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SEFF 2025: ‘Dragonfly’: Andrea Riseborough lo ha vuelto a hacer

En la sección “Alumbramiento” del Festival de Cine Europeo de Sevilla, una piedra preciosa emerge entre las otras. Dragonfly, la nueva película del cineasta británico Paul Andrew Williams destaca como una de las piezas audiovisuales más rompedoras. Un relato sobre la soledad y la dependencia, y la pesadilla que esto puede suponer en la vida de cualquier persona.

Colleen vive con su perra Saber, su inseparable compañera de vida. Su vecina Elsie es anciana y viuda, y vive sola, pero tres días a la semana vienen a cuidarla algunas horas porque su hijo así lo quiso. No obstante, es su vecina Colleen quien termina por pasar más tiempo con ella, aportándole mucha más calidez que cualquier cuidadora con bata podría darle.

En el papel de Collen encontramos a la siempre soberbia Andrea Riseborough – de nuevo esperamos que la nominen y gane en los Premios de la Academia, pero nos conformamos con seguir disfrutándola en pantalla -. Junto a ella, una magnífica Brenda Blethyn interpreta de forma espectacular a la anciana Elsie. Ambas premiadas en el Festival de Tribeca por sus brillantes interpretaciones.

Póster de Dragonfly.
Póster de Dragonfly.

Dragonfly: ¿es mejor vivir sola, o mal acompañada?   

El cineasta británico aborda un tema muy pertinente como es la soledad y la dependencia, particularmente, de las mujeres. Mujeres que viven solas o mujeres que cuidan. En ambos lados, estas personas se ven sobrevenidas por una situación que les ha sido impuesta por una sociedad que las abandona y las deja a su suerte. Dejando recaer el peso de estos cuidados, también en las mujeres que las rodean.

Aquí, la perspectiva etaria es esencial, no solo en las personas mayores sino en las mujeres de mediana edad, algo por lo que el director pasa de puntillas pero que da forma a una de las secuencias más terroríficas a nivel psicológico. Secuencia que bien podría ser leída como body horror y que recuerda a The Substance (Coralie Fargeat, 2024) y la gran Demi Moore mirándose al espejo.

En este sentido, las actuaciones de las actrices protagonistas son esenciales. Andrea Riseborough, no decepciona, y da forma a un personaje muy complejo, repleto de matices, los cuales son perfectamente representados por la actriz incluso a través de los gestos. A su lado, Brenda Blethyn también lleva a cabo un papel excepcional. La anciana protagonista que se ha quedado viuda y vive sola, y que debe afrontar su día a día con todos los dolores que la acucian, tanto físicos como psicológicos.

No obstante, este dúo no estaría completo si no fuera por la presencia de Saber, la perra que vive con Colleen. Un personaje clave que dará forma a uno de los puntos de giro más brutales de la película.

Colleen (Andrea Riseborough) y Saber. Dragonfly.
Colleen (Andrea Riseborough) y Saber. Dragonfly.

Dragonfly: si mamá tan solo tiene un hijo, ¿quién va a cuidar de ella?

La protagonista Elsie tiene un solo hijo, John, interpretado por Jason Watkins. Un personaje de reparto tanto en el elenco como en la ficción, que solo aparece para ver a su madre en contadas ocasiones. La relación afectiva del hijo con su madre se limita a contratar a diversas profesionales que van tres días por semana a asear a Elsie y dejarle la comida en el microondas. Unos cuidados fríos y totalmente desprendidos de amor que convierten la vida de la mujer en algo anodino y deprimente.

Por este motivo, cuando la vecina Colleen le hace la compra de forma desinteresada y empieza a acompañarla para tomar té en su casa, la calidez va llenando cada rincón de su casa. Y es que los cuidados no solo se limitan a que alguien te limpie la casa o te haga de comer, sino que el afecto que conllevan son una pieza esencial para tener una vida plena.

Así, como un trueque entre vecinas, Colleen cuida a Elsie mientras que, en realidad, es Elsie la que está salvando la vida de su vecina alejándola de la soledad que también protagonizaba su vida. Tan solo Saber era su única compañera de vida y, aunque el vínculo afectivo es muy fuerte, también Colleen necesitaba calor humano.

La dependencia se pone en el centro en una actualidad donde esto supone uno de los mayores problemas de nuestra sociedad. Una sociedad con un gran número de personas mayores de las que nadie quiere, o puede, hacerse cargo.

Brenda Blethyn es Elsie en Dragonfly.
Brenda Blethyn es Elsie en Dragonfly.

Dragonfly: los vínculos afectivos desde el drama al terror  

La película británica tiene unos cimientos muy potentes basados en los afectos. En esas relaciones que son tan necesarias para el ser humano pero que, desafortunadamente, muchas personas carecen de ellas. ¿Qué puede haber más terrorífico que quedarte sola sin nadie que te escuche o te acompañe en tu día a día?

En 2018 el cineasta Jason Reitman estrenó su gran película Tully. Un drama con tintes de comedia negra que, en realidad, es una magnífica película de terror. Una pieza que aborda la maternidad desde un prisma muy particular y genuino. Con ecos de esa obra, encontramos la última joya de Paul Andrew Williams. Una cinta audiovisual que con sus primeros pasos se acerca a un género cinematográfico dramático.

Al más puro estilo Lingua Franca (Isabel Sandoval, 20) o incluso Cinco Lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022), donde se pone en el centro la soledad de las mujeres y los cuidados que recaen en sus hombros. No obstante, este género cinematográfico va evolucionando al mismo tiempo que sus personajes, transitando el humor, el thriller e incluso el terror.

Esta heterogeneidad de estilos hace de la película una pieza imprescindible. La audiencia va fluctuando al mismo tiempo que las protagonistas, sufriendo en su propia piel distintos tipos de emociones. Desde el llanto al miedo, desde la frustración a la empatía. El terror que puede sentir alguien cuando vive sola se refleja de forma brillante a través de las técnicas cinematográficas aplicadas. Las emociones representadas, van escalando de forma progresiva llevando a la audiencia a una montaña rusa que hace que se revuelva el estómago en más de una ocasión.

Dragonfly, sin duda, entre las favoritas del festival

En un formato grabado en 16 mm, Paul Andrew Williams estrena una obra cinematográfica que no deja indiferente.

Su mayor virtud reside en la capacidad de atraernos hacia una atmósfera dramática donde, en primer lugar, nos sentimos cómodas. Una vez que ya estamos en nuestra confortable butaca, empatizando con las dos protagonistas, el cineasta provoca que cada vez sea más difícil mantenerse sentada sin sobresaltos. El círculo se cierra con un desenlace que nos deja con un amargo sabor de boca y un tsunami de pensamientos que nos hacen reflexionar sobre lo que hemos visto durante horas.

En definitiva, una película excepcional sobre la soledad, la dependencia y el peso de los cuidados sobre las mujeres. Temática que, además, se plantea de forma brutal para provocar que la audiencia despierte del letargo de la indiferencia.