‘Flash’ de DCEU vs. ‘Flashpoint’: ¿punto de inflexión o camino a ‘The Flash 2’?
La velocidad es un arma de doble filo. Bien aprovechada, puede hacernos llegar a la meta con presteza en el momento justo. No tener en cuenta sus riesgos puede provocar descarrilamientos terribles. Como si fueran una antigua falcata, los pies ligeros pueden llevarnos por derroteros inimaginables, aunque su afilado metal puede oxidarse con más facilidad que otros. Dentro del rico universo de ficción que ha dado DC Comics, ningún personaje ha obtenido más rédito del don de la rapidez que Flash, el hombre más rápido del mundo.
No obstante, ese manto ha tenido varios ocupantes. El primero fue Jay Garrick, de la mano de Gardner Fox y Harry Lampert, por obra y gracia de unos accidentes químicos tan afortunados que se daban en la Edad de Oro del cómic norteamericano. Sea como fuere, tal vez el velocista que mejor se ha calzado el traje rojo en el imaginario popular sea Barry Allen, hábil actualización en la década de los cincuenta del mito, fruto de la alianza de Carmine Infantino con el propio Fox, bajo los augurios editoriales de Julius Schwartz.
Actualmente, en plenos dimes y diretes del universo cinematográfico de DC (DCU), sorprende poco que The Flash (2023) haya sido un punto de inflexión fundamental cuyos resultados están todavía por discernirse en los próximos años. Un film plagado de expectativas y salpicado por las polémicas de su actor protagonista, el singular Ezra Miller, problemas con la justicia incluidos.
Las bambalinas alrededor del largometraje dirigido por Andy Muschietti han incluido numerosas reescrituras de guion, constantes cambios de escenas y finales, además del reto de adaptar una de las sagas más queridas de Barry Allen. Y, curiosamente, Maribel Verdú, una de las mejores actrices españolas de siempre ha desempeñado un rol no pequeño en una de estas cintas que generan amores y odios.
Flashpoint
A finales del verano de 2011, se cerraba un círculo muy especial en DC. Inicialmente, Geoff Johns, un hábil escritor, únicamente quería hacer la clásica buena historia de ciencia ficción con paradojas temporales. Resultaba lógico que quisiera usar a Barry Allen, puesto que desde el histórico The Flash # 123 (1961), quedó claro que la fuerza de la velocidad permitía jugar con muchísimos conceptos relativos a multiversos y distintas encarnaciones de mitos heroicos.
Sin embargo, un editor sagaz como Dan Didio pronto se dio cuenta de que allí había dinamita suficiente para un renacimiento. Flashpoint tuvo varios implicados de máximo nivel, sobresaliendo Ethan Van Sciver y Adam Kubert. En base a una miniserie de cinco números central, todas las otras colecciones se vieron afectadas por una realidad distinta a la que todo el fandom conocía.
Con el paso de los años, resultaba lógico que Christina Hodson, John Francis Daley y Jonathan Goldstein se pusieran frente al teclado para adaptar ese material al celuloide. Si Flash iba a tener una primera película independiente a lo grande (tras ser miembro de honor en la Liga de la Justicia, film con varios montajes que modifican bastante el resultado final), debía ser referenciado una de sus epopeyas más queridas. En su afán por evitar el trágico asesinato sin resolver de su madre (puesto que Barry nunca creyó la acusación contra su padre), el hombre más rápido de la Tierra desencadena una serie de alteraciones en el espacio-tiempo que resultan catastróficas.
Si cintas como Wonder Woman (2017) de Patty Jenkins han tenido brillo propio por permitir una libertad creativa considerable dentro del género, The Flash se ha visto adolecida por todo el altavoz mediático alrededor de un Ezra Miller en el ojo del huracán, además de muchas dudas acerca de hacia dónde iba a conducir.
