Camilo Séptimo: El naufragio de los Navegantes

Navegantes, así se titula el segundo álbum de Camilo Séptimo. La banda mexicana que se ha convertido en una sensación de los circuitos más “independientes” en los últimos años. Pero lo cierto es que, con esta nueva entrega, han dejado mucho que desear…

Puede ser que el éxito de su primera placa Óleos, lanzada en 2017, y que fue un soplo de aire fresco en una escena saturada, haya hecho que nuestras expectativas se hayan inflado un poco. Pero es que luego de escuchar temas como Ser Humano o Miénteme sabemos que se puede dar más.

Lo cierto es que el trio mexicano (sí, son mexicanos y son un trio), apostó por un sonido parecido al anterior en este nuevo álbum, sin nada nuevo o experimental. De hecho, se siente que este nuevo álbum es una continuación, desmejorada eso sí, de su exitoso disco debut.

Decepción con el álbum Navegantes ¿No hay evolución en Camilo Séptimo?

Claro, es que después de leer el concepto en el que nos decían que: “Navegantes es la analogía de existir y caminar por la vida, de aprender lo que el destino tiene para ti, de afrontar cualquier problema, de evolucionar en alma y espíritu” por ejemplo, no podemos sentirnos menos que decepcionados.

No hay nada de evolución o experimentación, no hay nada de sustancia que nos haga volar y tampoco nada que nos permita sentir que estamos caminando por la vida. Es más como que sentimos que estamos estancados en un punto que se nos hace muy familiar, sin riesgo ni emoción, una zona de confort infinita que puede enfermar a los corazones rebeldes.

La verdad es que parece un disco con un buen concepto, pero con una mala ejecución, apresurada, poco creativa. Incluso algunas canciones no se sienten como nuevas creaciones, sino más bien como desechos del disco anterior.

Sin embargo, no todo es malo para Camilo Séptimo. La buena noticia es que aún pueden reinventarse. Es cierto que este disco parece un estancamiento en la evolución musical de la banda, pero quizás sea lo que necesitaban para darse cuenta de que la zona de confort, más que ayudarlos a navegar, los está haciendo naufragar sin compasión.