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‘Cuentos de lo insólito’: el amor y los fantasmas de May Sinclair

Cuentos de lo insólito es la primera aproximación a la obra de May Sinclair de La biblioteca de Carfax. Una maravillosa recopilación de siete cuentos de terror gótico para conocer a una de las maestras británicas del género.

Portada de Cuentos de lo insólito. Editorial, La biblioteca de Carfax.

La escritura de Sinclair puede ser delicada, bella y precisa o dura y pesadillesca. Su forma de narrar te atrapa desde la falsa inocencia de sus protagonistas, hasta las consecuencias de sus deseos más ocultos.

May Sinclair nos habla del amor, de muchos tipos de amor. Los disecciona desde la afilada mirada de una mujer adelantada a su tiempo. Una mujer llena de inquietudes, apasionada por el psicoanálisis, por un lado, y lo sobrenatural por otro. Mary Amelia St. Clair fue una escritora que, bajo su pseudónimo, fue prolífica y arriesgada.

En Cuentos de lo insólito encontramos cinco cuentos de fantasmas en los que el amor muchas veces pierde su simbología romántica para convertirse en el auténtico monstruo; un cuento largo, oscuro y complejo sobre el poder de la influencia mental y las consecuencias de sus acciones; y un maravilloso y revelador cuento en el que se nos desvela lo que nos podremos encontrar cuando nos llegue nuestra hora.

Cuentos de lo insólito, un amor de otro mundo

Donde su fuego no se apaga

Harriott Leigh es una mujer sin suerte, cuando cree que ha encontrado el amor, lo pierde… George Waring fue su primer amor, pero el mar se lo robó. Más tarde, Stephen Philpotts conquistó su corazón para después romperlo en mil pedazos. Con Óscar Wade tuvo una relación tormentosa, pecaminosa y llena de subidas y bajadas, hasta que finalmente, la subida fue imposible de escalar…  

Pasados los 50 años, se hizo amiga y ayudante del reverendo Clement Farmer. La vida de Harriott Leigh fue una vida obsesionada con sus diferentes amores, los pasados y los presentes, pero como el amor, todo tiene un final, murió en la cama acompañada del reverendo Farmer.

Una vez muerta, comenzó el terror y el amor se transformó en pesadilla, una de la que nunca más podría despertar. En su particular infierno, descubrirá qué es lo que realmente hizo con el amor.

El Símbolo

Cicely es una mujer con un sencillo deseo, tan solo quiere que su marido la ame. Quiere que Donald la ame y se lo diga, pero él no es ese tipo de hombres, para él todo era más importante que ella. Ella tan solo era una mujer. Una mujer enferma.

Una noche, después de una discusión en la que Donald acusaba a Cicely de romper uno de sus objetos más preciados, ella murió. Murió sin saber si Donald la amaba.

Desde ese momento, el fantasma de Cicely comenzó a aparecer en su antiguo hogar. No cesó en su búsqueda, mantenía el mismo deseo de cuando estaba viva. Necesitaba escucharlo.  

La naturaleza de la evidencia

Edward Marston fue un hombre casado y profundamente enamorado de Rosamund, su mujer, 15 años más joven que él. Ella murió y Marston quedó viudo.

Marston la mantuvo viva en el recuerdo, pero mas tarde, y tan solo por esas necesidades sexuales de los hombres de la época… se casó con Pauline Silver. Él pensaba que no le era infiel a Rosamund, ya que tan solo era una cuestión física. Pero el fantasma de Rosamund no estaba tan de acuerdo en aquella afirmación e impidió que Marston se pudiera acercar a Pauline.

Tan solo él veía al fantasma de Rosamund. Se lo decía a Pauline, pero ella no podía creer sus palabras. Hasta que la forma de separarlos era tan brutal e inexplicable, que a Pauline no le quedó más remedio que aceptar todo lo que ocurría.

¿Qué los acechaba? ¿Era el frío y silencioso fantasma de Rosamund o los propios remordimientos de Marston?

Cuentos de lo insólito. Maria Kreyn
Cuentos de lo insólito. Pintura de Maria Kreyn.

Si los muertos supieran

Qué dura es la vida. Qué difícil es poder casarte cuando no tienes dinero ni una casa en la que vivir. Eso es lo que pensaba Wilfrid Hollyer, un chico enamorado de Effie Carroll al que su madre no le dejó labrarse un oficio, porque de niño se veía muy débil. De mayor no era débil, pero no tenía ni oficio, ni trabajo. Tan solo sabía tocar el órgano, pero tampoco podríamos decir que fuera un genio.

 A Wilfrid tan solo le quedaba esperar a que su madre muriera y recibir su herencia, pero su madre era una mujer fuerte y saludable. ¿Cuánto tenía que esperar esa pareja para hacer realidad sus sueños?

Llegó el invierno y con el frío, la enfermedad, por ese motivo la madre de Wilfrid murió.

Pero no hay amor como el de una madre, y ese amor puede ser tan fuerte que ni la propia muerte lo puede llegar a romper. Sobre todo, el de una madre como la de Wilfrid, y así se lo haría saber.