Una larga búsqueda
“Era un gran paraguas que llenar”. Como showrunner de amplia experiencia en televisión, Carter Bays sabía que hay huecos en el imaginario colectivo que no cualquier actriz, por talentosa que sea, podía rellenar con facilidad. Sus palabras para saludar la irrupción de Cristin Milioti en la temporada clave de Cómo conocí a vuestra madre, bien podrían valer para la aparición de Maribel Verdú en Flash.
Nora Allen es la persona clave en Flashpoint desde su gestación. En muchas ocasiones, resulta fácil caer en la tentación de pensar que Barry actúa de forma egoísta y que desencadena una terrible realidad. Sin embargo, su motivación es absolutamente humana y comprensible en cuanto se piensa con un poco de calma. No es un mero capricho. En una desventaja con respecto al cómic, el largometraje de Andy Muschietti no cuenta con tiempo suficiente para narrar una historia tan descorazonadora como la que hallamos en Flashpoint: Reverse Flash # 1.
En sus páginas, el guionista Scott Kollins y el arte gráfico de Joel Gómez son capaces de trasladarnos en unas pocas viñetas toda la tortura psicológica que Eobard Thawne ha sido capaz de ir ejerciendo en sus viajes a la infancia de Barry Allen. Pese a ser la mano invisible que se encarga de plagar de inseguridades al futuro héroe, pronto comprende que, mientras tengo el apoyo de Nora, su éxito no será completo.
“Por favor, dejadme hacerlo en español y luego ya veréis”. El fuerte peso que Maribel Verdú sabe dar a sus propias raíces aflora para hacer a una madre muy creíble y cuya complicidad con su hijo es tal que resulta fácil comprender que su retoño haría el camino de Orfeo al mismísimo infierno con tal de recuperarla. Latas de tomate al margen, es fundamental poder empatizar con Barry en sus acciones.
Flash: sombras luminosas
Eobard Thawne, mucho más conocido como el Profesor Zoom como nombre de guerra, es uno de los villanos más poderosos que jamás se han cruzado con Flash. Desde su aparición en The Flash # 139 (1963), tuvo un fuerte calado como un Flash Reverso futurista y malévolo. Su personalidad resultaba antagónica en comparativa con personalidades como Jay Garrick, el propio Barry Allen y Wally West.
Si ya había sido un actor principal de dramas como La muerte de Iris West, la andadura de Johns potenció muchísimo el auténtico rango de maldad de un ser deleznable, pese a su gran inteligencia. Concretamente, The Flash vol. 3 #8 (2011), con Scott Kollins en el apartado gráfico, es la mejor disección de un monstruo del siglo XXV. Especialmente cuando ambos autores nos narran como destroza la vida de una presentadora de televisión llamada Rose por el simple hecho de declinar su proposición amorosa.
Si bien es el impulso del vacío maternal lo que hace a Barry desencadenar un futuro imperfecto, siempre es Thawne quien tira de los hilos para prosperar en un mundo muy extraño donde Temiscira y Atlantis están en una cruenta guerra y hay un Batman en Gotham mucho más expeditivo que el Bruce Wayne que conocemos. En una decisión controversial, The Flash prescinde del Flash Reverso, cargando todas las tintas sobre el héroe, incluyendo tenerlo por partida doble en pantalla, casi una boutade para reflexionar sobre la irritación que la vida privada de Miller ha provocado en la productora.
Esa apuesta hace que la muerte de Nora se convierte en uno de esos horribles crímenes cotidianos que terminan sin resolver. Un detalle que no está mal en sí mismo, aunque cuesta pensar que Barry, quien termina en edad adulta siendo un magnífico detective forense, no logre desentrañar la incógnita.
La veteranía es un grado
“Te sientes en casa, sientes que vas a trabajar con gente que son seres humanos, que son reales, que te van a cuidar y a tratar bien y que te vas a reír mucho. Son ya dos amigos para siempre”. Maribel Verdú ha reconocido que la forma de hacer las cosas en Hollywood siempre le ha parecido algo bestial, pero que las vibraciones con Andy y Bárbara Muschietti han sido distintas desde el minuto uno.
