Entrevista a Pepón Nieto, cuando la normalidad puede ser extraordinaria
Hablamos con Pepón Nieto por el estreno de la nueva película de Juan Cavestany que protagoniza junto a Carmen Machi: Un efecto óptico.
Hablar de Pepón, es hablar de talento, nunca olvidaré la experiencia de verlo interpretar a Cucho en El tiempo de la felicidad (1997) de Manuel Iborra.
Por entonces yo pertenecía a una pequeña compañía de teatro y su interpretación fue toda una clase magistral de cómo se deben hacer las cosas.
Su naturalidad, frescura, concentración y su enorme capacidad de transformar lo que podría parecer normal en extraordinario, son las herramientas de un actor que nunca deja de sorprenderme.
En Un efecto óptico, vuelve a hacer uso de esa extraña virtud. Vuelve a demostrarnos que no hay que ir lejos, ni disfrazarse o cambiar de apariencia para mostrar cómo la magia de la interpretación puede estar presente en los personajes más reconocibles de la sociedad.
Hablamos con Pepón Nieto
– ¿Cómo ha sido trabajar con Cavestany en Un efecto óptico?
Juan es un director muy autor y la película es todo el rato desde el punto de vista de Juan, con lo cual, estábamos muy al servicio de lo que Juan quería contar y cómo lo quería contar.
Juan tiene la destreza de hacer que te dé la sensación de que eres tú el que se está inventando las cosas, pero no, es lo que está pensando él y lo estás haciendo porque es lo que él quiere. Además, sabe perfectamente cómo sacarte y convencerte de que eso es lo que tienes que hacer.
La verdad es que, con nosotros, tampoco le costaba mucho. Carmen Machi y yo teníamos muy claro que lo que teníamos que hacer era lo que Juan nos pedía y no cuestionarnos mucho.
Es una película en la hay que ponerse muy en manos del director. Hay muy poco texto, muy poco diálogo, había poca posibilidad de improvisar… Hay una suerte de bucles, con lo cual, estaba claro que lo teníamos que hacer siempre igual para que el bucle funcionara.
Los bucles no solo son espaciales o temporales, también son emocionales. Hay momentos en las primeras vueltas, en que mi personaje tiene un entusiasmo que luego en las últimas vueltas recoge el personaje de Carmen. Luego soy yo el que pasa a ser más apático, como Carmen es al principio.
Todo estaba bastante marcado en ese sentido. Trabajar con él es dejarse hacer.
– Cuando leíste el guion de Un efecto óptico, ¿qué pensaste?
No recibimos un guion, la película parte de una idea que Juan tenía para un cortometraje. Era de un matrimonio que se iba de viaje a Nueva York y Nueva York siempre era Madrid.
A partir de ese corto, Juan nos iba mandando escenas, ideas… quedábamos, para comer, para tomar un café, nos reuníamos y él nos contaba de lo que quería hablar en la película. Fuimos viviendo el proceso de creación que tuvo el guion hasta verlo acabado y ponernos a rodar.
A partir de la premisa del corto, el largo va por otro camino. La película si la tienes que contar es muy sencilla: es un matrimonio de Burgos que se va de viaje y el viaje no es lo que parece, pero habla de otras muchas cosas. Da tiempo a hablar de otras muchas cosas.
La película habla de la soledad, del síndrome del nido vacío. De los miedos que tiene un padre cuando su hija adolescente se va de casa y todo el rato la ve rodeada de lobos y en continuo peligro. Habla de un matrimonio que trata de salvar una relación que ya no da más de sí. Habla de los viajes, de lo vulnerables que somos, de lo absurdo que es viajar y hacer lo que hacemos todos para tener la foto. De lo desubicados que estamos… La película habla de muchas cosas.
– ¿Qué podemos aprender de la repetición?
Pues no lo sé. Creo que la película tiene tantos puntos de vista como espectadores. También creo que la película no es ninguna prueba, creo que no hay respuestas.
No sé qué se puede aprender de la repetición (risas), quizá, que deberíamos huir más de la monotonía, pero no sé, no me lo planteo.
La película te genera muchos estados de ánimo. Pasa por muchos géneros. Tiene situaciones que pasan por el terror, por la ciencia ficción, comedia, drama… Genera en el espectador mucho desconcierto, inquietud, desazón…
Creo que con esos estados de ánimo es con lo que debemos quedarnos y no tratar de resolver qué es lo que ocurre o qué es lo que me quieren contar en la película, que no me entero.
– La compenetración que tienes con Carmen Machi en Un efecto óptico, es genial ¿Cómo fue trabajar con ella en una película de este estilo?
Carmen y yo somos amigos desde hace muchos años y siempre nos preguntábamos: “¿por qué nunca nos ponen juntos?” Hemos coincidido en varias películas, como Mi gran noche o Descongélate, pero nunca habíamos compartido escena.
Casi a la vez de que Juan nos propusiera hacer Un efecto óptico, nos llamó también Marina Seresesky para hace Lo nunca visto. Ahí fue la primera vez que trabajamos juntos.
En Un efecto óptico, al segundo día de rodaje parecía que habíamos hecho una serie de seis años juntos. Nos conocemos mucho. Yo sabía por dónde iba a salir ella y ella sabía por dónde iba a salir yo.
