‘Kajillionaire’: una obra completa pero distante de Miranda July
Aunque sus historias poco convencionales y su humor excéntrico podrían sugerir lo contrario a primera vista, la verdad es que siempre hay cosas profundamente pesadas en el corazón de la obra de Miranda July, conocida por películas como Yo y tú y todos los que conocemos (2005) o El Futuro (2011).
Sin duda alguna, una artista muy original que se ha ido convirtiendo en una maestra en el arte de examinar los vínculos que se producen entre las personas.
Enfocándose en cómo los individuos forjan esos vínculos en ausencia de contacto físico, qué podrían obtener de ellos, y por qué todos necesitamos de los demás de manera ineludible.
Es así como nace Kajillionaire, la que puede ser considerada la mejor y más madura película de July hasta la fecha. Una historia que profundiza en el mundo de una veinteañera a la que se le ha negado sistemáticamente cualquier forma de contacto y conexión humana sincera durante toda su vida.
Kajillionaire: Una obra que no atrapa pero que gusta
Escena por escena y minuto a minuto, la película siempre es al menos un poco interesante y diferente. Hay una extrañeza en ello, un aura de filosofía, un trasfondo de soledad y desconexión que es, al mismo tiempo, esperanzador.
Esta película es el producto de una mente artística distinta que merece estar haciendo películas. Pero lo cierto es que, a pesar de ser una gran obra, Kajillionaire carece de un elemento fundamental: conexión con el espectador.
Es fácil dejar de mirar después de 30 o 40 minutos. La película es emocional, y sin embargo sus emociones están ligadas a personajes que parecen construcciones caprichosas. Nos quedamos en el exterior y apreciamos sus grandes momentos, sin dejarnos llevar, sin sentir realmente lo que se quiere transmitir.
Aun así, es una telaraña delicada la que teje aquí, y si se quiere ser parte de Kajillionaire, sin duda alguna, vas a tener que esforzarte un poco. Pero para el paciente y los que están completamente despiertos, Kajillionaire tiene sus placeres y recompensas.