La curtida intérprete aporta esa atmósfera para configurar a una Nora que da mucha paz. Por ejemplo, en la escena del supermercado donde se encuentra (sin saberlo) con una versión futura de su propio hijo, firma una escena plagada de ternura y sobrentendidos con la mirada. Es un instante de gran carga emotiva sin ser cursi, una complicidad que atípicamente podríamos ver en el cine superheroico propiamente mainstream.
Más allá de los viajes al pasado y los poderes implicados, es llamativo pensar que The Flash coloca los cimientos de sus mejores virtudes en dos intérpretes en plena madurez de sus trayectorias. Junto con el caso de Verdú, uno de los puntos fuertes del casting es volver a colocar a Michael Keaton con el manto del Batman de Tim Burton. Aquí el guion hace un ajuste brillante: en lugar de usar a Thomas Wayne (quien en las viñetas es uno de lo platos fuertes de la secuela Flashpoint Beyond), es un deleite para el séptimo arte volver a tener a aquella encarnación del murciélago que enamoró a toda una generación.
Acostumbrados por piezas espléndidas como X-Men: días del futuro pasado (2014) a que los superhéroes afronten sus últimos días en un tono crepuscular, es una maniobra hábil mostrar a un Keaton que se halla en un merecido descanso.
Batman de Tim Burton: el que nunca se fue
El Batman de The Flash ha logrado reducir bajo mínimos la delincuencia de su ciudad. Aunque ya no ejerza cuando le visita Barry por partida doble, sigue manteniendo sus habilidades y armamento intactos. Como fans, suspiramos porque en esa Batcueva o salón con armaduras hubiera alguna discreta fotografía de la Seline Kyle de Michelle Pfeiffer, si bien eso hubiera sido demasiado pedir para alcanzar la perfección.
Como un hábil jugador que sabe que está ante sus últimos minutos como estrella titular, Keaton no se deja nada en el depósito para regalar el clímax más vibrante de un metraje que siempre oscila entre lo épico, fantástico, cómico y auto-paródico de una forma tan irregular que subraya esas discusiones de edición.
Siempre que se encuentra en pantalla, el interés por lo que sucede se multiplica. Si el Thomas Wayne presentado por Geoff Johns y Adam Kubert era realmente aprovechable en su interacción con Flash, en el celuloide es incluso mejor por las dosis de simpatía que despierta esa encarnación tan conectada con el universo de Tim Burton. Y es que El Murciélago y el hombre más rápido del mundo tienen muchos hilos en común, destacando su condición de sabuesos de DC, algo que recientemente se ha explotado en Batman/Flash: La Chapa, nuevamente con Johns como comandante de las enrevesadas operaciones argumentales de multiversos.
Asimismo, dispondremos de algo más que un cameo del guardián de Gotham encarnado por Ben Affleck. Ciertamente, es una pena que los rumores de una película propia de ese Batman del bostoniano en una trama contra Deathstroke no hayan fructificado y en todas sus apariciones haya sido en obras corales. Podría haber dado un extra importante, si bien el auténtico pecado es lo que ocurre con Wonder Woman.
Flash: Guerras privadas
La princesa de Temiscira es uno de los personajes más nobles que pueblan las páginas deceítas. Gran guerrera amazona, en muchas ocasiones es el fiel de la balanza entre Superman (en ocasiones, demasiado ingenuo en sus postulados) y Batman (tendente al ansía de control por su desconfianza en el prójimo). En una decisión que sigue generando controversia, Geoff Johns planteó que en Flashpoint la heroína lideraba una guerra entre su pueblo contra Atlantis.
