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Atlántida Film Fest 2022: ‘La colina donde rugen las leonas’: gritar hasta quedarte sin voz

La actriz franco-kosovar Luàna Bajrami debuta como directora en Atlántida Film Fest 2022 con La colina donde rugen las leonas. Desde el 24 de julio al 24 de agosto, también disponible en el festival online en FILMIN. La joven cineasta presenta un relato crudo y al mismo tiempo liberador sobre la situación de las mujeres en Kosovo. No obstante, tiñe los aspectos más duros con un halo de sororidad y ansia de libertad hermoso y simbólico.

La directora debutante aborda un contexto conocido de primera mano. Dado que ella misma nació y pasó su adolescencia en Kosovo. Aportando así unos tintes autobiográficos que son habitual encontrar en óperas primas de este estilo cinematográfico. Como ya hizo en su día, por ejemplo, la brillante Carla Simón con su Verano 1993 (2017).

En la primera cinta de la directora franco-kosovar, se esboza un relato de tres jóvenes que quieren escapar de su hastío vital. En un pueblo de Kosovo donde su mayor exponente de libertad de expresión lo encuentran al subir a la colina y rugir como leonas que desean correr lo más lejos posible.

La colina donde rugen las leonas.
La colina donde rugen las leonas.

Tal y como afirma la periodista Marta Moreno en El Salto Diario, las mujeres que viven en Los Balcanes de Occidente viven todavía en un contexto donde la historia permea cada aspecto social. A pesar de los cambios políticos que acontecieron dichos países tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, los valores tradicionales del patriarcado continúan arraigados en la sociedad.

Un ejemplo paradigmático es la existencia del Kanun en países como Albania y Kosovo. Esto es “una colección de leyes consuetudinarias que rigió todos los aspectos de la vida en las comunidades albanesas durante siglos, y todavía está arraigado en la psique de gran parte de la comunidad. Bajo estas directrices, las mujeres eran consideradas una propiedad cuyo papel en la vida se limitaba a producir hijos”, informa Marta Moreno Guerrero.

En la película de Luána Bajrami no se hacen menciones explícitas a dichas situaciones políticas. Sin embargo, estas son perfectamente mostradas a través de los hechos particulares que las protagonistas atraviesan.

La ópera prima de Luána Bajrami en la Sección Oficial del Atlántida Film Fest 2022

La joven actriz Luána Bajrami destaca por su actuación en Retrato de una mujer en llamas (2019). Una de las películas más exquisitas de la directora francesa Céline Sciamma. En este filme, la actriz encarnaba el rol del puente narrativo hacia la sororidad entre las otras dos mujeres. También protagonista de una de las temáticas sociales abordadas con una gran connotación reivindicativa como es el derecho al aborto.

Con este precedente, la actriz se estrena como cineasta sin decepcionar. Haciendo incluso un pequeño papel –imprescindible-, dentro de La colina donde rugen las leonas. En este caso, el puente narrativo que personifica su personaje hace referencia a la interculturalidad europea. A ese grupo de personas que fueron expatriadas desde los Balcanes hacia otros países por las situaciones de guerra.

Una incursión tan sutil como excelsa. Donde incluso se menciona al escritor francés Zola. El cual se tuvo que exiliar a Londres por sus escritos reivindicativos y en contra del Gobierno francés. Una pincelada tan anecdótica como clave para dar forma a la narrativa construida y su férreo subtexto.

La colina donde rugen las leonas en Atlántida Film Fest 2022.
La colina donde rugen las leonas en Atlántida Film Fest 2022.

Con esta mención a la literatura, junto a la Universidad que también aparece implicada en la trama, se dibuja un claro alegato hacia el conocimiento como vía de escape. Escapar de una realidad que ahoga, particularmente a las mujeres.

Un marco sociocultural asfixiante como aquel utilizado en los planos de La colina donde rugen las leonas. Dando forma a un cuadro cinematográfico que enmarca un plano donde falta el aire. Una elección perfectamente sopesada y llevada a cabo. Transmitiendo así la misma sensación que las protagonistas experimentan en su propia piel.

Para la consecución de esto es imprescindible el trabajo del también debutante Hugo Paturel en la dirección de fotografía. Dando forma a siluetas perfectamente contrastadas. Junto a la cineasta, forman un equipo extraordinario. Incluso construyendo planos que bien se ven reflejados en las hermosas composiciones del gran Jia Zhangke en Naturaleza muerta (2006).

