·

‘Cómo se hace una chica’: construyendo y reconstruyéndose con Caitlin Moran

Caitlin Moran es, sin duda, una de las personalidades más explosivas de la literatura del siglo XXI. También resulta ser feminista.

Cómo se hace una chica es una carta enviada al pasado, a su yo de quince año. Una bomba humorística para todos aquellos que nos consideramos adolescentes eternos.

Cogemos un avión hasta Wolverhampton a principios de los años 90.

Portada de Cómo se hace una chica, de Caitlin Moran.
Portada de Cómo se hace una chica, de Caitlin Moran.

Cómo se hace una chica: sin azúcar, especias, ni todas las cosas guays

Johanna Morrigan es una chica de clase media que vive con sus padres y cuatro hermanos en un suburbio inglés. No teniendo demasiadas habilidades sociales, sus mejores amigas son una border collie y una anciana viuda que vive en la acera de enfrente.

Su padre es un músico venido a menos que cobra una pensión por minusvalía con la que (mal)vive su familia entera. Y su madre es una mujer de mediana edad que, después de haber tenido gemelos, sufre una acuciante depresión postparto.

Aparentemente condenada a una eterna insatisfacción adolescente, Johanna haya consuelo, sobre todo, en los libros y en la música. Y es que puede que ella se parezca más a una patata que a los ejemplos de belleza del momento, pero la protagonista de este libro tiene dos vocaciones claras: el onanismo y la literatura.

El segundo de sus talentos no es mucho más lucrativo que el primero, pero Johanna Morrigan lo tiene claro: ella quiere ser escritora. Al poco de comenzar la historia se le presenta la que resulta una oportunidad de oro. Por una serie de circunstancias, la protagonista de la novela comienza a trabajar en una revista musical, escribiendo acerca de grupos emergentes.

¿Será esto suficiente para llenar su vacío existencial? ¿Podrá ayudar a su familia a salir de la precariedad? Y, lo más importante de todo, ¿le servirá para echar un polvo de una maldita vez?

La pequeña muerte

Cómo se hace una chica comienza con una masturbación inexperta. Y verdaderamente hay muchas masturbaciones en esta novela, y con toda una variedad de instrumentos.

Deslenguado y brusco, el libro es tan brutalmente sincero que puede romperte el corazón. Y, en el proceso, te arrancará más de una carcajada (tanto si eres una mujer adolescente, madura, o un hombre más cerca de los cuarenta que de los treinta que escribe artículos en internet sobre libros que le gustan y tartamudea cada vez que una chica le da las buenas tardes).

Otro de sus rasgos más destacables es que rompe con la representación habitual de las chicas adolescentes en la ficción, donde suelen ser representadas como patitos feos que, al final, terminan convirtiéndose en cisnes. En Cómo se hace una chica todos los patitos permanecen feos, pero es en esa tosquedad donde reside su encanto.

La novela también habla acerca del proceso de inventarse y reinventarse. Las personas nos tiramos toda la vida dilucidando qué coño narices queremos ser. Para ello nos inventamos y reinventamos constantemente, quedándonos con aquellas facetas de nuestro aspecto o personalidad que nos funcionan, y relegando las otras al cajón de la vergüenza. Este arduo proceso comienza en la adolescencia, y Johanna, con toda su sensibilidad literaria, se toma cada uno de los pasos en pos del autodescubrimiento como una muerte metafórica.

Cómo se hace una chica está lleno de estas muertes. También de muy malas ideas, así como de decisiones por las que su protagonista tendrá que pedir perdón, lo primero a sí misma.

Cómo se hace una chica. Caitlin Moran.
Caitlin Moran.

Cómo se hace una chica a ritmo de rock

Además de todo esto, Cómo se hace una chica es una novela fundamentalmente musical. No teniendo apenas dinero, Johanna se nutre de aquellos libros y discos que puede conseguir en la biblioteca pública. Y mientras que la literatura constituye el mapa de sus pensamientos, la música es la energía que mueve sus actos.

En cuanto a energía, la música alternativa de finales de los ’80 y principios de los ’90 andaba sobrada. El punk rock británico y su hermano resabiado, el britpop, los primeros pasos del grunge, y las riot grrrls constituyen la gasolina del personaje principal del libro, no solo para la escritura sino también para la vida. Porque en esta la música lo es todo (o casi), y Johanna, intentando parecer una mezcla entre Courtney Love y Kathleen Hanna de las Bikini Kill, lo tiene más que claro.

Cómo se hace una chica también se salta las normas en su representación de las figuras del rock. No como colgados pasados de rosca, vestidos de cuero, y a un cigarrillo de la muerte, sino como personalidades inquietas, autodidactas, con conciencia de clase, y una cierta sofisticación estética. Así es John Kite, el cantautor del que Johanna se enamora perdidamente tras hacerle una entrevista en Dublín.

Pero el rock no es un asunto lineal y el amor tampoco. La protagonista de la novela deberá descubrir que existen toda una variedad de afectos y que estos no siempre son correspondidos. También que cada cosa tiene su tiempo y que el enamoramiento no puede programarse como una alarma.

Lo que sí es seguro es que en Las Furias ya estamos enamoradas de Johanna y, por extensión de su autora.

Cómo ser Caitlin Moran

Esta nació en Brighton en 1975. Su carrera como periodista ha resultado de lo más prolífica, y sus trabajos literarios le han ganado el respeto de propios y extraños por su ingenio, locuacidad, y carencia absoluta de sentido del ridículo.

Cómo ser mujer ha resultado ser uno de los libros más leídos y celebrados en Reino Unido en los últimos tiempos, poniendo a Caitlin Moran a la altura de Virginie Despentes o Amélie Nothomb a la vanguardia del movimiento feminista actual, aun sin perder un sentido crítico sobre él. También le granjeó el premio Galaxy al libro del año en 2011, así como el premio entregado por la revista Cosmopolitan al mejor escritor.

Cómo se hace una chica se publicó tres años después, de la mano de Ebury Press. En mayo de 2015 fue traducido al español por la editorial Anagrama en su colección Panorama de narrativas. Treces meses después se lanzó en formato de bolsillo, bajo el sello Compactos, y todavía puede conseguirse fácilmente en librerías.