cuando vino a Barcelona con su familia, se fueron a Cadaqués y me dijo que allí vio sirenas. En Montserrat también vio muchas cosas raras. Tuvo que venir Bryndis para conectar con la magia. Cadaqués está lleno de sirenas.

– En tu trabajo utilizas una paleta de colores super interesante, ¿qué es para ti el color?

Depende de cada uno de los proyectos. En el caso de The earth is only a little dust under our feet, se me ocurrió que una forma de mostrar visualmente lo invisible, era a través del color. La idea la cogí prestada de esas mujeres y hombres que son capaces de ver el aura. Por ese motivo hay tantos juegos de color en el proyecto.

En la exposición hay una foto de una piedra llena de color, eso es porque una señora me dijo que era capaza de ver el aura de las casas que están habitadas por los elfos y ellos viven en rocas. Así que, para mostrar esta ciudad de elfos, lo hice a partir del color, y todo de forma analógica.

El color de una casa de un elfos. © Bego Antón.
El color de una casa de un elfos. © Bego Antón.

Disparo con carrete 120 medio formato, así que todos estos juegos de color están hechos directamente sobre cámara con diferentes trucos que fui inventando.

La foto del árbol, que tiene muchos puntitos de color, también está hecha analógicamente. Todo mi trabajo es analógico. Soy un desastre en lo digital.

– ¿Toda tu carrera fotográfica la podemos encontrar en analógico?

Así es, totalmente. Ahora me planteo pasarme al formato digital porque los costes del analógico están imposibles. Se está convirtiendo en algo insostenible.

– ¿Se puede vivir de la fotografía?

Yo vivo de la fotografía, pero no solo de ella, también de hacer cursos, charlas… Poder se puede. Yo no sé hacer nada más.

Cuestionario Furioso de Bego Antón

Película favorita: Valerie y su semana de las maravillas de Jaromil Jireš.

Serie favorita: A dos metros bajo tierra.

Libro favorito: Amor de monstruo de Katherinne Dunn.

Cómic favorito: Me encantan los cómics de Rosalie Blum de Camille Jourdy.

Cantante, grupo o músico favorito: I Am A Rock de Simon & Garfunkel me encanta.

Artista plástico favorito: Aleah Chapin.

Miedo tecnológico: Las escuchas invisibles a las que nos someten, sigo alucinando cada vez que me aparece en el móvil publicidad sobre temas que he hablado horas antes con amigos o familia.