‘La peste’ fue antes y Albert Camus ya se preguntaba lo mismo

Esta inesperada pandemia ha conseguido que muchos lectores relean o hagan su primera lectura de La peste. Hemos sabido interpretar el terror de esta gran amenaza en forma de virus que ha llegado sin más. Acelerando nuestro miedo, buscando recursos para afrontar el largo exilio que nos ha tocado vivir en soledad.

¿Seremos mejor personas después de la pandemia? ¿Sabremos dar prioridad a lo realmente importante, por encima de trivialidades superfluas que no nos llevan a ningún sitio? ¿Sabremos entender la vida como lo que es, un simple camino hacia el progreso común como ser individual?

Durante el largo periodo de confinamiento, me he cansado de leer estas preguntas en redes sociales, prensa escrita, blogs, etc… pero pasado el tiempo, tristemente, poco o nada queda de esa intención que se oculta entre tantas preguntas. Seguimos igual, nada ha cambiado.

La peste, de Albert Camus

Bien por referencias, bien de oídas o por noticias aparecidas en distintos medios, Albert Camus y su obra La peste, ha salido a nuestro encuentro (nuevamente) para, doblegar ese miedo interno y guiarnos por otra forma de entender la enfermedad y la muerte. Pero, ante todo, hacernos reflexionar sobre el modelo a seguir, para demostrarnos nuestro progreso como personas. Nuestra impresión sobre el mundo. La necesidad de convivir con responsabilidad individual y engrandeciendo las emociones.

Albert Camus, novelista y filósofo argelino (1913-1960) con La peste, publicada en 1947, pone de manifiesto la facultad del “yo” y su importancia “superlativa”. Si bien, la grandeza y el éxito del ser humano, tan solo reside en su capacidad de amar, no a la propia ambición personal.

Aquí es donde la notoriedad de nuestros miedos interiores nos lleva a la supervivencia, la soledad,  la esperanza o el propio fracaso. Porque se hace necesario decidir en qué lugar y de qué manera afrontar nuestros miedos. Pero La peste, también nos desnuda y nos muestra el egoísmo del hombre y su recurrente intento por situarse siempre por encima del resto.

Como dije anteriormente, durante esta cuarentena, muchos de nosotros y, en más de una ocasión, hemos pensado ¿servirá de algo vernos tan pequeños ante el mundo y aterrados por las amenazas exteriores, para ser mejor personas? Y ahora me pregunto, ¿qué hemos hecho para intentar lograrlo? Quizá tengamos que volver a leer de nuevo La Peste. Una y otra vez, como un bucle sin fin. Al fin y al cabo, el libro merece la pena.