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‘Sandman’, de Netflix: ¿la mayor decepción del año?

Al fin llegó el día, se estrenó Sandman en Netflix, la serie de la obra cumbre del cómic americano. La adaptación del que dicen mejor cómic del mundo. Una obra literaria de Neil Gaiman de obligada lectura que nunca pasa de moda. Una de esas obras que decían inadaptables al medio audiovisual, como Watchmen. Se ha estrenado y como era de esperar, por desgracia, el Sandman de Netflix no merece ni tener ese nombre.

Cartel de la serie Sandman, de Netflix.
Cartel de la serie Sandman, de Netflix.

Sobre el argumento del cómic poco puedo decir que no haya comentado ya la propia Rose Walker en Las Furias. Su análisis de la obra de Gaiman, es preciso y detallado. Lo podéis leer AQUÍ.

Estaba claro que era muy difícil contentar a los millones de seguidores de esta obra de culto que desde su publicación en 1989 no ha dejado de sumar fieles adeptos a sus letras. Acólitos que han memorizado muchos de sus pasajes. Lectores que han pasado miedo, sonreído y llorado con Morfeo y su familia de Eternos (no confundir con los Eternals de Marvel).

Su filosofía, mitología y lo nutrido de su contexto te colocaba en un lugar fascinante como lector. Te hacía cómplice, ciudadano y observador de un mundo que completaba y daba sentido al de uno mismo. Como si de una religión estuviéramos hablando, The Sandman respondía a muchas de las preguntas universales, aún sin respuesta, con sentido y vehemencia.

El mundo creado por Neil Gaiman, uno de los mejores escritores de su generación, era muy parecido al nuestro, pero lo que lo diferenciaba era algo que teníamos todos. Algo a lo que nunca hicimos mucho caso: Los Sueños.

Tom Sturridge es Sueño en The Sandman. Netflix © 2022.
Tom Sturridge es Sueño en The Sandman. Netflix © 2022.

Netflix, deja de matar nuestros sueños

El Sandman de Gaiman ha influenciado grandes obras literarias, ha generado nuevas series de cómic a partir de sus personajes y ha inspirado conocidas obras del mundo audiovisual como Dark City, de Alex Proyas, Matrix, de las hermanas Wachowski o Paprika del maestro Satoshi Kon. Todas ellas cargadas de buenas ideas.

En el caso del Sandman de Netflix, nos encontramos con una sola buena idea: la de ganar dinero. El resto de la serie es, como diría Lemony Snicket, una serie de catastróficas desdichas. Más allá de querer mostrar en imágenes algunas de las viñetas más conocidas del cómic, en esencia es algo muy diferente a la obra de Neil Gaiman.

Sueño y Muerte (Kirby Howell-Baptiste) en una de las secuencia que adapta algunas de las viñetas más recordadas de Sandman.
Sueño y Muerte (Kirby Howell-Baptiste) en una de las secuencia que adapta algunas de las viñetas más recordadas de Sandman.

La producción se siente pobre, llena de efectos de CGI de saldo, con una banda sonora que molesta más que acompaña y una imagen de telefilm que tira de espaldas. ¿Era lo que se esperaba? Pues la verdad es que no.

Los de Netfllix han creado una serie luminosa cuando debería ser oscura; facilona e infantil, cuando la obra original es precisamente lo contrario. Está claro que con su Sandman ha querido llegar a todo el público posible y eso es un despropósito.

Los productos de las plataformas de streaming o de algunas productoras de cine nos quieren hacer olvidar que debería de haber obras para diferentes momentos de una vida. No todo tiene que ser para todos. No todo tiene que gustar a niños, adolescentes, madres y abuelas. Se deberían hacer obras para disfrutar en diferentes momentos de una vida. Se debería dejar de producir en cadena este impersonal buffet libre de comida audiovisual para todos los públicos que no alimenta a nadie.

El problema no solo es del reparto de Sandman

Es cierto que cuando salió a la luz el reparto del Sandman de Netflix,  mucha gente, los más puristas, se echaron las manos a la cabeza. Que si Muerte no debería ser negra, que si Lucifer no podía ser la Brienne de Juego de Tronos, que si Morfeo va peinado con gomina…

Gwendoline Christie es Lucifer en Sandman. Laurence Cendrowicz/Netflix © 2022.
Gwendoline Christie es Lucifer en Sandman. Laurence Cendrowicz/Netflix © 2022.

Todos pensaron que el problema sería el reparto, pero no es así. Su reparto es discutible, pero el mayor problema es cómo se han pasado la historia de The Sandman por el forro. La historia que nos cuenta la serie de Netflix, evidentemente, tiene que ver con la obra de Gaiman, pero se aleja de ella en lo fundamental: en el terror, en la profundidad y en su aire intelectual. En esa realidad cargada de referencias de lo mejor de la literatura inglesa. En esa forma de tejer sus historias a fuego lento.

En la serie de Netflix todo va muy deprisa, las palabras están huecas y su mundo es débil, como construido de cartón piedra. Todo parece forzado e impuesto. No existe una unidad. No hay forma de creérselo.

Su dirección artística y técnica es torpe y fallida. Sus interpretaciones, muy poco destacables y completamente olvidables (excepto David Thewlis, siempre excelente). La familia de Eternos que nos presenta no se puede tomar en serio.

Es una serie a la que le habría venido bien la mirada de un único autor. Da la sensación de que los directores de sus episodios iban por el set de rodaje como pollos sin cabeza. Aprobando y desaprobando propuestas sin ningún tipo de criterio que tuviera relación con la obra que se está adaptando.

The Sandman. Liam Daniel/Netflix © 2022
The Sandman. Liam Daniel/Netflix © 2022

Sandman: un castillo de arena destruido

No es la primera vez que Netflix adapta una obra del noveno Arte con desatino. Tanto Sweet Tooth como Jupiter’s Legacy, fueron decepcionantes, la segunda más que la primera. Con los héroes de Marvel le ocurrió algo parecido. Lo hizo a las mil maravillas con Daredevil, Punisher y Jessica Jones para después pisotear el castillo de arena construido con Puño de Hierro y Los Defensores. Pasó de hacer series de superhéroes adultas y serias, a hacer un producto mucho más accesible, pero de peor calidad.

El resultado fue la cancelación de todas ellas.

¿Por qué Netflix, no nos toma en serio? ¿Por qué sus películasy series, salvo contadas (y cada vez más escasas) excepciones, son tan tontas y vacías?

¿Es culpa nuestra? ¿No aceptamos que cada vez somos más tontos, primarios, leemos menos y no sabemos escuchar? ¿O es consumir todos esos productos fast food fabricados por un algoritmo lo que nos está haciendo más necios?

Ojalá tuviera la respuesta. Lo único que puedo decir es que las ganas de dejar de ver el Sandman de Netflix, me ha contagiado las ganas de releer el Sandman de Gaiman. Lo haré si consigo no engancharme a cualquier otra serie de alguna plataforma.

Saludos furiosos.

https://www.youtube.com/watch?v=03hK9bC-1dU&ab_channel=NetflixLatinoam%C3%A9rica