Por supuesto, Gal Gadot y su imponente presencia hacen acto de aparición en el largometraje de Muschietti, si bien será únicamente por un instante. Una pena porque, teniendo en cuenta el excelente ajuste que es su decisión con Keaton, el film podría haber apostado por llevar a su terreno el conflicto entre la amazona y Arthur Joseph Curry (Jason Momoa). Sin ese conflicto se pierde un elemento esencial del evento original.
En ese sentido, es de justicia señalar que hay otro acierto mayúsculo: Project Superman fue una siniestra miniserie donde plumas como la de Scott Snyder explicaron por qué no hallábamos a nuestro querido Clark Kent en la nueva realidad desencadenada en los cómics. El argumento de The Flash nos redobla la apuesta y en una búsqueda por las nieves de Europa del Este, Batman y nuestros dos Allen encuentra a una de las joyas de la corona del metraje: Sasha Calle dando vida a Kara Zor-El, una Supergirl realmente carismática.
Cada escena en la que disponemos de su furiosa tormenta de poderes tras años en cruel cautiverio nos advierte del verdadero potencial que alberga. Cuando abandonamos a Kara, tenemos la sensación de gran oportunidad desaprovechada. Por no hablar de lo delicioso que habría sido tener a la Lois Lane de Amy Adams siguiendo los pasos de la reportera del Planet en un mundo sin Superman.
Multicinematografía
Siguiendo la esencia de Flashpoint, podemos vernos tentados de imaginar qué habría pasado de haberse intentando ensamblar una serie de películas que acompañasen a la trama principal de Barry Allen. Es decir, descargar de tantos objetivos a una única cinta y poder permitirse algunos derivados interesantes que expandiera este entramado de paradojas, ya fuera otros filmes o en formato serie.
Como bien sabía Neal Adams, el cine cuenta con la gran ventaja de los efectos especiales, aunque nunca podrá competir con el ritmo de producción que un buen equipo creativo tiene en el noveno arte. Sirva como muestra citar The Canterbury Cricket # 1 (2011), una pequeña joya, casi gótica, que nos narra cómo se está viendo la guerra entre amazonas y atlantes a cargo de Mike Carlin (guionista) y Rags Morales (dibujante). Sería imposible que la película sobre Flash pudiera detenerse en ese mágico escenario, algo que los tebeos sí se permiten a través de los crossovers.
Sin negar que tenga épica emplear la amenaza del general Zod (Michael Shannon), además de conectar con El hombre de acero (2013), falta algo para llegar a un clímax que aspiraría a ser grandioso, pero peca de eliminar a sus mejores piezas antes de tiempo en la partida. Por divertido que sea el cameo de George Clooney, confirma el deseo de detonar una bomba del equipo artístico para hacer borrón y cuenta nueva, justo una política contraria a la de Marvel Studios actualmente.
En honor a la verdad, pese a las muy buenas intenciones de las que se reviste la obra de Andrés y Bárbara Muschietti (además de Michael Disco), resulta más incompleta, por ejemplo, que la cinta de animación de Jay Oliva: La Liga de la Justicia: La paradoja del tiempo (2013).
Flashazo
Con este divertido término, el reputado crítico Oti Rodríguez Marchante hablaba de que la presencia de Maribel Verdú era la auténtica flecha de una cinta movida y que siempre divierte. Y produce satisfacción pensar que una actriz española de su calibre haya sido una de las mejores prestaciones de una película que aspiraba a ser el punto de inflexión del DCEU. Incluso cuando todo apuntaba a que podría tener algún problema de rodaje con un Ezra Miller en boca de todos fuera de las cámaras, ambos intérpretes lograron una conexión tan fuerte que redunda en la credibilidad del vínculo materno-filial.
“Tuvimos química desde que nos conocimos”, señaló la madrileña. Y son esos instantes donde la magia fluye y aspiramos incluso a pensar que nos vamos a encontrar, al fin, con el Flashpoint que el séptimo arte nos podía dar. Esa sensación agridulce de una buena película de superhéroes que aspiraba a ser algo mucho más grandioso.