Tamara Kamenszain: la poeta del hoy áun estaba viva hace un mes
Viva sigue la pregunta: ¿poeta o poetisa?
Escribir es un acto subversivo, una crítica a la existencia. Es confesar que anhelamos otros mundos, otros seres y otras vidas.
Octavio Libreros
Murió con 74 años este 28 de julio de 2021, Tamara Kamenszain, nacida en Buenos Aires en 1947, y no de males contemporáneos como un coronavirus o el frenesí suicida del ennui de las cuarentenas, sino de algo mucho más clásico como el cáncer.
Pero no murió como mujer provecta, vestigio de otras épocas, y si me apuráis, como todos los poetas que conocen su oficio, realmente casi que no lo hizo tampoco.
Poeta laureada en varias ocasiones. Del neobarroco latino, periodista, ensayista, fundadora de la Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes, siempre experimental y vanguardista. En el momento de cerrar los ojos resucitó y no hizo falta que fuese al tercer día todo su legado. Ya estaba ella prevenida, con su aguda y presciente sabiduría vital, de qué era esto de la muerte. Que memento mori, a todos nos toca; pero no a todos de igual manera.
¿Ya hablé de la muerte?
¿Ya hablé de la muerte?/ murió mi hermano/ murieron mis padres/ murió el padre de mis hijos/ tantos amigos murieron/ y dije y digo que no están más./ ¿Eso es hablar de la muerte?
(…)
Plegarse con otros al paso del tiempo/ es un deporte literario:/ “La muerte y la vida estaban/ En un cuaderno a rayas”.
Descubriendo a Kamenszain
Para quienes no la conocieron antes, es un buen momento de acercarse a este juego de cadáveres exquisitos que surge a la muerte de todo escritor o poeta que ha significado algo.
Una esquela lleva a una reseña, una reseña a su último libro (en este caso nacido hace solo un mes), y un perfecto compendio de su obra y personalidad, siempre atenta a lo contemporáneo y a las nuevas generaciones.
Su último libro, Chicas en Tiempos Suspendidos es una obra de nuestro tiempo. Usa la técnica que la caracteriza desde su obra en prosa El Libro de Tamar, el poema-ensayo, para analizar la realidad a través de la rima.
Consiguiendo también establecer, en la mayor síntesis de palabras posible, una crítica inteligente y afilada que abre heridas de viejos agravios y arroja a la palestra interesantes debates, de esos que llevan visos de no ir a morir en bastante tiempo.
Escrito durante el 2020, hay poemas que reflejan incluso el período de la cuarentena, pero el libro es sobre todo una pequeña joya-homenaje en el que recorre la historia, las historias, de la mujer en tanto a mujer como a poeta. En el pasado y en nuestros tiempos. Analizando su posición en el trapecio de la vida y del debate académico.
Poetisas de renombre y algunas de trágico destino, desde Alfonsina Storni o Amelia Biagioni a Cecilia Pavón, encuentran tanto homenaje, siendo invocadas desde el recuerdo, como algo de crítica. Un gran punto de partida para descubrirla.
Y continuando el juego, este libro póstumo, si gusta, si lo descubrimos como un faro de frescura en medio del academicismo y los temas esperados a los que la poetisa esta condenada (espectacular su capacidad irónica al respecto en su obra), lleva a todos los demás libros. O bien los podéis descubrir en el orden que gustéis, desde la poesía al ensayo:
El eco de mi madre, El libro de los Divanes, La novela de la Poesía, el Libro de Tamar, entre otros. Todos exhibiciones de íntegra inteligencia tan bonaerense y tan universal a la vez, de fina ironía y de un arte que hace ameno el debate más sangrante o la realidad más dura.
Muere la poeta, la dialéctica no
Pero lo más interesante de su obra es esa visión que ensaya verdades y analiza el pasado y el presente desde un punto de vista totalmente actual.
A ejemplo uno de sus últimos poemas, un debate recogido que no tiene nada de nuevo, pero con el que ahora nos tropezamos como si acabara de inventarse. El papel del lenguaje en la generación de a menudo tristes realidades. Como guardián de dura bota cuando se siente en el cuello que nos dice con una sonrisa amable que en realidad, solo está cumpliendo su trabajo.
Es debate viejo entre poetas a las que quisieron diferenciar como poetisas ¿ Por qué era necesaria la diferencia, se preguntan? Más sangrante y evidente el uso diferenciador del lenguaje. “Pongámonos todos en nuestro lugar”, las cosas claras.
Cuando por una vez la casualidad dicta que el sustantivo para un poeta masculino sea poeta con terminación femenina. Naturalmente el término poetisa sonaba a tongo, olía cuerno quemado, y es amplia la lucha de muchas para escapar de los temas esperados. Del suicidio romántico, de la locura de los viernes por la mañana día si día no, de ser poetas con apellidos y no Alfonsina, o Alejandra, o Cecilia. Que total, para las que hay ya nos entendemos.
La postrer sonrisa irónica
Ella en un último acto de trueque irónico reconcilia el término poetisa para traer a la vida y a un término de conciliación a las antiguas poetas, que no eran malas poetas, y vuelve a poner sobre la mesa el viejo debate. O no tan viejo, el del lenguaje inclusivo o el de cuan “neutral” es la posición neutral de la R.A.E. O de la vieja guardia:
La palabra femicidio
La palabra femicidio/ no la teníamos/
la palabra muso/ no la teníamos/
la palabra vata/ no la queremos./
Pero la palabra poetisa sí/ aunque nos avergonzaba.
Yo no soy poetisa soy poeta/ me dije una y mil veces a mí misma/
a los 20 años/ no soy Tamara soy Kamenszain/
me quejé siempre que alguien por escrito/
aludía a mi obra llamándome por el nombre.
Cuando las poetisas uruguayas ya eran puro nombre/
cuando en Argentina no había divorcio/
cuando en Argentina todavía ni hay aborto legal/ Uruguay pequeño paraíso vintage/
se sigue adelantando a nosotras/porque las poetisas con nombre son/
Jóvenes viejas que si las leemos a nuevo/ nos guiñarán el ojo más actual/
para que la poesía de amor/ renazca como renace/en unos versos de Cecilia Pavón/ que dicen: “cuando voy en el colectivo, exnovio,/ qué lindo es recordarte”.
Alfonsina volvió ex al suyo/ en una operación tan coloquial/
que anticipo a Pavón mientras escandalizaba/la sobriedad borgiana:
“si él llama nuevamente por teléfono/ le dices que no insista, que he salido”/
escribió con un pie en el mar/ porque parece ser que lo que empieza como poesía/
está destinado a terminar como novela.
De Chicas en tiempos suspendidos, 2021
Ahora Kamenszain deja un Parnaso para llegar a otro, sí, pero nos deja todo aquello que anotó en un cuaderno de rayas. Pensamiento rico y en estado puro, ironía amable y tan afilada que algún dedo o algún pensamiento sin querer aún hará sangrar cuando lo corte su papel al ir a coger la página.
Que la tierra le sea leve, y que sus semillas sean fecundas y floridas. Perdemos un gran intelecto, pero nos queda su obra.
Para una poeta, ¿eso es hablar de la muerte?