‘Estoy pensando en dejarlo’, Charlie Kaufman vuelve más intenso que nunca
La nueva ida de olla de Charlie Kaufman (¡Olvídate de mí! (2004)) lleva semanas dando mucho de lo que hablar en los medios especializados. ¿Es una obra maestra super compleja o Estoy pensando en dejarlo es solo un artificio para que, precisamente, no se hable de otra cosa? La respuesta a esta pregunta es tan imposible de descifrar como algunas de las escenas de la película.
Estoy pensando en dejarlo (Charlie Kaufman, 2020) ha sido una de las apuestas fuertes de Netflix para este septiembre, donde muchos dicen que el filme no va a encontrar un público adecuado. El guion está basado en un libro homónimo de 2016 cuyo autor es Iain Reid.
Estoy pensando en dejarlo: Qué nos cuenta Kaufman
Guste más o menos, lo que está claro es que Estoy pensando en dejarlo no deja indiferente a nadie. La premisa es más que sencilla, casi simplista. Una chica lleva tan solo seis semanas saliendo con un chico y está pensando en dejar su relación con él, pero antes de eso ha accedido a conocer a sus padres.
Jake (Jesse Plemons) es el novio, que se muestra bastante serio durante casi todo el metraje. Ella, llamada en la película Lucy o Louisa, entre otros nombres, está interpretada por Jessie Buckley, y va capeando el temporal como puede.
La cosa comienza a ponerse rara de verdad cuando llegan a la casa de los padres, encarnados por Toni Collette y David Thewlis. Los padres envejecen y rejuvenecen dependiendo de la escena, tienen actitudes completamente fuera de lugar y contexto y, lo cierto, es que Lucy (o Louisa) no parece sorprenderse en exceso o asustarse, ella simplemente quiere irse de allí y no puede.
Cómo nos lo cuenta
La película tiene tantas interpretaciones como personas la vean. En ocasiones parece que no está yendo a ninguna parte y otras veces se desea que se llegue a una conclusión medianamente lógica en algún momento.
Es un sinsentido, puede que queriendo representar que la vida en sí misma es un sinsentido. Un batiburrillo de tiempo y recuerdos subjetivos que se mezclan en la cabeza de esos ancianos a los que ya no les queda nada por dar ni por recibir, solo esperar.
También se pueden ver diferentes etapas por las que pasa una pareja a lo largo del metraje. Siendo, quizá, una metáfora sobre las relaciones románticas. Ella dice en varias ocasiones que no sabe cuánto tiempo lleva saliendo con Jake, ni por qué, pero que parece una eternidad.
Da la sensación de que cuando te metes en una relación de pareja puedes acabar en un pozo que te va tragando a ti y a tu tiempo. Del que, aunque parezca que no, es difícil salir y en el que a veces se sigue por inercia. Por eso ella piensa en dejarlo, pero nunca llega a hacerlo.
O, al menos, eso es lo que parece según la visión de Jake, o mejor, el sueño de Jake, porque no se puede estar seguro de qué es realidad y que ensoñación onírica en esta película. ¿Es todo una fantasía de este personaje y en realidad ha acabado solo y viejo siendo el conserje de su antiguo instituto?
Las referencias abundan durante todo el filme. Se habla de La Sociedad del espectáculo de Debord, de un libro de ensayos de Foster Wallace y se recita el sobrecogedor poema Bonedog de Eva H.D.
Sigue por aquí, Netflix
La conclusión, que deja muy clara en su final, es que la vida es un gran teatro y que es imposible escapar de la decrepitud de la vejez y de la muerte.
Por una parte, es genial que Netflix apueste por un tipo de contenido original y que provoque debates y críticas polarizadas. Que una película consiga eso no es fácil a día de hoy, donde parece que siempre se ven las mismas cosas en un bucle infinito.
Sin embargo, por otra parte, quizá Kaufman es tan críptico que puede llegar a perder un poco el foco. Cuando se quiere hablar de muchas cosas, mostrar muchos conceptos filosóficos y profundos, en ocasiones, se acaba por no contar nada concreto.