La colina donde rugen las leonas: donde la sororidad es la piedra angular

La soberbia actriz Flaka Latifi es Qe. Una joven decidida y madura que tiene una gran seguridad en sí misma y su forma de ser. Que habla sin tapujos y explicita todo lo que piensa sin dudarlo un instante. Junto a ella, Li es interpretada por Era Balaj y Jeta por Urate Shabani. Un trío excepcional compuesto por personalidades diversas pero que encaja a la perfección.

Este argumento ya ha recibido comparaciones con grandes películas de las que bebe como Mustang (Deniz Gamze Ergüveno, 2015) en el contexto de Turquía, o Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999) en Estados Unidos. Relatos muy diferentes pero que se anclan en la misma idea del grupo de mujeres que reivindica una libertad que todavía no tienen.

Las tres actrices, y a su vez los personajes, del filme franco-kosovar La colina donde rugen las leonas, ruedan sin dificultad. Funcionando como los engranajes esenciales para que el motor de La colina donde rugen las leonas avance y se mantenga a la misma altura durante todo el largometraje.

Respecto al ritmo, este va transformándose conforma va evolucionando la trama. Componiendo un carrusel de emociones inexorable. Posible también gracias a la selección de música extradiegética utilizada. Con ella, también se transmite cada sensación y emoción que las protagonistas experimentan. Desde la angustia hasta el aburrimiento. De la euforia a la libertad.

Una manada de leonas sobre la colina. Filmin.
Una manada de leonas sobre la colina.

Como piedra angular de toda la trama se encuentra el concepto de sororidad. Este concepto con connotación feminista se traduce del término sisterhood acuñado por la feminista Kate Millet en la segunda ola del movimiento.

La mexicana feminista Marcela Lagarde lo tradujo al español. En el movimiento feminista, la idea de sororidad hace referencia a ese colectivo de mujeres que crece y se desarrolla en red dentro del propio movimiento. La solidaridad, la empatía y acercamiento a otras mujeres, desde una perspectiva interseccional. Mirarse entre ellas, mirarnos entre nosotras, y compartir cada circunstancia sufrida y vivida sin juicios. Dando la mano a toda aquella que la necesite para gritar sobre la colina juntas, como una manada de leonas.  

La colina donde rugen las leonas: Gritar hasta quedarte sin voz…y bailar, bailar hasta que duelan los pies

Al inicio del filme, una de las protagonistas llega a la colina donde sus dos amigas la esperan. Al llegar, se sitúa delante de ellas y con sus manos hace un gesto que simboliza una cámara de fotos. En su imaginación, las tres son protagonistas de una sesión de fotografías donde dos de ellas posan, y la tercera lleva la cámara. Una representación simbólica extraordinaria que sienta el precedente de una película deliciosa. Donde soñar e imaginar es la única vía de escape a la realidad más insoportable.

Respecto a este simbolismo y la forma de narrar, la cineasta lleva a cabo en La colina donde rugen las leonas, una exposición de la perspectiva de género muy cuidada. No solo en la historia narrada, sino en los planos seleccionados para visualizarla.

La trama no está exenta de situaciones violentas y totalmente intolerables. Pero la directora no muestra ni se recrea en dicha violencia. Sino que, por el contrario, compone unos planos exquisitos donde esta se oculta o difumina sin dejar de contarla. En este sentido, se resuelve de forma impecable una problemática muy común relacionada con la forma de narrar la violencia con perspectiva de género.

La colina donde rugen las leonas

Porque lo relevante de La colina donde rugen las leonas es esa sensación de asfixia y necesidad de gritar. Pero no solo gritar, sino bailar, correr, chapotear, amar. Acciones que suenan triviales, pero que, para ciertos colectivos en ciertos lugares, siguen siendo privilegios a los que no todo el mundo puede acceder. Y en particular, las mujeres. Aquellas que no pueden elegir o que, cuando eligen, lo hacen condicionadas por el marco sociocultural que las engulle.

Pero no dejaremos de gritar, hasta quedarnos sin voz. Ni tampoco cesaremos de bailar, hasta que nos duelan los pies.