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‘Viaje a la Luna’: un puzle surrealista fascinante, un Lorca desconocido

Las expectativas estaban altas. La directora de escena y dramaturga gallega Marta Pazos llevaba a escena el único guion cinematográfico escrito por Federico García Lorca, en 1929, recién llegado a Nueva York. Pazos lo ha llevado a las tablas del Teatro Lliure de Barcelona con Viaje a la Luna: un montaje fascinante, eléctrico y cargado de referencias lorquianas.

Viaje a la Luna es una obra de teatro para mirar sin juzgar, para dejarse llevar sin intentar encontrar el camino de retorno a casa y disfrutar de un Lorca desconocido y más vigente que nunca. Toda una experiencia visual y auditiva.

Viaje a la Luna: redescubrir nuestra esencia

2020 ha sido un año malo, vale sí, de acuerdo. Pero también ha sido una llamada de atención. Una luz luminosa en el camino que nos alertaba, que nos decía que por ahí no íbamos bien. Nuestro modelo de sociedad, que da la espalda a la naturaleza, que pierde su esencia y que se mira permanentemente al ombligo, ha demostrado ser el modelo de autodestrucción más efectivo. Y mucho de esto hay en Viaje a la Luna, una obra de teatro que adapta el único guion cinematográfico conocido de Lorca.

Lo escribió en 1929, justo recién llegado a Nueva York y después de que se estrenara Un perro andaluz de Luis Buñuel. Motivado por el estreno, escribió un total de 72 secuencias a mano, en un cuaderno que le regaló el pintor mexicano Emilio Armero. Sesenta años después, en 1989, la viuda de Armero encontró el manuscrito en una de las mesillas de noche de su casa de Oklahoma. Las cosas de la vida…

Y gracias a ese hallazgo, ahora podemos disfrutar del montaje teatral de Marta Pazos, basado en ese guion inédito. Hemos acudido al estreno en el Teatre Lliure de Barcelona para contaros qué nos ha parecido.

Viaje a la Luna, súbete a la nave y déjate llevar

Sobre esta obra puede haber tantas lecturas como ojos que la miren, y nadie estaría mintiendo o equivocado. Con la sala del Teatro Lliure completa (con aforo limitado, tal y como marcan las restricciones sanitarias) el ritmo frenético de la obra no se hizo esperar y arrancó el montaje lleno de energía y color.

El viaje comienza a modo de una especie de nave en la que viajamos hacia un lugar indeterminado, cabe pensar que es la Luna, pero nada aquí es lo que parece o acepta un único prisma.  

El amarillo, quizá como símbolo de muerte, ocupa toda la escena, acompañado por una luz vibrante. La música del compositor Hugo Torres ayuda mucho en esa tele-transportación al estado en el que Marta Pazos decide tenernos durante toda la obra. Una especie de ensoñación, de colocón sideral, de dulce letargo… Una bacanal de color, de sexo, de violencia, de fluidos corporales, de pasión y erotismo, pero también con toques de humor y gestos de cariño o incluso con momentos infantiles y cursis.

Todo esto agitado en una coctelera que deja muy buen sabor de boca.

El resultado es un puzle surrealista con todas las piezas bien encajadas. Un montaje teatral onírico, surrealista, de estética retro-futurista, con inspiración lyncheana, quizá también encontramos un poco de esa locura de cineastas como Gaspar Noé, pero también nos topamos con muchos símbolos de universo lorquiano hilvanados con sumo cuidado y delicadeza por Marta Pazos: la luna, la muerte, la sangre, los fluidos, el dolor… Todo ese universo está también en Viaje a la Luna. Un Lorca desconocido y fascinante de la mano de Marta Pazos y su primera incursión en su universo.

Una obra para dejarse llevar y perderse entre espacios y emociones desconocidas. Para explorar caminos nunca antes transitados, sin querer regresar a los espacios conocidos. Un paréntesis vital en el que abandonar el cuerpo, las formas y límites humanos, y disfrutar del desconcierto, perdernos en el caos para volver a encontrarnos, para escucharnos, entendernos y tratar de recuperar nuestra esencia perdida. Quizá 2021 sea el año.

Puedes ampliar la información sobre la obra en el siguiente enlace.

Imagen de portada: Sílvia Poch.