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‘Orlando’, de Sally Potter a Paul B. Preciado: la transgresora novela de Virginia Woolf que perdura en el tiempo a través del cine

La pionera feminista Virginia Woolf escribió en 1928 la novela Orlando: una biografía. Una historia muy adelantada a su tiempo que narra el viaje en el tiempo de un hombre, que poco a poco va dando forma a su identidad como mujer. Uno de los primeros relatos sobre el colectivo trans, sin nombrarlo, que en 1992 Sally Potter adaptó al cine, y en la actualidad Paul B. Preciado lo vuelve a reconstruir en un documental rompedor.

Póster de, Orlando.
Póster de, Orlando.
Póster de Orlando, ma biographie politique.
Póster de Orlando, ma biographie politique.

Al comienzo de la novela Virginia Woolf escribe – y Sally Potter recupera en su película -: “He – for there could be no doubt of his sex, though the fashion of the time did something to disguise it(“Él – porque no cabía duda sobre su sexo, aunque la moda de la época hizo algo para disimularlo –”). En la película de 1992, Sally Potter también añade una breve reflexión sobre su aspecto andrógino y “femenino” para la época, siendo esto motivo para su soledad y ostracismo en la sociedad. Un ejemplo de persona queer que desde el siglo XVII ya era rechazado por el simple hecho de ser diferente a lo establecido por la heteronorma.

Pero lo más genuino de este relato es la forma de estructurar la narrativa. Virginia Woolf, como brillante escritora que era, redactó una historia hermosa que hablaba sobre las distintas épocas a través de esa mirada diacrónica que se va alejando hacia una perspectiva más amplia para concluir ¿acaso por el simple hecho de ser asignado como un hombre al nacer, significa que realmente lo eres?

Un cuestionamiento sobre la identidad de género que representa en la literatura, y posteriormente en pantalla en manos de Sally Potter, una de las primeras historias sobre un tránsito real de una persona trans, ese viaje íntimo e introspectivo en busca de su identidad real. Para ello, además, Potter escoge a la sobresaliente Tilda Swinton para el papel.

Este presente año 2023, el autor y filósofo español Paul B. Preciado ha presentado en la sección Encounters de la Berlinale su primer debut en el cine con el documental Orlando, ma biographie politique, con el que ha sido premiado con una Mención Especial y donde reconstruye la historia de Orlando. Y es que esta obra es icónica para el colectivo trans, un referente en el tiempo cuya mirada contemporánea de Paul B. Preciado es imprescindible para trasladarla a la actualidad y reinventarla.

Orlando: la directora Sally Potter traslada al cine de forma brillante la novela de Virginia Woolf

La cineasta británica Sally Potter tuvo su debut en 1983 con The Gold Diggers. Posteriormente, es con su segunda película con la cual irrumpe de forma imparable en el panorama audiovisual. Orlando (1992), adaptación de la novela de Virginia Woolf de 1928, se traslada a la pantalla en manos de la directora británica, y en la piel de la aclamada actriz Tilda Swinton.

La directora de películas como The Party (2017), con alegatos feministas y reivindicativos a todo nivel social, ya dio sus primeros pasos hacia el progreso con su adaptación de Orlando, una película que narra su vida desde el periodo isabelino hasta los comienzos del siglo XX. Un viaje en el tiempo transformador, donde el personaje va reconstruyéndose a lo largo de la historia hasta poder ser reconocida con su identidad real.

Un acto poético de performatividad, que diría Judith Butler, brutal. Donde las acciones performativas como la vestimenta, la forma de hablar y moverse, se convierten en los gestos de rebeldía más transgresores del personaje de Orlando. Tilda Swinton lleva a cabo un papel incuestionablemente extraordinario encarnando a su personaje.  

Tilda Swinton es Orlando.
Tilda Swinton es Orlando.

Orlando: el “tránsito” de las personas trans retratado de forma excepcional ya desde la primera ola feminista

La secuencia clave que funciona como punto de inflexión en la película es cuando Orlando despierta en otro tiempo, y cuando se mira al espejo se encuentra con un cuerpo normativamente femenino. Es entonces cuando articula: “Misma persona. No hay ninguna diferencia. Solo diferente sexo”.

A través de este viaje en el tiempo, Orlando encarna el concepto de tránsito que años después esbozaron R. L. Platero y Meri Torras, frente a la idea de transición que se haya arraigada en narrativas médicas y biológicas. Más allá de pensar en la transición de una persona trans como aquella que lleva a cabo una cirugía genital o transformación corporal para encajar en las normas de su género, se habla en el ámbito activista del concepto “tránsito”. Con este término se hace referencia a la búsqueda del reconocimiento social de su identidad de género, cuestionando que haya que llegar a cierta meta o tener cierta corporalidad normativa para ser considerada de un género u otro.

El tránsito de Orlando encaja a la perfección en esta idea, donde ella viaja a través del tiempo, sorteando todo tipo de límites sociales impuestos. El contexto de la cinta conlleva desde el período isabelino hasta la época moderna de principios del siglo XX, pasando por el período victoriano. Una mirada diacrónica hacia la evolución de las normas de género, que tiene como colofón la escisión audiovisual contemporánea de Paul B. Preciado, el cual recupera a Orlando para narrar la historia de miles de Orlandos, del colectivo trans.

Orlando.

Orlando: un diálogo diacrónico transgresor a lo largo del tiempo, desde Virginia Woolf a Paul B. Preciado

La forma más sencilla de llegar a entender lo que una persona puede sentir o pensar es mirar el mundo a través de su mirada. Orlando (1992) es precisamente eso. Un cambio de mirada excelso donde la audiencia, al mismo tiempo que el personaje, va acogiendo la mirada de una persona alejada de las normas sexuales, la mirada de una persona cuya identidad no encaja. En la propia película, cuando Orlando finalmente es presentada como mujer, le piden que pase como incógnito para poder vivir en la sociedad que le ha tocado. Es decir, le piden que sea invisible para poder existir.  

Pero Orlando es precisamente todo lo contrario. Es hacer visible diferentes sujetos y corporalidades a lo largo de la historia. Es hacer visible al colectivo trans, incluso sin nombrarlo. Un hermoso diálogo entre textos que viaja desde la época de la primera ola feminista de Virginia Woolf hasta el presente de Paul B. Preciado. La evolución queer e intertextual más hermosa, que en manos de la directora Sally Potter brilló de forma inexorable.

Mientras Tilda Swinton atraviesa el laberinto tratando de escapar a las normas impuestas, el tiempo pasa y ella evoluciona. Con exquisitas referencias incluso a Silvia Plath y su reflexión sobre la naturaleza en su texto Soy vertical, pero preferiría ser horizontal (1960). Poética analogía que, aplicable a Orlando, podría referirse a esa ampliación de la mirada, cambio de perspectiva y vuelta al mundo que transforma y reconstruye la manera de mirar y reconocer. Porque tal y como la propia Orlando declara al final de la película: “Ella ha cambiado. Ya no está atrapada por el destino. Y desde que dejó ir el pasado, encontró que su vida estaba comenzando“.

Nos ha llevado miles de años llegar al punto en el que estamos pero, afortunadamente, la mirada actual que brindamos al pasado es una diacrónica y fundamental para la transformación de un presente más inclusivo, que nos haga seguir avanzando hacia un futuro mejor.