‘El Cuervo’, de James O’Barr: dolor y miedo

Si estás sufriendo, el arte no puede erradicar tus problemas, pero sí ayudarte a sobrellevar buena parte de ellos. Esto es muy cierto en el caso de James O’Barr, el autor del cómic del que trata esta reseña. El Cuervo es un relato luctuoso y anfetamínico que pegó el petardazo a finales de los años 80 y principios de los 90. Le damos al play a nuestra lista de reproducción de música gótica, y vamos a echarle un vistazo… a vista de pájaro.

El Cuervo de James O'Barr.
El Cuervo, de James O’Barr.

 Nacido en 1960, la historia del guionista y dibujante de este cómic tiene tintes trágicos. Siendo huérfano, se crio en el sistema de acogimiento familiar americano. Posteriormente, un camionero borracho atropelló a su novia cuando ambos acababan de graduarse en el instituto.

 El dolor que le supuso esta pérdida le empujó a alistarse en la marina. O’Barr no guarda un buen recuerdo de esta época. Sin embargo, fue estando de servicio de Berlín donde le vino la inspiración para crear al que llegaría a ser su personaje más conocido.

 Inspirado en su propia desazón y nutrido por la noticia del asesinato de una pareja en su Detroit natal, el cómic de El Cuervo estuvo cogiendo polvo hasta ser publicado por entregas en 1989, por Caliber Comics. Desde entonces, se ha convertido en todo un un objeto de culto para los adeptos a la subcultura gótica de finales del siglo XX.

El Cuervo de James O'Barr.
El Cuervo, de James O’Barr.

 Nos ponemos “Lucretia My Reflection”, de los Sisters of Mercy a todo volumen, y abrimos nuestro ejemplar de El Cuervo de J. O’Barr.

El Cuervo: Un ave nocturna

 Es una fría noche de octubre en una mugrienta ciudad. Un ladrón sale de un edificio con un artilugio robado. Se las pinta muy felices, hasta que topa con una misteriosa figura, embutida en una gabardina de cuero negro. Su piel es blanca y cerosa, y su pelo del color del carbón, despeinado y en punta, con el de Peter Murphy, de los Bauhaus (“all we ever wanted was everything, all we ever got was cold…”).

El Cuervo, de James O'Barr.
El Cuervo, de James O’Barr.

 El hombre de la gabardina quiere saber dónde encontrar a los siguientes nombres (que parecen sacados de una rima infantil): T-Bird, Tom Tom, Top Dollar, Fun Boy y Tin Tin. El ladrón le clava una navaja en el pecho. El extraño sangra, pero no se duele ni ceja en su empeño. Al final consigue lo que busca, y el ladrón de queda en el suelo, gimiendo de puro pánico como si acabase de ver a un fantasma.

 Eric Draven es el Cuervo (o el Cuervo era Eric Draven), un hombre que murió cuando cinco matones detuvieron el coche en el que iba con su prometida hace exactamente un año. Los matones lo dispararon y violaron a su novia antes de asesinarla a sangre fría.

El Cuervo, de James O'Barr.
El Cuervo, de James O’Barr.

 Eric es un fantasma que camina entre los vivos. Los días se los pasa en su antigua casa, hostigado por el recuerdo de Shelly, que en paz descanse. Su voz, su risa, su desnudez… se le hacen absolutamente insoportables, y le sirven como incentivo para continuar con su cruzada de noche.

 El Cuervo es implacable con sus enemigos, pero extremadamente amable con los demás, en especial con las alimañas y las personas desamparadas. ¿Conseguirá la paz que ansía cuando haya vengado la muerte de Shelly?

Entre graznidos

 O’Barr transmite a la perfección el sentimiento de rabia ante una tragedia, y lo convierte en violencia. El cómic entero supura sangre y adrenalina. Los episodios más crudos transcurren a una velocidad de vértigo, seguidos de otros de una profunda melancolía, que recuerdan a una versión moderna de algún cuento de antiguos maestros del terror tales como Henry James o Edgar Allan Poe.

El Cuervo, de James O'Barr.
En la escena de la película The Crow (1994) que representa esta imagen del cómic, una bala auténtica estaba mezclada entre las de fogueo robándole la vida al prometedor Brandon Lee.

 El Cuervo tiene algo de cómic underground, dibujado en blanco y negro, y con una marcada estética de horror punk. También está aderezado con multitud de referencias literarias y musicales de formas más o menos explícitas. Entre los textos que cita encontramos el poema “Nocturno Vulgar” de Arthur Rimbaud, o la letra de “The Hanging Garden” de The Cure.

 Todo esto contribuye a hacer de su lectura una experiencia divertida, aun a su retorcida manera. El Cuervo es una obra dedicada a todos los corazones rotos, así como a los amores imposibles… más allá de la tumba.

La repercusión de El Cuervo

 En 1994, esta historia fue adaptada al cine, en octubre, claro, como no podía ser de otra forma. Su éxito fue moderado, recaudando “tan solo” cincuenta millones de dólares (con un presupuesto de veintitrés). Sin embargo, acabó convirtiéndose en un fenómeno pop en, sobre todo, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y España, donde sigue generando interés y vendiendo copias en DVD y Blu-ray.

 El cómic, por su parte, puede conseguirse en castellano en un solo tomo publicado por Norma Editorial.