La víctima

Steven Acroyd es un muchacho impetuoso, violento, inseguro, desconfiado y rencoroso. En este cuento seremos testigos de un crimen perfecto. Un asesinato perpetrado por Acroyd. Pero ya se sabe que no hay crímenes perfectos y que, aunque la muerte pueda parecer el peor de los castigos, en algunos casos, puede ser la salvación.

En el mundo real no hay nadie que sepa hacerle entender a Acroyd, ni siquiera su amada. Pero no solo hay un mundo, siempre pueden venir del otro lado a explicarte la verdad de lo que ni siquiera puedes llegar a imaginar o tu mismo te has negado a aceptar.

Cuentos de lo insólito, el poder incontrolable de la mente

El defecto en el cristal

Agatha es una mujer con un poder muy especial. Ella posee un don. Descubre que tiene el maravilloso poder de cambiar a las personas que la rodean. Cambiarlas a mejor, curarlas de sus males mentales, de sus preocupaciones y tormentos. Eso la hace sentir muy poderosa.

Ella cree que, si lo hace por una buena causa, por un buen motivo, siempre podrá mantener a sus amigos y conocidos sanos y felices. Eso la reconforta.

Pero la mente no es un juego, es algo muy peligroso, y hasta el cristal más cristalino puede tener algún defecto. Lo que Agatha nunca se pudo imaginar, es que uno de esos defectos la pudiera asediar. La pudiera aterrorizar. ¿Por qué, si ella tan solo utiliza el don por el bien ajeno? ¿O acaso no es así?

Cuentos de lo insólito. Pintura de Maria Kreyn.
Cuentos de lo insólito. Pintura de Maria Kreyn.

Cuentos de lo insólito, lo que nos espera en el otro lado

El hallazgo de lo absoluto

En este cuento seremos espectadores de una de las mejores recreaciones de la muerte que un servidor recuerda. Es fascinante como Sinclair describe su particular cielo e infierno. Como explica y otorga nuevas leyes físicas a un mundo que todas visitaremos, pero que aún nadie nos ha podido asegurar qué será lo que nos encontremos.

En Cuentos de lo insólito, el mismísimo filósofo Immanuel Kant, será el que nos desvele algunas de las pistas para descubrir la verdad que nos espera al otro lado.

May Sinclair, sufragista y una escritora de terror del siglo XIX a reivindicar

May Sinclair fue una novelista, poeta, filósofa, traductora y crítica muy popular y extremadamente prolífica; llegó a escribir veintitrés novelas, treinta y nueve relatos y numero­sas colecciones de poesía a lo largo del siglo XIX y principios del XX.

Como crítica promovió la obra de Ezra Pound y los poetas imagistas, y la de la novelista Dorothy Richardson, entre otros. Sinclair también escribió obras filosóficas, y es­tuvo involucrada de forma activa en las principales cuestiones de su tiempo: escribió pasquines para el movimiento sufragista; estudió y divulgó el pensamiento psicoanalítico, y analizó y reaccionó al nacimiento del modernismo, el vorticismo y el imagismo.

Llegó incluso a visitar Bélgica como parte de una unidad de asistencia al principio de la Primera Guerra Mundial.

En 1892 publicó Essays in Verse, y su primera pieza de prosa pagada, The Ethical and Religious Import of Idealism, le siguió en 1893. En 1897 publicó su primera novela, Audrey Craven, debut que marcó el final de una era tanto en su vida intelectual como en sus vínculos sentimentales.

May Sinclair. Cuentos de lo insólito.
May Sinclair. Cuentos de lo insólito.

En 1904, Sinclair publicó The Divine Fire, el libro por el que se hizo famosa. Fue particularmente bien recibido en América. Un año después de su publicación, la novela había alcanzado tal fama y admiración que Sinclair se embarcó en una gira triunfal por la Costa Este y conoció a una multitud de intelectuales de la época: Ralph Waldo Emerson, Charles Eliot Norton, William James, Mark Twain, Annie Fields y Sarah Orne Jewett. May Sinclair fue agasajada, triunfó e hizo mucho dinero.

En 1907, se mudó a un piso propio en Kensington y se involucró cada vez más con el movi­miento sufragista: escribía cartas en la revista Votes for Women, y se unió a la Women’s Freedom League en 1908. En ese mismo año conoció a Thomas Hardy, quien admiraba su obra, y a Ezra Pound, de quien se convirtió en mecenas y en defensora de su trabajo. A través de él conoció a H. D. y a Richard Adlington en 1911 y se convirtió en impulsora de los poetas imagistas, de T. S. Eliot y del vorticismo.

May Sinclair empezó a estar cada vez más maravillada por lo insólito y en concreto por el psicoanálisis. Se involucró con la Medico-Psychological Clinic en 1913, a la que donó grandes sumas de dinero para su establecimiento, así como también a su fondo para los soldados con neurosis de guerra.

May Sinclair sufrió la enfermedad de Parkinson en los últimos años de su vida, y desapareció de la escena pública. Estuvo viviendo con su compañera y ama de llaves, Florence Bartrop, en Buckinghamshire. Sus amigos perdieron el contacto con ella a partir de 1920. Murió en 1946.

Saludos furiosos.

Imagen de portada: (c) Rafael Martín Coronel.