Los dos trabajamos de forma muy diferente. Yo soy muy meticuloso y pesado, necesito saber, necesito tener información… Carmen es más libre en ese sentido. He aprendido mucho de su forma de hacer, me parece maravillosa. No se complica nada la existencia y yo soy un coñazo.
A Carmen y a mí nos pasa algo muy particular y no muy habitual viendo esta película. Nos dejamos ir. No nos vemos.
Es algo extraño, porque normalmente cuando me veo, siempre me cuestiono y me juzgo, sin embargo, Un efecto óptico me permite no verme. Me deja ponerme en el lugar del espectador sin fijarme en que estoy yo.
Lo veo desde fuera y me creo que sean un matrimonio de Burgos. Sin duda, tenemos mucha compenetración.
– ¿Alguna vez has sentido, como tu personaje en la película, no estar en el sitio en el que debías de estar?
Creo que nos pasa a todos, ¿no? Muchas veces, y más en esta profesión, que te invitan a una cena o a un sito en el que no tienes nada que ver y te sientes completamente desubicado. Creo que nos pasa a todos, cuando te ves en situaciones que dices, “me siento como un pulpo en un garaje”.
– ¿Qué es lo que más destacarías de la película?
Me parece una película muy interesante, única, distinta, que provoca diferentes sentimientos y estados de ánimo en el espectador.
Además, tiene el valor añadido de que muchas veces no sabes qué coño está pasando, pero la película te engancha. Te atrapa en la butaca. Dices, “no me he enterado de mucho, pero no he dejado de ver eso” (risas). Con muchas películas que tienen una historia clarísima, muchas veces te pasa lo contrario.
Destacaría que es una película para hacer pensar y sobre todo, para comentar. Es un buen pa luego. Está bien verla y luego comentarla con gente que la haya visto. Se presta mucho a eso. Es muy social.
– ¿Cómo consigues ese punto de naturalidad en tus interpretaciones?
No lo sé, la verdad. Creo que lo que el actor aporta al personaje, es lo que lleva dentro. Trato de pensar cómo sería yo en esa situación, controlar el texto y hacerlo mío.
Lo que siempre me he planteado es que estoy al servicio de la historia. Soy uno más. Soy un vehículo para contar la historia. Como espectador no me gusta ver películas en las que el actor está muy preocupado en dejar claro quién es el actor, en hacer su truco y hacer valer su calidad de actor. Normalmente me pasa mucho eso con el cine americano y normalmente son actores que gustan mucho.
Creo que es más importante estar al servicio de la historia que del actor que la porta.
Me cuesta mucho hablar de cómo trabajo. Algún colega que tiene escuela de teatro me ha dicho que me pase a darles una charla a los actores y le digo que no porque no sabría qué decirles.
En esta película es muy fácil hacer eso, es tan de autor, te dejas tanto en sus manos, que, si estás mal, es culpa suya (risas).
– ¿Cuáles son tus referentes?
Nunca he sido de tener un póster en mi cuarto. Hay gente que me gusta y veo pelis o series, sobre todo ahora con las plataformas, con gente que digo, “uf, cómo me gusta”. Stephen Graham, lo veo en en The Virtues y me vuelve loco lo que hace, me gustaría trabajar desde ese sitio, trabajar desde esa verdad, que parece que está haciendo un documental.
Hay referentes, pero a la hora de abordar un trabajo concreto, no, me parece absurdo. Son referentes de cómo me gustaría a mí ser, cómo me gustan, cómo me emociona escuchar a este cantante o admiro lo que hace este pintor.
– ¿Qué nos puedes contar de tus nuevos proyectos?
Ahora estoy haciendo teatro. Estoy haciendo, Anfitrión, de Moliere. Produzco teatro desde hace años. Este espectáculo lo estrené en El Festival de Mérida pasado. Están, Toni Acosta, Fele Martínez, Paco Tous, María Ordoñez y Dani Muriel y lo dirige Juan Carlos Rubio.
También estamos a punto de acabar de grabar los nuevos episodios de Los hombres de Paco para Antena 3 y a finales de abril comienzo una serie nueva que se llama Sin límites para Amazon Prime.
Nos confirmaron que habrá segunda temporada de 30 Monedas. Con esas cosas estoy. No me puedo quejar.
– ¿Qué sueños te quedan por realizar?
Pues mira, igual que no he sido un actor de referentes, tampoco lo he sido de tener grandes objetivos. No soy un actor vocacional, empecé tarde. Amé esta profesión según hacía y según iba trabajando. Tengo todos los sueños por cumplir.
Hay montones de directores con los que no he trabajado y me gustaría hacerlo, montones de directores con los que me gustaría repetir. Con los compañeros actores igual.
En cuanto a la vida personal, viajar, disfrutar… pues todo también. Tengo la caja abierta.
Cuestionario Furioso de Pepón Nieto
Película favorita: Blade Runner de Ridley Scott.
Serie favorita: Los Soprano de David Chase.
Libro favorito: La conjura de los necios de John Kennedy Toole.
Cómic favorito: Anarcoma de Nazario.
Cantante, grupo o músico favorito: Mastodonte.
Artista plástico favorito: Okuda.
Miedo tecnológico: Cualquier cosa de Black Mirror.