Clara Campoamor, una vida defendiendo los derechos de las mujeres
Del 16 de julio de 2022 al 16 de octubre de 2022 de podrá disfrutar de la exposición, organizada por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática; la Biblioteca Nacional de España (BNE) y Acción Cultural Española (ACE), que conmemora el cincuentenario de la muerte de Clara Campoamor (30 de abril de 1972).
Ella fue una de las primeras abogadas españolas, diputada en las Cortes de la II República durante el primer bienio y activa feminista. Dedicó gran parte de su vida a la defensa de la libertad y de la igualdad; principios sagrados de la democracia, y, expresión de ellas; a la reivindicación de los derechos de las mujeres.
Clara Campoamor Rodríguez: mujer y ciudadana (1888-1972)
Clara nació en Madrid en 1888. Se cumplían cuarenta años de la reunión de Seneca Falls. En 1848 se inician dos importantes movimientos sociales: el obrerismo internacionalista y el feminismo. Éste tiene uno de sus textos fundacionales en la Declaration of Sentiments aprobada en la reunión de Seneca Falls (New York) el 10 de julio. Convocada por las abolicionista Elizabeth C. Stanton y Lucretia Mott, el texto recoge los fundamentos teóricos de los derechos que reclaman para las mujeres. La relación de ellos en las resoluciones que cierran el documento. De todas las demandas, la referida al reconocimiento del sagrado derecho de votar femenino centra la lucha en Gran Bretaña e Inglaterra. Es allí donde el movimiento recibe el nombre de sufragismo.
Cuando nació Clara Campoamor, tan solo hacía una década del primer debate en el Congreso de los Diputados sobre el reconocimiento del derecho electoral a las españolas. Pareciera que fuese un guiño del destino. Sin embargo, la situación femenina en ese momento no permitía aventurar que Clara llegase a convertirse en la figura de reconocido prestigio que alcanzó a ser.
Formación, lucha y la Unión Republicana Femenina
Huérfana de padre muy pronto, desempeñó diversos empleos antes de cursar bachillerato ya adulta, licenciarse en Derecho (1923) e iniciar el ejercicio de la abogacía.
Dos temas le atrajeron especialmente: la lucha contra las discriminaciones legales que sufría la mujer y la defensa de la paz. A los dos dedicó su actividad pública como conferenciante, abogada, diputada y delegada de España ante la Sociedad de Naciones (1931-1933).
Feminista de arraigadas convicciones, ayudó a fundar la “Juventud Femenina Universitaria”, el “Lyceum Club” y la “Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas”. En octubre de 1931 creó la “Unión Republicana Femenina” para combatir el ambiente adverso al voto femenino.
De las Cortes al exilio
El ideal femenino de ángel del hogar, aún vigente, cede espacio ante el de una mujer reconocida igual al hombre en capacidades, pero con diferentes funciones. Cuya presencia crece en el mercado laboral y en profesiones cualificadas, aunque sigue salarial y ocupacionalmente discriminada. Cuya educación se acerca a la masculina en contenidos y niveles, si bien las universitarias son minoría. Una mujer que practica el deporte y se desprende del corsé con la misma decisión que reivindica sus derechos.
Clara llega a la política en las filas del Partido Radical. Es elegida diputada en las primeras Cortes de la II República por la provincia de Madrid. Allí destacó por su alegato en pro del voto femenino; su intervención sobre la ley del divorcio, y su apoyo a las reformas legales a favor de la mujer.
Al no ser reelegida en 1933, el gobierno radical-cedista le nombró “Directora General de Beneficencia”. Dimitió tras la represión de la Revolución de Asturias (octubre, 1934) y abandonó definitivamente su partido en enero del año siguiente.
Al estallar la guerra, abandonó el país, no sin antes publicar El voto femenino y yo: Mi pecado mortal, donde defiende su trayectoria política.
En el exilio se dedicó a escribir: prensa, traducciones, biografías…, pero teniendo siempre en mente el regreso a España. Fracasados varios intentos, el anhelo seguía vivo cuando falleció en Lausanne en 1972.
El legado de Clara Campoamor
Con el derecho al voto, Clara Campoamor legó a las españolas el ejercicio de la ciudadanía. Tan preciado como el legado de su ejemplo: la fuerza de la inteligencia y el esfuerzo para romper el techo de su procedencia social y de su condición femenina. Su elocuencia, la integridad de sus principios, su independencia de criterio y la fortaleza para lograr sus metas hacen de ella un referente.
María Telo y Julia de Cominges, abogadas que la conocieron, tomaron el testigo de su amor por la ley y lo pasaron a las jóvenes juristas.
También continuaron su labor las feministas que batallaron por incorporar nuevas conquistas a la Constitución de 1978. Y las que hoy siguen luchando porque la igualdad entre hombres y mujeres sea realidad y no un espejismo. Prueba evidente de lo que simboliza Clara en la España democrática son las múltiples formas de rendirle homenaje. En la exposición se recoge una muestra.
Clara Campoamor en la Biblioteca Nacional
La muestra persigue que el visitante se acerque a la trayectoria vital de Clara Campoamor para conocer sus luchas, sus conquistas y, también, sus frustraciones. El recorrido aparece inscrito en un doble contexto: internacional, referido a los primeros movimientos feministas que informan su pensamiento; y nacional, que recoge la posición de las mujeres en la sociedad y su evolución durante los años anteriores a la guerra civil.
Hacerlo así, permite entender el significado de su figura en la época; el intencionado olvido al que es sometida durante el franquismo; y la recuperación de su legado desde el retorno de la democracia como protagonista de la memoria histórica y democrática de nuestro país.