Las cartas de Virginia Woolf a las mujeres de su vida
Qué decir de Virginia Woolf que no se haya dicho ya. Quizá que, además de sus facetas como novelista, crítica, editora y ensayista, también paseó su enorme talento literario por soportes más cotidianos como los diarios y las cartas. Entre esta correspondencia, encontramos cartas a las mujeres que, de alguna u otra manera, la acompañaron a lo largo de su vida. El género epistolar ha sido a lo largo de los siglos refugio y desahogo para muchas mujeres instruidas. Un género que ha pertenecido siempre a la mujer, que lo ha cultivado y elevado a su máxima expresión.
La escritora, editora y feminista británica Virginia Woolf también encontró en las misivas una vía de escape y expresión social. Algunas de sus cartas, seleccionadas por Nora Catelli y traducidas por Susana Constante, se reúnen en una nueva e interesante selección que se publica en el libro Cartas a mujeres, de Editorial Trampa.
Virginia Woolf: desde Bloomsbury al mundo
Virginia Woolf (Adeline Virginia Stephen) está considerada como una de las creadoras de la novela moderna. De hecho, es sin lugar a dudas una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX. Nació en 1882 y tubo la suerte de vivir rodeada de un entorno artístico, literario e intelectual. Recibió una rica educación a cargo de sus padres, lo que le permitió desarrollar y alimentar sus inquietudes culturales.
Sin embargo y a pesar de tener una situación privilegiada como mujer en aquella época, su vida estuvo marcada por la pérdida y por prolongadas y recurrentes crisis psíquicas. Su madre murió en 1895 y su padre en 1904. Esta situación provocó que los cuatro hermanos Stephen se mudasen a una casa en el barrio londinense de Bloomsbury. Un espacio que se convirtió en un lugar de reunión habitual del conocido Círculo de Bloomsbury formado por pintores, pensadores e intelectuales de la época.
En 1912 se casó con Leonard Woolf, intelectual socialista, de quien tomaría su apellido. Woolf destacó como crítica y ensayista. Fue, además, una de las pensadoras fundamentales del feminismo tras el gran movimiento sufragista. Sus reflexiones acerca de la independencia económica de la mujer, la identidad femenina, las relaciones de la mujer con el arte y su papel en la sociedad, han impactado a lo largo de las décadas y llegan hasta nuestros días con total vigencia.
Las cartas de Virginia Woolf tras sus estancias en la locura
A lo largo de los últimos años se han reunido las cartas de Woolf (W) en numerosas obras; muchas de ellas tratando de encontrar un sentido y publicándolas bajo diferentes paraguas (correspondencia familiar, literaria o amorosa).
Según las palabras de Nora Catelli, quien seleccionada, revisa y prologa esta reciente reunión de cartas: “las corresponsales que elegí no componen una comunidad, pero al combinarlas en la selección se advierte que se convierten, en las alusiones u observaciones de W, en una trama. Sus retratos viajan de una a otra; entre la burla y la maledicencia, entre el reproche y el amor solicitado o declarado. Y esa trama es una red con una función: a ella se arroja W en sus retornos al mundo, en el que transcurrió, salvo las pautadas y prolongadas estancias en la locura, su vida”.
Fue en la cordura, en esos momentos de vigilia mundana, cuando Virginia Woolf creó esta comunidad por correspondencia formada por mujeres de diferentes entornos y épocas de su vida.
Las corresponsales de Woolf
Entre ellas encontramos de forma destacada a Violet Dickinson, tutora en su juventud, cuidadora en sus convalescencias y primer amor. También está su hermana Vanessa Stephen, quien fue una de sus máximas confidentes. Tampoco podemos obviar la presencia de Victoria Ocampo, la escritora argentina y fundadora de la revista y editorial Sur, quien publicó en su editorial la traducción que Jorge Luis Borges hizo al español de Un cuarto propio en 1936.
A estas tres corresponsales se suman Katherine Mansfield, considerada una de las mejores escritoras en inglés de principios del siglo XX, quien mantuvo una compleja relación de cierta rivalidad y egos literarios encontrados con Woolf. Se conservan únicamente dos cartas entre ellas, pero las referencias a Mansfield son numerosas en otras cartas de W. Las aristócratas Ethel Smyth, sufragista y compositora (fue la primera mujer en estrenar una ópera en Nueva York); y Vita Sackville-West, novelista y poeta, con quien W mantuvo una apasionada relación, completan esta excepcional selección.
Todo lo que hay que leer de W
Queremos leerlo todo, todo, pero vayamos por partes… La primera novela de Virginia Woolf fue Fin de viaje (1915). En 1922 entraría en su etapa más vanguardista y prolífica con títulos como: Al faro; Orlando; La señora Dalloway o Las olas. Antes de suicidarse en marzo de 1941, Woolf dejó terminada, pero sin revisar, la novela Entreactos, además del enigmático ensayo Anon.
Si te apetece zambullirte más en su figura, Nora Catelli recomienda algunas de sus biografías en las que se utilizan fragmentos de diarios y cartas. En 1972 apareció su primera biografía con cartas a manos de su sobrino Quentin y traducida al castellano por Marta Pessarrodona. En 1984, Lyndall Gordon publicó Virginia Woolf. Vida de una escritora que tiene dos ediciones en castellano. Pronto, Olivia de Miguel publicará una traducción completa de sus diarios a través de la Editorial Tres Hermanas.
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