La trilogía de Nueva York 1: La ciudad de cristal
“La Trilogía de Nueva York” es obra del galardonado escritor americano Paul Auster. “La Ciudad de Cristal” constituye su primer capítulo, y no decepciona. Os invitamos a descubrir una de las obras más inteligentes y divertidas de la literatura contemporánea, una reinterpretación postmodernista del género de detectives (que también cuenta con su adaptación al cómic).
¿Qué es un paraguas? Un objeto desplegable que sirve de protección contra la lluvia. ¿Invariablemente? Sí, ¿no? Entonces, si un paraguas se rompe y deja de cumplir con su propósito, ¿sigue siendo un paraguas?
Y, ya que estamos, si un poeta deja de escribir poesía, ¿sigue siendo un poeta? ¿O es otra cosa? Y si decide llamarse Paul Auster, ¿le convierte eso automáticamente en Paul Auster?
Veremos.
El autor
Nacido en Newark, Nueva Jersey, en el año 1947, Auster es uno de los escritores contemporáneos más leídos y galardonados (así como, en mi opinión, uno de los más disfrutables). Entre sus muchos premios, cuenta con un Príncipe de Asturias a las Letras, que se le otorgó en 2006.
Con cerca de una veintena de novelas publicadas, varios poemarios, y libros de ensayos, se le considera uno de los exponentes del postmodernismo literario. Ejemplo de ello es su “Trilogía de Nueva York”, de cuya primera parte trata este artículo.
Las múltiples personas de Daniel Quinn
“La Ciudad de Cristal” es una declaración de amor a la novela negra y a la lingüística (dos de las mejores cosas del mundo, junto a la cerveza y la siesta).
Publicada en 1985, relata la historia de Daniel Quinn, un poeta de cierto prestigio cuya mujer e hijo fallecieron en un accidente de coche. Años después, la tragedia continúa hostigándolo. Su desencanto con la vida es tal que abandona la poesía, y se mantiene escribiendo novelas detectivescas bajo el pseudónimo de William Wilson.
Pues bien, una noche en concreto, Quinn recibe una misteriosa llamada. Al otro lado del aparato, una voz desconocida pregunta por Paul Auster, un investigador privado de la agencia de detectives Auster. Quinn responde a la persona que se ha equivocado de número, y cuelga sin darle mayor importancia al asunto. Sin embargo, el mismo incidente vuelve a repetirse dos veces más.
A la tercera llamada, Quinn responde haciéndose pasar por Paul Auster, movido por la curiosidad. Fingiendo ser un detective, concierta una cita con la voz del teléfono. Quinn acude en su papel de Auster, investigador privado, y conoce a Peter Stillmann y a su esposa, Virginia.
Los dos Stillmann
Peter se expresa de forma extraña, utilizando un léxico y una sintaxis extremadamente confusa. Con ayuda de Virginia, Quinn va atando cabos: Peter es el hijo de un lingüista del mismo nombre, Peter Stillmann. Siendo apenas un niño, su padre le encerró en una habitación durante largo tiempo, sometiéndole a un cruel experimento basado en sus estrafalarias teorías referentes al lenguaje, su función, y su origen. Cuando la casa en que vivían sufrió un incendio, las autoridades competentes encontraron al pequeño Peter encerrado, y enviaron a su padre a la cárcel.
Pues bien, pasaron los años y el viejo cumplió su condena, quedando libre. Ahora temen que vuelva para vengarse de Peter, motivo por el cual tenían intención de contactar con Auster, el detective.
Una vez conoce esta historia, Quinn experimenta una sensación de propósito como no lo ha hecho desde la muerte de su familia. Animado por esto, decide continuar con la pantomima y aceptar el caso: buscará a Peter Stillmann padre, e intentará averiguar sus planes con respecto a su hijo.
Esto le llevará a través de lo que parece un laberinto sin salida, un misterio más intrincado que el de cualquiera de sus novelas. ¿Logrará descifrarlo? ¿Y a qué precio?
Breve análisis
“La Ciudad de Cristal” contiene todos los elementos típicos de la novela negra, pero trasciende a su género.
Intrigante y enrevesada, nos habla acerca de los extremos a los que somos capaces de llegar las personas para encontrar motivaciones vitales. Igualmente, explora nuestro concepto de la propia identidad. Haciendo un juego de palabras con la pronunciación de “private eye” (“investigador privado”, en inglés), Paul Auster reflexiona acerca del “yo”, sirviéndose de un personaje que simula ser un detective que se llama igual que él.
El autor, además, se incluye a sí mismo en la narración, también como escritor, realizando un ejercicio metaliterario, difuminando los límites de la realidad y la ficción. Otro rasgo postmodernista de “La Ciudad de Cristal” son sus múltiples paralelismos con otras obras. Daniel Quinn comparte sus iniciales con “Don Quijote”, por ejemplo, así como su obsesión por un género literario en concreto, que le hace pasarse por quien no es y embarcarse en una aventura que amenaza con costarle su sano juicio. Del mismo modo, la novela está repleta de referencias al mito bíblico de la Torre de Babel, comentando acerca del lenguaje en sí mismo y su cualidad mutable y transformativa.
También cabe destacar el papel del narrador. Este, que no es Quinn, ni Paul Auster, ni ningún otro personaje, juega a menudo con el lector, confundiéndole a posta, no sin cierta rechifla.
Todo esto hace que el libro resulte, en ocasiones, complicado de leer. Sin embargo, el ingenio de Auster es tan agudo, y el misterio planteado intriga tanto, que compensa el esfuerzo, y gana en posteriores relecturas.
Adaptación al cómic, y traducción
Nueve años después de su lanzamiento en prosa, Art Spiegelman (autor de “Maus” y amigo personal de Auster) encabezó un proyecto para adaptarlo al cómic. Bajo su batuta, Paul Karasik se encargó de elaborar el guión. El aspecto gráfico corrió a cargo de uno de mis dibujantes favoritos: David Mazzucchelli (coautor de “Daredevil Born Again“, entre otros, y “Batman: Año Uno”).
El cómic es un calco de la novela, pero provisto de las ventajas que ofrece su propio lenguaje. El dibujo sirve como apoyo para entender algunos de los conceptos y temas tratados en la historia. De modo que las dos versiones pueden disfrutarse tanto por separado como en conjunto.
“La Trilogía de Nueva York” fue traducida al castellano y publicada en un solo volumen por “Anagrama”, e incluida en su colección “Panorama de Narrativas”, en 1996. Posteriormente, fue lanzada una edición de bolsillo en “Compactos”. En cuanto al cómic, se publicó en español en 1997 por La Cúpula y en 2005, por Anagrama.