‘Velvet Goldmine’, un viaje en cohete hacia el sol
Un viaje en cohete sobre Venus hacia el Sol, presentado por Todd Haynes, con un reparto estelar y una banda sonora que encantará a cualquier aficionado al rock o a la música en general. “Velvet Goldmine”, una mina de oro, sin duda, con las paredes de terciopelo, y un misterio por descifrar.
Perfecta y venenosa
Pocas cosas me han volado tanto la cabeza como esta película.
Me explico: en 2005 estaba yo empezando la universidad (imagináoslo, no había ni Whatsapp) e iba por ahí con una media melena alisada y sombra de ojos, creyéndome Brian Molko, quizá, o la chica de “Suede”. Entonces conocí a un sabio de 23 años, pelo grasiento y barba rala, que me cogió afecto pese a mis inseguridades y mal gusto al vestir. Me dijo «¿Has escuchado a Syd Barrett, chaval? ¿Y a Marc Bolan? ¿Y a la “Velvet Underground”?». «Déjate de mierdas y ponte “Velvet Goldmine”».
Así que eso hice, y descubrí una de mis películas favoritas. Dirigida por Todd Haynes y producida por (entre otros) el mismísimo Michael Stipe (de “R.E.M.”).
“Velvet Goldmine” sigue los pasos de Maxwell Demon, un trasunto de David Bowie en su etapa de “Ziggy Stardust & the Spiders from Mars”.
Aunque se trata de ficción, la cinta hace un resumen del ascenso y la caída del glam rock, movimiento musical iniciado en el Reino Unido y que imbuyó de teatralidad y actitud al rock and roll. El glam arraigó como una planta carnívora, mortal y exótica, de vivos colores, cuya fragancia invitaba al exceso y la experimentación sexual. Y todo ello con una suerte de violencia poética, chabacana y sofisticada a un mismo tiempo.
«Oh, you pretty things», cantó David Bowie, dirigiéndose a una nueva generación, con su atuendo espacial, «Don’t you know you’re driving your Mamas and Papas insane?».
Tras los pasos del Demonio
“Velvet Goldmine” se estrenó en 1998 y cuenta la historia de Arthur Stuart (interpretado por Christian Bale), un periodista inglés que trabaja en un periódico norteamericano al que se le encarga un artículo sobre Brian Slade (Jonathan Rhys Meyers). Slade saltó a la fama como Maxwell Demon, su álter ego musical, hasta fingir su propia muerte en lo alto de un escenario y no volver a dejarse ver en púbico.
La historia discurre entre dos líneas temporales: el presente de Stuart mientras recaba todos los datos posibles acerca del antiguo ídolo musical, y las memorias de su propio pasado en Londres como fanático del glam. En el camino se va encontrando con distintas personas de la industria de la música que estuvieron en contacto con Slade. Entre ellas destaca Mandy, su exmujer (encarnada por Toni Collette), así como Curt Wilde (Ewan McGregor), el líder de la banda de proto-punk “Wylde Ratttz”.
La película es una crónica estridente y colorida que solo puede ser escuchada a todo volumen, un reflejo de la escena musical de la época sin tapujos que ruborizará a más de uno. Además, en ningún momento cae en la tentación de ser un videoclip de dos horas. La trama está perfectamente bien hilada, y la intriga con respecto al devenir de Slade (y su misteriosa desaparición) se mantiene hasta el final.
«El mundo ha cambiado porque estás hecho de oro y marfil», le dice Wild en un momento deliberadamente surreal de la cinta, citando del “Retrato de Dorian Grey”, «la curva de tus labios reescribe la Historia».
Bowie y sus arañas marcianas
Como dejé entrever antes, “Velvet Goldmine” está basada, en gran medida, en la trayectoria de David Bowie a principios de los 70. El propio título, de hecho, está sacado de una cara B del disco “The Rise & Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” (un absoluto pepino, por si alguien no lo ha escuchado). Del mismo modo, Curt Wilde podría considerarse como una mezcla entre Iggy Pop y Lou Reed.
En un principio, David Bowie se mostró en contra de la realización del film, negándose a ceder los derechos de ninguna de sus canciones. Un año después de estrenarse, sin embargo, firmó la paz con el mismo saliendo a cantar “20th Century Boy” con “Placebo”. Y es que este tema (original de los “T. Rex”) es uno de los centrales de la producción.
La banda sonora es una auténtica pasada, con canciones de los artistas ya mencionados y otros tales como Roxy Music, Brian Eno o Cockney Rebel. Pese a no contar con la colaboración de Bowie, sí que figuran prominentemente varios de sus alumnos más aventajados. En “Velvet Goldmine” pueden verse y escucharse miembros de la ya mencionada “Placebo”, “Pulp”, “Shudder to Think”, “Mudhoney”, o “Sonic Youth”. Admito que escribiendo esa última frase me he puesto un poquillo trotón.
Todd Haynes
Tras esta película, Haynes volvió a dirigir otra de corte musical: “I’m not There”, basada en Bob Dylan, y última aparición del añorado Heath Ledger.
Actualmente se haya inmerso en la post-producción de una película/documental sobre la “Velvet Underground”.
En años recientes me he cortado el pelo, quitado el maquillaje, y visto algo menos como un espantajo. Sin embargo “Velvet Goldmine” sigue siendo una de mis experiencias cinematográficas favoritas. Estaré siempre agradecido a ese chico grasiento y barbudo por abrirme el camino hacia una tierra desconocida, llena de extrañas flores y sutiles perfumes, donde todas las cosas son perfectas… y venenosas.
“Satellite’s gone up to the skies
Things like that drive me out of my mind
I watched it for a little while
I like to watch things on TV…”